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La conducta del SPD alemán causa perplejidad entre los socialistas franceses

Foto de archivo

Pablo García

Bruselas —

Un eurodiputado alemán dijo en la víspera del referéndum griego en la radio que si los griegos votaban no el domingo “tendrán que introducir otra moneda en su economía, porque no tendrán más euros a su disposición como medio de pago”. El eurodiputado no es un cualquiera: es el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, la cara más visible de la Eurocámara. Y milita en la bancada de los socialistas europeos y en el partido socialdemócrata germano, el SPD. El mismo Schulz fue el que declaró a principios de junio que “griegos como [el ministro de Finanzas heleno Yanis] Varufakis me ponen de los nervios”.

Para muchos eurodiputados de la gran familia socialista, denominada desde 2009 Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo y abreviada con las siglas S&D, las palabras de Schulz han sido la gota que ha desbordado el vaso: es el primer socialista que rechaza públicamente la posibilidad de un acuerdo más allá de la votación. Hay un enfrentamiento casi abierto entre el Partido Socialista Francés (PSF) y el SPD alemán, que a través de Schulz ha transmitido una opinión que podría haber firmado el más conservador de los dirigentes democristianos del CDU.

Eso ha dejado descolocada a la familia socialista en la Eurocámara, dividida prácticamente en dos bloques Norte-Sur, es decir, los proausteridad y los proausteridad con matices.

En el ala izquierda del S&D se sitúa una buena hornada de eurodiputados franceses. Como Pervenche Berès, que muy probablemente también votará en contra del informe del TTIP pactado por socialistas y populares europeos esta semana. “Yo reconozco que los griegos han dado una lección de democracia y han dicho que quieren seguir en el euro y en Europa”, respondía Berès por teléfono el domingo por la noche preguntada por los durísimos comentarios de Schulz. “El referéndum ha sido una demostración de lo que quiere Grecia, que es seguir negociando con las instituciones hasta alcanzar un acuerdo”.

El grupo de los Socialistas y Demócratas, cuya web la noche del domingo estaba caída, no se ha mostrado muy locuaz estos días durante las tensas discusiones en torno al rescate griego. Oficialmente y con la boca pequeña, la mayor parte de sus dirigentes han apoyado el sí. El grupo europeo ha emitido estos días un comunicado en el que si bien anima a proseguir las negociaciones para mantener unida la eurozona, por otro lado descarga una dureza inusitada contra la gestión de Alexis Tsipras.

El portavoz del S&D, el italiano Gianni Pittella –de la misma formación que el primer ministro Matteo Renzi- se ha mostrado mucho más contemporizador con el Gobierno de Syriza que otros de sus colegas. Pittella había declarado antes del referéndum que “hay que dar una oportunidad al pueblo griego de elegir su destino. Un referéndum no nos da miedo”.

Fuentes de los socialdemócratas germanos en Bruselas indican a este medio que también existen “dos versiones del SPD”: una, la más dura, la encarna el vicecanciller Sigmar Gabriel pero también el propio Schulz; y en la otra, más clásica, están varios eurodiputados del partido. “Hay un SPD-Berlín aliado con Schulz y un SPD-Bruselas. Muchos de nosotros fuimos los primeros sorprendidos con lo que dijo Schulz”, aseguran estas mismas fuentes.

La delegación española no se alinea con las posiciones más rebeldes de su familia política, sino que permanece cobijada bajo la visión germana imperante en el grupo. En un encuentro con los medios la semana pasada, los eurodiputados del PSOE introdujeron su propio punto de vista sobre la cuestión griega, refrendado en un comunicado. “La convocatoria de un referéndum para el próximo domingo en Grecia ha situado la negociación al borde del precipicio. Es un recurso legítimo del gobierno griego, pero enormemente arriesgado para Grecia porque podría acabar dividiendo peligrosamente a su pueblo y quizás dejándolo fuera de la Unión”, señalaba el texto.

El PSOE defiende una quita con muchas condiciones, incluyendo un “análisis a largo plazo de la sostenibilidad de la deuda pública griega, con vistas a su reestructuración ordenada en el marco de los instrumentos e instituciones de la Eurozona”.

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