Asma en primavera: siete trucos para hacer sus síntomas más llevaderos

Una persona asmática con el inhalador.

Eric Santaona

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El asma es la afección de las vías respiratorias en los pulmones más prevalente en España. Afecta a más del 10% de la población infantil y más del 5% de los adultos, lo que la convierte en la enfermedad crónica más recurrente en niños, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

¿Qué causa el asma?

El asma es una enfermedad reactiva de respuesta ante unos agentes externos que causan una inflamación en la zona bronquial que dificulta la respiración.

Según explica la Red de Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, “estar expuesto a elementos en el ambiente como el moho o la humedad, algunos alérgenos como los ácaros del polvo y el humo de tabaco de segunda mano, se ha vinculado a la aparición del asma”.

“La contaminación del aire y la infección viral de los pulmones también pueden causar asma, así como el polen tan frecuente en esta época del año y también en verano”, añade el citado organismo.

Por su parte, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos añade los siguientes desencadenantes:

  • Animales (caspa o pelaje de mascotas, también cucarachas).
  • Ácaros del polvo.
  • Ciertos medicamentos (ácido acetilsalicílico y otros AINE).
  • Cambios en el clima (con mayor frecuencia clima frío).
  • Químicos en el aire o en los alimentos.
  • Infecciones respiratorias, como el resfriado común.
  • Emociones fuertes (estrés).

Incluso el relleno del edredón en personas sensibles a la proteína de las plumas de ave, puede provocar dificultades respiratorias crónicas.

¿Cuáles son los síntomas del asma?

Se manifiesta, sobre todo, con ataques recurrentes de sibilancias, dificultad para respirar, opresión en el pecho y tos. La Clínica Mayo enumera los siguientes síntomas:

  • Falta de aire.
  • Dolor u opresión del pecho.
  • Sibilancias al exhalar, que es un signo común de asma en los niños.
  • Problemas para dormir causados por falta de aliento, tos o sibilancia al respirar.
  • Tos o sibilancia al respirar que empeora con un virus respiratorio, como un resfriado o gripe.

¿Cómo se combate el asma?

Al ser una enfermedad reactiva, la cura nunca es absoluta sino que se debe combatir controlando los agentes que la provocan y atenuando los síntomas. Con los tratamientos actuales, la mayor parte de las personas pueden controlar la enfermedad sin que se vean alteradas de forma significativa sus actividades diarias. 

Sin embargo, en ocasiones no se logra este monitoreo porque algunos factores fallan, como la falta de diagnóstico y de adhesión terapéutica (de seguimiento del tratamiento por parte de los pacientes).

Mantenerla bajo control para ganar calidad de vida y perder limitaciones, especialmente en primavera que es cuando más se manifiesta —el frío invernal también puede desatarla—, implica una serie de estrategias.

Cómo sé si tengo el asma controlada

La SEPAR expone una serie de señales que nos indican que el asma no está controlada:

  • Presencia de pitidos, dificultad para respirar u opresión en el pecho.
  • No se pueden realizar las actividades diarias cotidianas.
  • Las pruebas de función pulmonar, como la espirometría, salen alteradas.
  • Es necesario el uso de un inhalador de rescate muchas veces.

Cómo tener el asma a raya

Hay dos factores que permiten tener el asma raya. El principal es que la persona enferma esté en manos de especialistas que hagan un control estable en el tiempo sobre la evolución de su enfermedad. El segundo es que el paciente se tome en serio los medicamentos prescritos incluso en aquellas épocas en las que no se sienten los síntomas del asma. Es común sentir la falsa impresión de que tenemos la enfermedad bajo control.

Según el estudio Measuring Asthma Gina Control Study (MAGIC), más de la mitad de los pacientes asmáticos no están bien controlados, aunque solo el 7% es consciente de ello.

Para aminorar los síntomas es fundamental controlar bien el asma y esto pasa por estas acciones definidas por la SEPAR en la Guía Española para el Manejo del Asma (GEMA):

  • Tener un plan de acción para el asma: debido a que los síntomas son variables y que pueden empeorar o mejorar en función de varios aspectos, es necesario conocer cómo podemos ajustar los medicamentos según los síntomas y cuándo buscar ayuda médica. Debemos pactar con el profesional de la salud un plan escrito para que cuando el asma empiece a dar molestias, podamos actuar rápidamente.
  • Conocer los desencadenantes y evitarlos: se trata de aquello que hace que nuestros pulmones reaccionen de forma exagerada y causen los síntomas. Cada persona tiene los suyos. Los más comunes suelen ser pólenes, moho, humo del tabaco, el cambio climático o infecciones como catarros.
  • Tomar el inhalador preventivo cada día: muchas personas piensan que pueden prescindir de los medicamentos preventivos cuando no tienen síntomas, pero no es así. Los medicamentos preventivos como corticoides inhalados nos dan protección con el tiempo y evitan que las vías respiratorias se inflamen, lo que significa que es menos probable que reaccionemos a los desencadenantes. Pero los beneficios comienzan a notarse después de dos a tres semanas, por lo que es importante continuarlo y no interrumpirlo.
  • Llevar siempre el inhalador de alivio rápido o de rescate a todas partes: además de la prevención, es muy importante llevar consigo el inhalador de alivio para tratar de forma rápida los síntomas inesperados. Si actuamos con rapidez, podemos reducir el riesgo de sufrir un ataque de asma. Si tenemos que usar este inhalador tres o más veces por semana, significa que el asma está empeorando y necesitamos consultar con el médico.
  • Aprender a usar el inhalador: hay diversidad de inhaladores que podemos utilizar y cada uno de ellos con un sistema distinto al otro. Utilizarlo de la manera correcta marca una gran diferencia en la cantidad de medicamento que llega a nuestras vías respiratorias. También nos ayuda a prevenir los efectos secundarios del medicamento que permanece en la boca.
  • Dejar de fumar: reduce de manera significativa la gravedad y la frecuencia de los síntomas. Fumar también puede reducir la eficacia de los medicamentos para el asma. 
  • Hacer ejercicio físico: existe la falsa creencia de que si tenemos asma no podemos practicar deporte. Pero la actividad ayuda a fortalecer los músculos de la respiración, estimula el sistema inmunológico y ayuda a mantener un peso corporal saludable. La clave de que salga bien está en tener el asma bajo control antes de empezar.
  • Tener cuidado con los virus: el resfriado y la gripe pueden infectar las vías respiratorias y los pulmones. Las infecciones virales son una causa común de los síntomas del asma. Si evitamos contraer algún tipo de virus, tendremos menos síntomas. Podemos intentarlo con una adecuada higiene de manos y vacunándonos contra la gripe.

El autocuidado cobra especial relevancia cuando hablamos de asma porque es el que nos permitirá conocer la enfermedad, controlarla mejor, evitar tratamientos prolongados y evitar que la inflamación de los bronquios se alargue demasiado.

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