Prevenir la enfermedad de Alzheimer, ¿es posible?
Nuestro cerebro está formado por millones de células nerviosas. En la enfermedad de Alzheimer, que es progresiva e irreversible y afecta a más de 900.000 personas en España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), estas no pueden comunicarse de forma efectiva. La muerte de las neuronas, un tipo de células del cerebro, va destruyendo gradualmente la memoria de una persona, sus habilidades para razonar, comunicarse, aprender y su capacidad para realizar tareas cotidianas.
En su compromiso por vencer la enfermedad, la Fundación Pasqual Maragall celebra el Día Mundial del Alzheimer, el 21 de septiembre, un evento instituido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y auspiciado por Alzheimer’s Disease International (ADI) en 1994. Este año la Fundación lo conmemora bajo el lema #undíaparaolvidar, vinculando uno de los primeros síntomas de la enfermedad, el olvido, con el fin de que su celebración deje de ser necesaria en un futuro.
El objetivo es doble: destacar la importancia que tiene la investigación como camino para encontrar una cura y fomentar la divulgación y el conocimiento de la enfermedad para cambiar la percepción social, crear conciencia y desafiar el estigma que persiste en torno a esta enfermedad.
Vivir con Alzheimer
La enfermedad de Alzheimer afecta a todos los aspectos de la vida de una persona: cómo piensa, siente y actúa. Ello explicaría en buena medida que se trate, según el estudio Actitudes y percepciones de la población española sobre el Alzheimer, realizado por la Fundación Pasqual Maragall, de la segunda preocupación de salud en España (68%), a poca distancia del cáncer (68%), la primera preocupación a partir de los 55 años. Es, además, el principal problema de salud al que se enfrentan las personas mayores.
Aunque no todas las personas sufrirán la enfermedad de la misma forma, sí es común que todas sufran síntomas de tipo cognitivo y conductual, todos con afectación funcional, es decir, que impiden realizar acciones de la vida cotidiana. Los primeros síntomas más habituales, que aparecen de forma progresiva, suelen ser alteraciones en la memoria o el lenguaje y no saber reconocer lo que se ve, se oye o se toca, así como olvidarse de lo que acaba de suceder.
También son comunes otros síntomas como dificultad para vestirse, no saber atarse los cordones de los zapatos, comer, razonar de forma lógica, perder la capacidad para planificar y alteraciones de las funciones visuoespaciales, es decir, problemas para calcular las distancias, lo que lleva a un mayor riesgo de caídas y confusión.
La suma de todo ello hace que se trate de una de las enfermedades con mayor impacto en la estructura familiar ya que, en el 80% de los casos, el papel del cuidador principal recae en un miembro de la familia, que muchas veces no cuenta ni con el apoyo necesario ni con los recursos.
Alzheimer, una enfermedad que aún genera desconocimiento y confusión
Pese a los avances conseguidos todavía existe sobre esta enfermedad un gran desconocimiento en cuanto a las causas, la prevención y los factores de riesgo. Casi la mitad de los encuestados cree que desarrollar Alzheimer forma parte del proceso de envejecimiento. Sin embargo, y aunque puede ser el principal factor de riesgo, no es una causa directa y tampoco forma parte del envejecimiento normal del cerebro. Es una idea errónea pensar que, con los años, lo normal es que una persona pierda memoria y capacidad cognitivas.
Los estudios no dejan de revelar que existe una sorprendente falta de conocimiento sobre la demencia en general y del Alzheimer en particular. Como el Informe Mundial sobre el Alzheimer 2019, de la Alzheimer’s Disease International, realizado sobre casi 70.000 personas de 155 países y según el cual dos tercios de las personas todavía piensan, de manera incorrecta, que la enfermedad es una parte normal del envejecimiento y no un trastorno neurodegenerativo. El informe revela, además, que el estigma impide que las personas busquen información, asesoramiento y ayuda médica que podrían mejorar la calidad de vida.
Un 57% de la población, por ejemplo, cree que el Alzheimer es hereditario, cuando en realidad menos de un 1% de los casos lo son, recuerda la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), que afirma además que, aunque sí existen genes que aumentan el riesgo, el desarrollo o no dependerá de otros muchos factores, entre ellos los hábitos de vida. Algo que solo conoce el 56% de la población.
Esto nos lleva a una buena noticia: solo falta saber qué hacer para rebajar las probabilidades de evitar o retrasar la enfermedad. Lo explican un grupo de expertos en este informe, donde clasifican cuáles son los factores de riesgo y las acciones más efectivas según la edad. En total, enumeran 12 factores de riesgo modificables, como mantenerse activo mental y físicamente, realizar ejercicio físico, evitar el consumo de alcohol y tabaco, evitar la hipertensión y cuidar el contacto y las relaciones sociales, entre otros. Factores de riesgo que representarían alrededor del 40% de las demencias en todo el mundo que podrían retrasarse o prevenirse.
Detección y tratamiento: la clave está en la investigación
¿Qué ocurriría si se pudiera diagnosticar la enfermedad de Alzheimer antes de que comenzaran a aparecer los síntomas? Una de las esperanzas en este campo es que los tratamientos puedan atacar la enfermedad en sus primeras etapas, antes de que se produzca daño cerebral irreversible o deterioro mental. Por ello, la investigación para hacer frente a esta enfermedad es fundamental, aunque más del 60% de las personas consultadas en la encuesta de la Fundación Pasqual Maragall considera que no se destinan los recursos necesarios.
Aunque, como reconoce el Doctor Arcadi Navarro, director de la Fundación Pasqual Maragall “estamos en un momento histórico en el desarrollo de la investigación del Alzheimer con nuevos biomarcadores para la detección precoz de la enfermedad y con la llegada de los primeros fármacos que retardan su progresión”. De hecho, el centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, BarcelonaBeta Brain Research Center, centra actualmente su investigación en la detección precoz de la enfermedad.
Con la esperanza de vida en aumento, en 2050 la cifra de casos a nivel mundial podría triplicarse y en España el número de pacientes podría ascender hasta los casi dos millones de personas si no se encuentra una cura efectiva que, a día de hoy, todavía parece lejana, según la OMS. Para Navarro, “es crucial la generación de conciencia social para que esta enfermedad reciba la atención que merece y su abordaje se considere una prioridad estratégica”.