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El docente como guía y el niño como centro del aprendizaje: las claves del éxito del método Montessori

Un alumno en clase en una escuela Montessori.

Tomás Muñoz M.

Pese a tener casi un siglo de historia, el Método Montessori se ha revalorizado en los últimos años y los profesores acreditados para impartirlo encabezan la nueva generación de docentes llamados a cambiar un modelo educativo que ha quedado obsoleto.

Y con esta meta en el horizonte, el próximo 1 de junio comenzará el programa formativo de Guías Montessori del International Montessori Institute (IMI). El periodo de inscripción se ha abierto para aquellos docentes que estén interesados en formarse oficialmente como guías para las etapas educativas comprendidas entre los cero y los 12 años. Los estudiantes recibirán un total de 2.100 horas de formación —con soporte y seguimiento directo, e-learning 24 horas y la participación en webinars— que les servirán para aprender a acompañar y orientar al alumnado, crear espacios estimulantes y preparar materiales específicos que fomenten el desarrollo y respeten el ritmo de cada individuo, entre otras técnicas especializadas. 

En la actualidad, el Método Montessori ha sido avalado por disciplinas tan punteras como la neuroeducación y está considerado como pieza fundamental de la transición pedagógica. Investigaciones desarrolladas en las últimas décadas han confirmado, gracias a la monitorización del cerebro, que el ser humano jamás deja de crear nuevas conexiones neuronales que se reconfiguran constantemente. 

Es lo que se denomina neuroplasticidad y, entre otros aspectos, homologa la exploración como el método más eficaz para generar aprendizaje. “Es la base de nuestro modelo instructivo y la razón por la que formamos a nuestros guías en esa línea”, señala Adela Vizcaíno, directora pedagógica  del programa formativo de guías Montessori del IMI, quien concreta las funciones de los guías Montessori: “Su papel es determinante. Preparan el ambiente, cuidan los materiales y las condiciones, observan las necesidades e intereses de los estudiantes y, por supuesto, les permiten explorar y descubrir por sí mismos. Todo ello sin que su presencia interrumpa esa atmósfera o sea invasiva”.

Sin embargo, la pedagogía Montessori no es un invento de la sociedad digital, sino que fue desarrollado en la década de los años 30 y 40 del siglo pasado por la primera mujer italiana graduada en medicina, María Montessori, quien además es considerada como una de las pioneras del feminismo y la cultura ecológica. 

“Su forma de entender la educación implica el acompañamiento para que el ser humano desarrolle al máximo su potencial, desde el nacimiento y a lo largo de toda su vida”, precisa Vizcaíno. “Si consideramos que desde la Revolución Industrial no nos habíamos enfrentado a tantos retos pedagógicos, laborales y sociales, nos encontramos en un momento de la historia en el que se hace más necesario que nunca instruir a personas automotivadas, flexibles, innovadoras y con autorregulación, pero también capaces de trabajar en equipo: los modelos educativos que den prioridad a estas habilidades serán los que permanezcan en el tiempo”, subraya.

En consonancia con el razonamiento de la directora pedagógica del IMI —quien a la vez es guía acreditada Montessori—, en los últimos años la sociedad está experimentando una auténtica revolución digital, en la que el mercado laboral está cambiando profundamente. Numerosos puestos de trabajo están quedando obsoletos o desapareciendo, mientras que otros se modifican, evolucionan o surgen de los avances tecnológicos. 

En este contexto, “resulta fundamental que los docentes desarrollen su capacidad de observación para identificar las diferencias individuales de cada estudiante”, concreta. “El método de enseñanza-aprendizaje, tal y como lo entendemos en Montessori, se basa en combinar momentos de instrucción con otros en los que niños y niñas exploran, descubren y profundizan de forma autónoma”, explica Vizcaíno. “Se trata de entender su comportamiento en función de la etapa evolutiva que viven en ese momento —continúa la maestra— y que les hace tener unos intereses y unas necesidades particulares. Los docentes debemos responder diseñando experiencias de aprendizaje adecuadas”.

Pero si hay un hándicap al que tiene que hacer frente el sistema educativo español es la inestabilidad que le ha llevado a adaptarse a ocho grandes modificaciones en los últimos cuarenta años, de la mano del mismo número de leyes orgánicas. Esta falta de constancia afecta tanto a la organización, como a la calidad de la propia enseñanza mientras que, al mismo tiempo, una de las quejas habituales de los docentes suele estar relacionada con el encorsetamiento al que se ven sometidos, tanto por la carga administrativa que tienen que afrontar, como por el acatamiento de un currículo rígido y desfasado que deja poco margen a la innovación. 

Por esta razón, “el primer paso para conseguir una educación de calidad debe ser la transformación del maestro”, destaca Vizcaíno y continúa recalcando que “el educador tiene que lograr relacionarse de una forma horizontal con el alumnado, esto le permitirá ser un facilitador del aprendizaje”.

Crece el interés de los centros hacia los guías Montessori

Respecto a la formación que ofrece el IMI, Adela Vizcaíno especifica que “además del curso específico para guías que hemos mencionado, los interesados tienen otras titulaciones que autorizan a los docentes de forma oficial a impartir nuestro método. Se trata del Máster universitario en Educación Infantil y del Máster universitario en Educación Primaria, avalados por la Universidad de Barcelona”.

“Nuestras titulaciones están totalmente adaptadas a los nuevos tiempos y se pueden cursar a distancia, ya que brindamos asistencia técnica a los futuros guías y nuestras formadoras monitorizan constantemente los avances”, aclara Vizcaíno. En lo referente al campus, la directora del IMI indica que “ponemos a disposición de los estudiantes diferentes recursos como son vídeos, documentos y un foro. La evaluación se realiza de manera continua, a través de la entrega periódica de tareas y también hay una evaluación final teórico-práctica”.

La recompensa para los futuros guías Montessori va más allá de conseguir un título que les acredite como tal, ya que la tendencia actual confirma que cada vez se abren con más frecuencia centros escolares adscritos a este método educativo. “Incluso hay colegios ya establecidos que han optado por introducir esta pedagogía y un creciente interés por llevarla al ámbito público”, apunta Vizcaíno, quien concluye con una frase que aporta motivación extra: “Hay escuelas Montessori en los cinco continentes, por lo que un guía con una sólida preparación puede encontrar trabajo con facilidad”.

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