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Sobre este blog

Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

Las huelgas no sirven para nada (y II)

Camareras de piso de Bilbao celebran su victoria tras más de mes y medio de huelga

Iker Armentia

Las camareras de piso de dos hoteles de Bilbao han ganado la batalla. Después de más de mes y medio de huelga ininterrumpida, las cadenas NH y Barceló han cedido. Estas trabajadoras -que cobraban 2,5 euros por habitación limpiada- han conseguido un aumento salarial del 48%. Las huelgas no sirven para nada.

Los trabajadores de Correos habían convocado dos jornadas de huelga en diciembre y las han desconvocado esta semana después de que la empresa haya aceptado una subida salarial del 9% en los próximos años y la consolidación y reposición de miles de puestos de trabajo hasta 2020. Pero no olvidemos que las huelgas no sirven para nada.

A finales de noviembre y tras cuatro días de huelga, los médicos de atención primaria consiguieron que la Generalitat se comprometiera a garantizar un mínimo de 12 minutos de atención por paciente y una inversión de 100 millones de euros. Este año también, con una amenaza de huelga, los socorristas de Gipuzkoa han conseguido de 200 a 400 euros más al mes. Etcétera. Porque las huelgas no sirven para nada.

En Alemania -el espejo en el que nos gusta tanto mirarnos para comprar sus recetas de buen gobierno a.k.a. austeridad- este año la industria ha vivido las huelgas más importantes desde principios de los 80. Resultado: un aumento del salario del 4,3% y la posibilidad de reducir las semanas a 28 horas. En Alemania las huelgas nunca han servido para nada, por cierto.

Como ya explicó Isaac Rosa hace año y medio tras los paros de los estibadores, la recogida de basuras de Madrid, el aeropuerto de Ibiza o Cuétara, las huelgas no sirven para nada.

Aunque, en realidad, sí hay algunas huelgas que sirven para poco y son esas huelgas generales que pretenden vivir del exitazo del 14D de hace 30 años que se recuerda estos días, huelgas generales que se han ido desinflando y convirtiéndose en jornadas casi rituales, previsibles y folclóricas.

Ese tipo de huelgas amortizadas por los gobiernos de turno y los grandes empresarios que no han conseguido hacer mella en la paulatina precarización de las condiciones laborales. Huelgas que no molestan y con las que el sistema puede convivir como si fueran los leves efectos secundarios de tomar antigripales. Huelgas generales al viejo estilo que han quedado tan anquilosadas, que ni siquiera los sindicatos están ya convencidos de convocarlas y que han sido superadas este año por movilizaciones generales mucho más combativas, imaginativas y efectivas como las de los chalecos amarillos en Francia, el boicot a marcas en Marruecos o la huelga feminista del 8 de marzo en España.

Pero frente a ese desgaste de la huelga general clásica como ritual en sí mismo, desgaste que se ha producido por el apoltronamiento de las élites sindicales y la apisonadora de la ideología neoliberal, frente a ese proceso, numerosas luchas en empresas, servicios y negocios a lo largo de todo el país han demostrado que quizás cambiar el marco parezca en estos momentos algo lejano, pero que hay batallas que se pueden ganar. Que hay batallas que se están ganando cada día a golpe de compromiso, fraternidad y esperanza. A golpe de huelga.

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Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

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