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¿Se pueden borrar los malos recuerdos? La ciencia, cada vez más cerca de lograrlo

Foto: Intel Free Press

Cristian Vázquez

La ficción ha jugado en numerosas ocasiones con la idea de eliminar los malos recuerdos. En general se piensa en recuerdos tristes, como historias de amor dolorosas, proyectos frustrados, etc., pero la cuestión incluye también un problema más grave: el del estrés postraumático, un trastorno que afecta a personas que han sufrido guerras, catástrofes naturales, accidentes o agresiones, y también a quienes los rodean.

Por eso, la ciencia trabaja desde hace tiempo en la posibilidad de hallar una forma para suprimir pedazos de memoria. Ha dado pasos importantes, y parece cada vez más cerca de alcanzar el objetivo. El último de esos pasos se difundió hace algunas semanas. Científicos de la Universidad de Columbia y la Universidad McGill, en Estados Unidos, identificaron la acción de una proteína llamada quinasa M, que se comporta de manera diferente ante los recuerdos asociativos y ante los no asociativos. En consecuencia, bloqueando determinadas moléculas de esa proteína, se podrían neutralizar algunos recuerdos y otros no, algo que hasta ahora se consideraba imposible.

Borras los malos recuerdos, pero que permanezcan los buenos

Pero ¿qué son los recuerdos asociativos y los no asociativos? Es sencillo de entender a través de un ejemplo simple. Si alguien sufre un accidente al intentar un adelantamiento muy arriesgado en la carretera y choca con un camión que transporta manzanas, es posible que luego no pueda volver a comer manzanas, o que se ponga muy nervioso en presencia de estas frutas.

El objetivo es que esa persona pueda conservar el recuerdo asociativo, el de su acción imprudente, para aprender de él y no repetirlo, pero a su vez eliminar el recuerdo no asociativo -y traumático- de las manzanas, para quitarles su connotación negativa y que pueda seguir comiéndolas siempre que lo desee. 

 

Los autores del citado estudio lograron bloquear las moléculas de quinasa M en experiencias con moluscos del género Aplysia. Como los vertebrados utilizan versiones similares de esa proteína en la formación de recuerdos a largo plazo, los investigadores creen que los resultados de este trabajo arrojan luz en el camino de poder suprimir los recuerdos negativos.

“El borrado de recuerdos ofrece el potencial de eliminar el trastorno de estrés postraumático y los trastornos de ansiedad, al eliminar el recuerdo no asociativo que causa la respuesta fisiológica inadaptada”, explicó Jiangyuan Hu, experto del Centro Médico de la Universidad de Columbia y coautor del trabajo. “Por medio del aislamiento de las moléculas exactas que mantienen la memoria no asociativa -añadió-, tal vez podamos desarrollar fármacos para tratar la ansiedad, sin que la memoria normal del paciente sobre hechos del pasado resulte afectada”. 

Actuar sobre el cerebro con láser

Otro intento que merece destacar es el de científicos del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), en Estados Unidos, que experimentaron sobre el cerebro de ratones, pero no a través de procesos químicos sino con láser. Esto es posible gracias al conocimiento de que es en el hipocampo donde se almacena la llamada información contextual de la memoria (los datos), mientras que la amígdala guarda los sentimientos asociados con esa información.

Los investigadores -dirigidos por el japonés Susumu Tonegawa, Premio Nobel de Medicina en 1987- expusieron a ratones macho a dos situaciones en dos lugares específicos de un cajón con arena. En uno de ellos, los hicieron interactuar con hembras, logrando que asociaran ese sitio con sensaciones positivas. En el otro, los sometieron a descargas eléctricas, para obtener el efecto contrario.

Pero luego, en cada uno de esos lugares, activaron sus amígdalas con láser, de modo que el recuerdo contextual, pese a lo que habían experimentado allí, se asociara a una carga emocional opuesta. De ese modo, los ratones ya no se sentían tan cómodos donde habían interactuado con hembras, ni sentían tanto temor en el sitio donde habían recibido electricidad. El valor de este desarrollo radica en que “no se utiliza ninguna sustancia química”, explicó Tonegawa, lo cual “representa una nueva vía para la psicoterapia en el futuro”.

El Tetris, ¿un alivio para el estrés postraumático?

A veces, los caminos a través de los cuales los científicos están abordando esta cuestión dan resultados muy curiosos. Un estudio, publicado este año por expertos del Reino Unido, Alemania y Suecia, destacó el valor de jugar al Tetris -el popular videojuego de los años ochenta- para aliviar las consecuencias del estrés postraumático.

Al parecer, la concentración y la demanda visual que el Tetris exige hacen que, si se juega en las primeras seis horas posteriores a un episodio traumático, se reduzcan las probabilidades de que esas imágenes se conviertan en “recuerdos intrusivos”, es decir, los flashbacks que vuelvan de forma recurrente a la mente de quien los ha sufrido y que son una de las características más frecuentes del estrés postraumático. Y esto es gracias a que el Tetris interfiere sobre la memoria antes de la consolidación de esos recuerdos negativos. 

 

Después de realizar varias pruebas en el contexto de un laboratorio, los investigadores pudieron probar sus ideas en 71 personas que acababan de sufrir accidentes de tránsito. “Nuestra hipótesis -señaló la psicóloga Emily Holmes, coautora del trabajo- era que, después de un trauma, los pacientes tendrían menos recuerdos intrusivos si jugaban al Tetris como parte de la breve intervención conductual mientras esperaban en la sala de urgencias del hospital”. 

Al cabo de una semana, los pacientes que jugaron al Tetris en esas primeras horas sufrieron menos cantidad de esos malos recuerdos, y además estos disminuyeron a mayor velocidad, en comparación con los que no jugaron. Los especialistas advierten de que esto es solo un comienzo: nuevos estudios tendrán que probar si esto se cumple en grupos más numerosos y también qué sucede después de esa primera semana posterior al episodio. 

El sueño de dejar atrás los recuerdos que hacen mal

Esas son, desde luego, solo algunas de las experiencias recientes. Otros desarrollos se dirigen hacia la posibilidad de borrar recuerdos de forma deliberada, aunque estudios como estos solo han trabajado con pruebas de laboratorio y no con pacientes reales de episodios traumáticos. El caso es que borrar recuerdos, o al menos alterarlos de forma tal de suprimir la carga negativa con la que están asociados y que deterioran la calidad de vida de quienes los sufren, se presenta como una posibilidad cada vez más factible.

Quizás en un futuro próximo no sea solo el argumento de historias de ficción -como la película ¡Olvídate de mí!, protagonizada por Jim Carrey y Kate Winslet (cuyo título original significa literalmente “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”)- sino que esté al alcance de cualquiera.

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