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Un punto de partida para arrancar el proyecto

Isaac Altable

Si hay un mantra que se repite sin cesar entre los pequeños empresarios y autónomos en España es “lo difícil” que es sobrepasar la burocracia administrativa a la hora de montar un proyecto. Sin ir más lejos, un informe del Banco Mundial situaba a España en el puesto 136 de 185 países analizados en cuanto a la facilidad para obtener los permisos para un negocio. De cualquier tipo, es decir, los que se lanzan a poner una tintorería pero también esa empresa de mensajería verde en bicicleta, el huerto sostenible de Lleida o la empresa que emplea a mujeres víctimas de la violencia machista. Ser emprendedor y emprendedor social por ende, requiere una primera lucha con la adminsitración.

En España cuesta 28 días y diez trámites hacerse con los permisos. En Nueva Zelanda es automático por internet y cuesta 100 euros. En ese contexto, la reclamación de PYMES y autónomos es “simplificación”. Y en esa línea, una única ventanilla (verdadera metáfora del mareo administrativo de cola en cola hasta llegar al funcionario) es lo que se pide. Una asociación sectorial como ATA reclama este procedimiento. Pero cualquier emprendedor lo ratifica. Y ya puestos, que la ventanilla sea virtual.

Inventiva para las empresas sociales no falta. Porque la sociedad las reclama y porque los ciudadanos las crean. Pues bien, para los que estén manejando la idea de arrancar con algún proyecto, pueden echar mano de las ventanas empresariales que se están abriendo en las cámaras de comercio. “Es un programa de simplificación administrativa de las condiciones para la creación de empresas”, cuentan en el Consejo de Cámaras de Comercio. Más allá de otras consideraciones, en estos organismos se puede uno plantar para salir de allí con el alta de autónomos arrancada o la empresa en vías de funcionamiento. Con una red de casi 400 puntos de contacto, pueden servir para allanar el camino a nuevos emprendedores, “los pequeños son el eslabón más débil”, explica Javier Carretero, director general del Consejo de Cámaras de Comercio. Y eso lo corroboran protagonistas de Inspira como Analía Blanco que nos comentaba que estaba a la espera de poder dar “un empujón” para sacar su proyecto de reciclaje de aceite. Y su caso no es una excepción. Recontando los papeles que deberán recopilarse sale: el permiso de actividad, la licencia municipal, los informes de medio ambiente, los informes de patriomonio, el alta en el impuesto de sociedades, las deducciones, las liquidaciones del IVA... todos esos pasos -algunos obligatorios otros alternativos- pueden enterrar al más dispuesto. El objetivo de la ventanilla es aglutinar los procedimientos y resolverlos ahí mismo.

Con una sola vía de entrada, la “simplificación y tramitación integral” es mucho más rápida, apuestan desde las organizaciones comerciales. Cada idea que puede impulsarse es una solución a un pequeño (o gran) problema. “Las iniciativas emprendedoras sociales no están suficientemente estructuradas, y todavía queda mucho por hacer”, dice Antonio Ballabriga, director de responsabilidad corporativa de BBVA. De lo que se deduce que hallar facilidades les permitirá pasar del embrión a desarrollar su proyecto. En esa dinámica, las cámaras de comercio españolas se han unido al programa Yo Soy Empleo para ofrecer ayudas directas en la creación o ampliación de las sociedades. Es decir, dentro del paquete que estas cámaras pueden ofertar a los que se acercan aparece las ayudas de Yo Soy Empleo para la contratación de personas que estén en el desempleo. Un conducto:mayor celeridad y mejor información. “El 73% de los puestos de trabajo llegados mediante este proyecto son indefinidos”, cuentan. Según sus cuentas, “2.500 empresas se han dado de alto y se están tramitando 700 ayudas” para combinar emprendimiento y nuevo empleo. Quizá sean nuevas soluciones.

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