¿Puede favorecer el agua del grifo los cálculos renales?

Foto: Wikimedia Commons

Jordi Sabaté

23 de diciembre de 2018 20:32 h

Ander, lector y socio de eldiario.es, nos efectúa la siguiente pregunta en el texto de un correo electrónico: “hola; en la zona donde vivo, Alicante, el agua es muy dura, con mucho calcio, y parecer eso es malo para la salud. O al menos eso nos comentó una técnico que vino a proponernos instalar unos filtros para el agua en el chalé. En concreto nos dijo que las aguas duras [ricas en calcio y magnesio] pueden acabar provocando cálculos renales. ¿Qué hay de cierto en ello?”

¿Qué son los cálculos renales?

Los cálculos renales, también llamados litiasis renal, nefrolitiasis o popularmente piedras en el riñón, son deposiciones y cristalizaciones de determinados compuestos, no siempre minerales, que se producen en el riñón, obturando las vías de expulsión de la orina y por tanto provocando cólicos renales, que conllevan un dolor espasmódico muy intenso, además de un cierto peligro de infección, e incluso muerte en personas con problemas de diabetes o con el sistema inmunitario deprimido.

Las infecciones se pueden producir porque los cálculos, que pueden tener ángulos cortantes, provocan heridas en los conductos urinarios que permiten la entrada de bacterias presentes en la orina. Por otro lado, si el cálculo no es excesivamente grande se suele expulsar por la vía urinaria de un modo más o menos doloroso, o bien se pueden aplicar diversas técnicas no invasivas, desde disolver químicamente el cálculo a romperlo con ultrasonidos, para facilitar su expulsión. Solo en casos de extremo tamaño se aplica cirugía.

Los principales cálculos pueden ser de cuatro tipos:

  • Cálculos de oxalato cálcico: tienen que ver con la reacción que el ácido oxálico forma con el calcio, creando una sal insoluble que se deposita en los conductos. El ácido oxálico se encuentra en numerosos alimentos tanto de origen vegetal, pero también el riñón puede fabricarlo en cantidades considerables.
  • Cálculos de fosfato cálcico: se forma en el riñón una sal nsoluble entre el ácido fosfórico y el calcio.
  • Cálculos de ácido úrico: el ácido úrico o su forma urea, son el principal subproducto de la degradación de los alimentos para expulsarlos por la orina. Estos cálculos se forman porque la concentración de ácido en la orina es excesivamente alta y se vuelve insoluble, cristalizando.
  • Cálculo de cistina: se debe a una excesiva presencia de determinados aminoácidos en la orina, por un trastorno metabólico de herencia genética llamado cisturia.

Qué provoca los cálculos

Las causas de los cálculos pueden ser muy variadas según el tipo de cálculo y se tiene poca certeza sobre cuáles son los factores desencadenantes exactos de cada uno. Para empezar, decirle a Ander que esté tranquilo porque en general el exceso de calcio en las aguas, si no supera determinados niveles fijados por las autoridades sanitarias, cosa que no ocurre en España, no produce ningún tipo de problema para la salud, tal como explicamos en Siete mitos sobre el agua del grifo que te sorprenderán.

Esto incluye, por descontado, a la promoción de los cálculos relacionados como el calcio, como explicaba el nutricionista Julio Basulto en este artículo, y haciendo referencia a un metaanálisis que concluía que no se ha comprobado una relación entre la ingesta de aguas duras y los cálculos renales, por lo que no se puede establecer causa y efecto.

Esto quiere decir que estadísticamente las personas que beben aguas duras no tienen más cálculos, si bien se recomienda a las personas propensas -que ya hayan sufrido cálculos- no abusar de estas aguas, como tampoco de los derivados lácteos y otros productos ricos en calcio. Más bien todos los indicadores parecen señalar a varios factores determinantes en la formación de los distintos cálculos:

  • Factores genéticos: se sabe que existen personas más propensas a formar cálculos y otras mucho menos, sin que se conozcan los verdaderos motivos de fondo. Se apunta a alteraciones genéticas que inciden en el metabolismo favoreciéndolos. En el caso de los cálculos de cistina está claro el factor genético que provoca la alteración, pero en el resto se cree que de algún modo a igualdad de dietas, existen personas más propensas a sufrirlos.
  • La dieta: sin embargo, la dieta sí interviene. Se ha comprobado que una mala alimentación promueve que los cálculos se repitan cada cinco años. Es decir que en individuos ya propensos una dieta inadecuada propiciará la formación de nuevos cálculos. Por supuesto en este hecho puede pesar que los malos hábitos procedieran de antes de sufrir el primer cálculo y fueran los causantes. De todas formas, la presencia de excesos de proteína animal, en algunos casos de proteína procedente de legumbres -producen purinas que acidifican la orina-, de productos ricos en oxalatos -ojo a los batidos verdes-, de hipervitaminosis -especialmente en vitamina D y C-, pueden aumentar el riesgo de sufrir cálculos.
  • El abuso refrescos y bollería dulce: también los azúcares libres aumentan el nivel de oxalatos en la orina, por lo que se aumenta el riesgo de cálculos de oxalato cálcico.
  • El alcohol, el café, el té y otros diuréticos: el abuso de estas bebidas presenta el problema de que son altamente deshidratantes, con lo que aumentan las posibles concentraciones en la orina de componentes que puedan precipitar o cristalizar. Además, el abuso de café descafeinado presenta alto riesgo por ser muy rico en oxalatos.
  • El beber poca agua: hay que beber bastante agua, aunque no necesariamente dos litro al día; también se puede tener una dieta rica en alimentos con alto contenido de agua. Pero parece claro que tener un nivel de hidratación permanente bajo puede favorecer los cálculos. 

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