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El equipo de Varufakis cree que las elecciones en España les “dieron fuerzas para seguir negociando sin ceder”

Los griegos creen que aún les quedan balas para negociar

Pablo García

Mientras tienen lugar los últimos coletazos de unas arduas negociaciones de las que debería salir un acuerdo definitivo entre Grecia y sus acreedores (con decenas de intentos abortados en los últimos cuatro meses), un miembro del staff negociador heleno encuentra tiempo por teléfono para repasar las inagotables reuniones con eldiario.es. “Cuando apareció este lunes el artículo en Le Monde de Alexis Tsipras [en el que el primer ministro mantiene su voluntad de no hacer más concesiones] ya nos sentíamos más confiados. La semana previa la negociación había sido durísima, pero vino marcada por los excelentes resultados de las elecciones locales en España. Y ver a un alcalde de Podemos en Madrid y Barcelona nos dio fuerza para negociar sin ceder”.

Tras aclarar que las alcaldables de Madrid y Barcelona no son de Podemos, el negociador griego lo solventa metiéndolas en el “bloque antiausteridad”. “Será esperanzador para otras formaciones aliadas. Y para nosotros fue un mensaje refrescante en línea con nuestras tesis, en aras de alcanzar por fin una solución política. Estuvimos muy pendientes de las elecciones españolas”.

La conversación tiene lugar cuando los ecos del pacto entre Grecia y la tríada formada por BCE, FMI y Comisión –la antigua Troika- suenan más fuerte: según varias partes consultadas, el acuerdo para desbloquear 7.200 millones ya habría sido acordado por los representantes de los acreedores, que esperan relatar su propuesta a las autoridades griegas por teleconferencia.

¿Habrá que hacer concesiones inesperadas? “Yo creo que nuestra resistencia ha dejado bastante claro hasta dónde estamos dispuestos a ir”, comenta la fuente negociadora. “El viernes [de la semana pasada] ya dejamos claro que no estábamos dispuestos a añadir más concesiones a la cesta y nuestro primer ministro hizo lo propio en su artículo”.

Tras la publicación de la tribuna en Le Monde, Financial Times alejó las posibilidades de cerrar un acuerdo. Pero los hechos posteriores apuntan a lo contrario, si bien este martes a cierra de esta información, no había quedado claro si en la oferta de los acreedores se incluía el retraso en la edad de jubilación. Por el momento el Ejecutivo griego ha cedido parcialmente en algunas privatizaciones, así como en la subida del IVA sobre varios productos y también en recetas, pero se niega a tocar las pensiones y a acometer una reforma laboral. “Tampoco podemos aceptar un take it or leave [ultimatum]”, señala este asesor gubernamental.

La inexperiencia de Syriza en las negociaciones ha sido reconocida en privado hasta por miembros del Gobierno y casi la mitad del partido apuesta por romper las conversaciones, pero este alto cargo lo niega de plano. “Puedo asegurarle que no es algo tan serio”, proclama. “No somos un partido monolítico, a diferencia del Pasok o Nueva Democracia. Pero si no hacemos ninguna concesión importante, no habrá ninguna razón para votar en contra del hipotético acuerdo que alcancemos con el Grupo de Bruselas. Y no daremos bandazos. De ahí la importancia del artículo de Alexis Tsipras esta semana”.

Si se le recuerda que las críticas internas provocaron la dimisión de la representante de Atenas ante el FMI a las pocas horas de ser nombrada. “No, la salida de Elena Panaritis [procedente del Pasok] tampoco es tan importante. Además, ella ha renunciado con mucha profesionalidad y nos ha ayudado bastante al estar volcados en superar las diferencias con los interlocutores. Le vuelvo a insistir en que no somos monolíticos”.

“Todos formamos parte de las negociaciones”, destaca la fuente. “Varufakis a la cabeza de la discusión, Euclides Tsakalotos [su número dos] en el Grupo de Bruselas y Tsipras en contacto con todos”. Cambia de tercio: “No me queda duda, la solución será política”, dice. Y política significa para él lo que sucedió este lunes por la noche en Berlín: a un lado, Merkel de anfitriona, Hollande de primer invitado y detrás Christine Lagarde (FMI) y Jean-Claude Juncker; al otro lado del plasma, Tsipras y su mediático ministro de Finanzas.

Antes de despedirse, el griego cuantifica macroeconómicamente las penurias padecidas por el país (deuda pública, desempleo…) desde el primer rescate de 2010 –todos los dirigentes griegos se las han aprendido, cual lección obligatoria antes de hablar con la prensa-. Deplora igualmente la dureza del FMI en los últimos días y bromea sobre la “abundancia” de fechas límite “antes de que todo se venga abajo”. “La verdadera fecha límite es el 30 de junio, cuando expira la prórroga que arrancamos en febrero”, afirma. Por lo pronto, Atenas asume este viernes 5 de junio una devolución de 300 millones al Fondo Monetario Internacional.

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