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Menopausia, la importancia de visibilizar y tratar este periodo de la mujer

Una mujer trabajando desde su jardín.

Mercè Palau

Periodos irregulares, sofocos que hacen que el cuerpo y la cara se calienten de forma repentina, sequedad vaginal, trastornos del sueño y cambios de humor son algunos de los síntomas de la menopausia, que se considera como tal a partir de los 12 meses después del último periodo de la mujer. Los años previos a este momento la mujer puede empezar a sentir algunos de estos síntomas, especialmente cambios en el ciclo menstrual y sofocos, que son algunas de las pistas que da el cuerpo en la transición menopáusica. Debe tenerse en cuenta que el proceso de la menopausia no ocurre de la noche a la mañana sino que es gradual y cada mujer lo vive de manera distinta.

Menopausia, una parte normal de la vida de la mujer

La menopausia no es ni una enfermedad ni un trastorno, es una parte normal del envejecimiento. Algunas mujeres viven esta etapa sin ningún problema con los síntomas; otras, en cambio, lo viven con más molestia. Según la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), no todas las mujeres tienen por qué desarrollar los mismos síntomas. Es más, se calcula que un 25% de las mujeres apenas los desarrollan, frente a un 75% restante que sí los tienen. 

Aunque no hay un momento concreto del inicio de la menopausia, esta suele situarse alrededor de los 51 años, con un espectro bastante amplio que puede ir de los 48 a los 54 años. ¿Qué ocurre durante estos años? La mujer empieza a disminuir su función ovárica y, por tanto, reduce la producción de las hormonas femeninas, los estrógenos y progesterona. 

Lo que caracteriza este periodo es, sobre todo, la presencia de importantes cambios endocrinólogos, en la mayoría de los casos imprevisibles y variables. Por ejemplo, los huesos se vuelven menos densos, lo que hace que las mujeres sean más vulnerables a las fracturas; el cuerpo empieza a usar la energía de manera diferente, las células grasas cambian y las mujeres pueden aumentar de peso más fácilmente (se calcula un aumento de peso de entorno a los siete kilos); se puede producir un incremento de las tasas de hipertensión arterial, hipercolesteremias, dolores articulares, entre otros.

La importancia de un enfoque integral de la menopausia

Una de las diferencias con hace algunos años, cuando la esperanza de vida era mucho menor, es que las mujeres ahora viven alrededor de un tercio de sus vidas después de la menopausia, es decir, puede vivir  30 o 40 años más. Esta etapa abarca, por tanto, casi la mitad de la vida de la mujer. Esto lleva a plantearse la necesidad de optimizar la salud física y mental durante este periodo, una tarea que es cada vez más importante. Se trata, tal como admite la doctora Clotilde Vázquez, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz, de “aportarle la mejor salud, tanto física como psíquica, el mayor número de años posible”. Autora de “Klimaterio. Historia de mujeres y hormonas”, la experta destaca la importancia de dar más visibilidad y de tratar la menopausia de manera exhaustiva y personalizada, de ofrecer un tratamiento integral que englobe todos los síntomas y expertos de distintos ámbitos como endocrinos y ginecólogos, entre otras especialidades implicadas.

El tratamiento debe “ir más allá de la consulta”, admite la experta, que en el libro no solo hace un análisis desde el punto de vista científico de la menopausia sino también da una visión humana y divertida de los componentes hormonales, psicológicos, sociales y de salud de este periodo, en torno al cual muchas veces también transita cierta incomprensión. 

Porque, más allá de los síntomas físicos, muchas mujeres experimentan durante estos años una pérdida en su calidad de vida relacionada con el cese brusco de la producción de una hormona endocrina. “Se dice que es lo que les pasa a todas y que hay que pasarlo, pero no”, corrige la doctora Vázquez, que puntualiza que lo que debe hacerse es “corregirlo para que sea más suave, que el organismo no se lesione por este cambio brusco”. 

El abordaje no es “hormonar sin más”, sino diagnosticar, y cuantificar el déficit hormonal , encuadrarlo dentro del contexto global y otros posibles problemas metabólicos y hormonales aportando un enfoque endocrino integral. Y es que, como admite la doctora Vázquez, en la consulta “muchas pacientes que acudían por exceso de peso, problemas tiroideos o diabetes, pero con síntomas que afectaban a su calidad de vida y que no tenían que ver con esas patologías, sino con el cese brusco de producción de una hormona endocrina que produce efectos muy negativos a corto, medio y a largo plazo”.

En definitiva, se trata de hacer el camino de la menopausia mucho más fácil y llevadero, manteniendo la salud física y emocional “cuantos más años mejor”, concluye la experta.

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