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Neobancos: cara y cruz del fenómeno que compite con la banca por el público joven

Un usuario del neobanco alemán N26.

Diego Larrouy

Gratuita. Sin comisiones. Tu cuenta en cinco minutos. Transparente. Sin fronteras. Cambia las reglas. Con todas estas frases se presentan los neobancos en España. Se trata de plataformas tecnológicas que dan servicios bancarios y financieros pero que se distancian de la banca tradicional. Con un tono más desenfadado y un lenguaje muy ligado a las nuevas plataformas, a las redes sociales y a las startups, estas fintech crecen en el sector atrayendo al público más joven.

N26 es el más conocido y con un recorrido más amplio, pero el goteo ha traído otros nombres que, con importantes campañas publicitarias algunas, han aterrizado en España: Myinvestor, Bnext, BNC10, Monese, Bunq. “Esto es una auténtica revolución industrial”, apunta Salvador Casquero, responsable de neobancos en AEFI, patronal de las fintech en España. “Durante la crisis se empezó a cuestionar la utilidad de los bancos y fueron surgiendo alternativas”, subraya el también impulsor de otra empresa en este mercado, 2gether.

Pero no todas las empresas en este sector son iguales. Por un lado están los neobancos propiamente dichos. Son entidades financieras 100% digitales y tecnológicas que cuentan con ficha bancaria. Por otro, lo que se ha dado a llamar como los 'challenger banks' que son plataformas tecnológicas que se apoyan en una licencia de dinero electrónico, pero sin ficha bancaria.

Entre los que sí cuentan con licencia bancaria, la mayoría de las empresas que operan en España son extranjeras. Es el caso de N26 (Alemania), Monese y Revolut (Reino Unido), Bunq (Holanda) o Ferratum (Malta). Esto supone que están controlados por los bancos centrales de los respectivos mercados y están cubiertos por el fondo de garantía de depósitos de estos países. “Esto no debe suponer ningún problema, estamos dentro del sistema único europeo”, apunta Francisco Sierra, director general de N26 en España.

Sin embargo, en la información que dan estos bancos en sus respectivas webs, en ocasiones no es sencillo averiguar dónde se situará la nueva cuenta que se abre, como en el caso de la holandesa Bunq. Además, el hecho de contar con un IBAN de otro país puede llevar a problemas. Lo reconoce el propio Sierra, que asegura que hay algunos impedimentos al domiciliar ciertos pagos. “Estamos trabajando en adaptar de la mejor manera la oferta al banco español”, apunta.

Por otro lado, en la práctica supone que el dinero del cliente se encuentra fuera de España, aunque el cliente tenga domicilio fiscal aquí. Casquero, de la AEFI, resta importancia a este hecho y asegura que estos bancos tendrán que dar cuenta al Banco de España de que cuenta con clientes españoles. “Es un entorno regulado y están sujetos a obligaciones”, defiende.

Casquero argumenta que en la actualidad algunos mercados dan más facilidades que otros a la hora de crear este tipo de empresas, pero que con el mercado común estos neobancos pueden nacer en un país y operar sin problema e el resto de Estados de la UE. “El mundo ahora es ubicuo”, apunta.

Entidades sin ficha bancaria

Pero también hay neobancos sin ficha bancaria. Su funcionamiento es algo distinto. Si los anteriores trabajan de una manera más similar a una entidad tradicional con sus cuentas corrientes y productos financieros, estos se sirven de una cuenta monedero. Es el caso de Bnext o de BNC10, esta última arrancará su andadura a comienzos de año. El cliente traspasa su dinero desde una cuenta en una entidad y opera con esta 'cartera' con la que también puede tener una tarjeta de débito.

Estos neobancos cuentan con una licencia de dinero electrónico o bien la alquilan a terceros. La diferencia con una ficha bancaria es, principalmente, que estas entidades no pueden hacer uso del dinero del cliente para conceder préstamos a otros usuarios o para invertir en productos financieros.

Los usuarios de estas plataformas cuentan entre 20 y 40 años. “Hay margen de mejora en la banca tradicional en este campo”, apunta Jordi Domínguez, consejero delegado de BNC10. “El banco tradicional quiere al cliente más serio, con hipoteca y hay otro segmento que el servicio que recibe es insuficiente”, subraya el directivo.

Todas estas plataformas plantean servicios como los pagos sociales –botes electrónicos con amigos–, cuentas conjuntas, sacar dinero en el extranjero o pagar sin comisiones extra, etc. Sin embargo, aunque algunas de estas compañías se presentan con términos como “el banco de lo gratis” o “sin comisiones”, lo cierto es que no todo es gratuito.

Es el caso de Revolut, de Bunq, de Monese o de Ferratum. Estas empresas cuentan con distintos planes de precios al mes, que pueden ir desde los 0 euros a 20 euros. Según se va subiendo de precio se van dotando de más servicios, como pueden ser más retiradas en cajeros gratuitas, posibilidad de tener más de una cuenta, o incluso seguros de viaje.

Negocio con los datos del cliente

Otros hacen su dinero por otras vías. Guillermo Vicandi, consejero delegado de Bnext, explica que su objetivo es poder conocer cuantos más datos del cliente mejor para poder realizar perfiles y ofrecer productos financieros de terceros –bancos tradicionales–. Con la contratación de estas hipotecas o créditos Bnext cobrará a las entidades. 

Por otro lado, algunos de estos neobancos han protagonizado en este arranque del sector algunas situaciones polémicas. Hace unas semanas El Confidencial desvelaba que era posible en N26 crear cuentas con identidades falsas. En concreto, un error en el sistema de identificación era una fisura que suponía ir en contra de las leyes bancarias. Sierra, el responsable de la compañía en España, aasegura que su sistema es “legalmente compatible” y que trabajan en la “monitorización continua” de las transacciones.

Otro caso fue el de Revolut. Tal y como informó eldiario.es la compañía británica inició la búsqueda de trabajadores para su filial en España y lo hizo con una exigencia: pedía a los aspirantes aportar 200 clientes de Revolut de manera gratuita. “Somos una startup, competimos con bancos y necesitamos personas creativas que no necesiten millones para hacer marketing”, argumentó la compañía.

Los directivos de esta compañía y de la patronal entienden que actualmente la regulación permite perfectamente el funcionamiento de estas alternativas a la banca tradicional, e incluso apuntan que otras normas que están por llegar, como la directiva de pagos PSD2, permitirá el aumento de nuevos jugadores en el sector, como apunta Casquero, de AEFI. Los distintos directivos coinciden en señalar que el campo de pruebas que el Gobierno anunció para antes de final de año servirá para impulsar el entorno de las fintech.

Sin embargo, apuntan que España no se ha situado a la cabeza de estas innovaciones en Europa. “Hay bancos fantásticos pero no todos han tenido una estrategia digital claramente definida, tienen un modo de actuación que no comulga con un cliente ya habituado a otras formas”, defiende Vicandi, de Bnext.

Rivalidad con la banca tradicional

Hay un tercer tipo de estos neobancos que son aquellos ligados a una entidad tradicional. Es el caso de Myinvestor, que tiene el respaldo de Andbank. Nació inicialmente como un asesor virtual de inversión y posteriormente se convirtió en entidad financiera online. “La banca tradicional tiene el reto de retener a los hijos de sus clientes”, apunta Gabriela Orille, co-consejera delegada de Myinvestor. La entidad cuenta con un IBAN español y opera como cualquier otra entidad.

Otros rivales también han lanzado bancos digitales con el objetivo de atraer a los clientes millenial. Es el caso de Openbank, de Santander, que recientemente anunció una actualización de su aplicación y sus servicios. También CaixaBank cuenta con ImaginBank, una plataforma digital “sin comisiones”.

Grandes entidades y pequeñas startups se encaminan a convivir en la competencia por los clientes más jóvenes. “Los grandes están empezando a hacer cosas muy buenas, pero hay mercado para todos”, apunta Domínguez de BNC10. Idea en la que coincide Casquero, que señala que “se va hacia mundos colaborativos”. “La banca tradicional seguirá existiendo porque todavía hay mucha gente cómoda con ese modelo, no nos creamos David contra Goliath”, concluye Vicandi, de Bnext. 

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