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El 'Made in Germany' sufre por el extremismo político

Manifestación de la ultraderecha alemana contra Angela Merkel en Berlín.

Aldo Mas

La Alemania de la canciller Angela Merkel goza de una merecida reputación de estabilidad política. Ese siempre ha sido un argumento que presentar para atraer inversores a la economía del país, con diferencia la mayor del continente europeo y la cuarta a nivel mundial. Sin embargo, la irrupción de la extrema derecha como tercera fuerza política – la formación ultra Alternativa para Alemania (AfD) es actualmente el principal partido de la oposición en el Bundestag – ha estado acompañada de un auge de manifestaciones xenófobas que despiertan preocupación para los estamentos económicos germanos.

No sólo incumben a los responsables de Interior datos como los revelados esta semana por la Asociación de Centros de Asesoramiento para Víctimas de Violencia de Extrema Derecha, Racista y Antisemita, según la cual en el este alemán – lo que fue la comunista República Democrática de Alemania (RDA) – hubo 1.212 ataques xenófobos en 2018. Esto significa que en los Länder del este germano se registran cinco agresiones al día de este tipo.

Esta violencia forma parte de los fenómenos que preocupan en la Alianza para la Seguridad de la Economía (ASW por sus siglas alemanas), organización que hace unos días celebraba en Berlín un encuentro al que también asistía Sinan Selen. Él es el vicepresidente de la Oficina Federal de Protección de la Constitución (BfV), la agencia de inteligencia alemana dedicada a cuestiones de seguridad en el ámbito nacional.

En ese encuentro, donde se habló del extremismo en muchas de sus formas, ya fuera de derechas, religioso o de izquierdas, Selen señalaba que titulares como los que dejaron en todo el mundo ataques racistas como los vividos el pasado verano en la ciudad sajona de Chemnitz (este alemán) también dañan a Alemania en lo económico. “La marca 'Alemania' sufre. Perdemos lo que hace atractivo a nuestro país”, decía Selen en el acto organizado por la ASW. Aludía así a valores que se asocian en Alemania al éxito del capitalismo germano como la tolerancia, la apertura al mundo y la seguridad. Éstos son considerados clave del éxito internacional de los reputados productos industriales que llevan inscrito 'Made in Germany'.

“Está claro que existen formas en las que el extremismo político puede dañar la economía. A las empresas les puede afectar, ya sea en el clima que se vive en la empresa o en la posibilidad de conseguir nuevos trabajadores procedentes de otros países”, explica a eldiario.es Hubertus Bardt, responsable de investigación en el Instituto de la Economía Alemana de Colonia (IW). Sus palabras no distan de las que Selen pronunciaba en Berlín hace unos días, pues el extremismo “puede asustar tanto a trabajadores cualificados como a inversores del extranjero”.

Para los inversores extranjeros en Alemania, el auge de la ultraderecha no parece acarrear consecuencias negativas, de momento. Según datos de una encuesta publicada el pasado verano por el diario económico Handelsblatt, en 2017 se lanzaron en suelo germano 1.124 nuevos proyectos empresariales de inversores extranjeros. “Las empresas extranjeras invierten en Alemania más fuerte que nunca”, era el titular de ese periódico, que presentaba unos resultados obtenidos bastantes antes de que ocurrieran los disturbios de Chemnitz.

En grandes empresas alemanas, como Volkswagen, el auge de la extrema derecha se plantea como un problema acuciante. No en vano, en una reciente entrevista con la edición dominical del periódico conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung, Hiltrud Werner, integrante de la dirección del gran consorcio automovilístico germano, señalaba que desde las altas instancias de la compañía se mira “con preocupación a cuántos trabajadores llega AfD”.

La influencia de la ultraderecha en grandes empresas alemanas ha crecido considerablemente de un tiempo a esta parte, especialmente en el sector del automóvil, una industria clave para la economía alemana. Por otra parte, los trabajadores internacionales son de vital importancia para el país de Angela Merkel. Éste vive un dilatado invierno demográfico que se traduce, por ejemplo, en la existencia de decenas de miles de puestos de formación laboral no cubiertos por falta de jóvenes. Alemania necesita, además, trabajadores cualificados. A finales del año pasado, el Instituto para la Investigación del Mercado de Trabajo y Empleo (IAB) cifraba en 1,2 millones los puestos de trabajo vacantes en Alemania.

Crecimiento económico a la baja, extremismo al alza

“Si una empresa quiere presentarse como atractiva para trabajadores extranjeros, es importante que sea capaz de proveer un clima en el que los trabajadores se sientan cómodos, y que no tengan la impresión de que no son deseados allí o que se sienten amenazados”, sostiene Bardt. “Esto se puede temer en regiones en la que hay protestas contra los extranjeros. Ahí puede hacerse difícil captar trabajadores”, añade este investigador del IW.

Otras áreas de actividad, como el turismo, también pueden verse afectadas por el auge de la xenofobia. “En aquellos sectores donde el sentimiento de seguridad es importante es lógico pensar que estos fenómenos puedan tener consecuencias negativas”, según Bardt. Él plantea, extendiendo el concepto de extremismo político, que este fenómeno “tiene que ver con el auge de fuerzas nacionalistas en los parlamentos europeos”. El “brexit es también una decisión surgida de este fenómeno”, sostiene el responsable del IW.

El brexit, según un reciente estudio de la Fundación Bertelsmann, con sede en Gütersloh (oeste germano), podría acarrear hasta 40.400 millones de euros en pérdidas anuales a la economía de la Unión Europa en caso de que se produzca una salida del Reino Unido sin acuerdo. En Alemania, aún está por ver cómo terminan afectando las ideas anti-stablishment que se plantean desde los sectores más radicales. Éstos, en cualquier caso, son un elemento de preocupación más a considerar en una situación económica alemana que hace tiempo que dejó de ser óptima.

Expertos como los del IW ven a Alemania creciendo este año menos de lo previsto inicialmente. Ahora las predicciones de las principales instituciones de investigación económica apuntan para 2019 a un crecimiento del 0,8%. El pasado otoño la previsión de crecimiento era del 1,9%. 

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