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Sobre este blog

A pesar de que tiendo a quererme me cuesta definirme y decir lo que soy. Periodista, empresario, analista, abogado economista, politólogo, ... Me gustan poco las etiquetas pero me quedo con la de ciudadano activo y firme defensor de la libertad de prensa. He trabajado en la tele y en alguna revista, salgo de vez en cuando en la radio pero lo sitios donde más tiempo he trabajado han sido el Gobierno vasco y el diario El País. Lo que siempre he buscado en el trabajo es divertirme y que me dé para vivir.

Enterrar a mi abuelo

Pedro Gómez Damborenea

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Soy de Bajalapuebla, una localidad a pocos kilómetros de la capital. Es un pueblo que ya roza los 3.000 habitantes y que más o menos sobrevive gracias a la agricultura y a la conservera. Precisamente, donde yo trabajo de contable. Tengo 43 años y en las próximas elecciones no sé por quién voy a votar. Estoy un poco cansado de todo y eso me hace darle vueltas al pasado y recordar a mi abuela, la señora Lucía, como le conocían en el pueblo. Hoy corren mejores tiempos que los suyos. Pese a lo que le dolió la vida nunca se quejó. Puede que se resignara y, ahora que hay tanta basura en circulación y tanta desesperación, pienso que lo suyo sí que fue una mierda.

Estudié Económicas y no me va mal. Estoy casado y tengo casa e hijo. Sobrevivo bien, pero me puede el pasado. Mi abuela murió sin saber nada y repitiéndome a mí y a mis primos aquello de “la política para los políticos”. Quedó viuda en 1939, como otras muchas mujeres de su época. Tenía 27 años y dos hijos. Mi abuelo, del que siempre se hablaba lo justo, fue médico del pueblo en tiempos de la República. Antes su padre había sido alcalde. Era un hombre de orden y hasta de Iglesia, pero se manifestó republicano. Era un hombre, por lo que tengo oído, culto y con fortuna. No tanto por lo que ganaba, que le daba para vivir y prestigio, como por los bienes que a lo largo de los años había acumulado la familia. Tierras, algunas casas, ahorros en el banco y algunas inversiones recomendadas por el banco. Éramos una familia más bien acomodada por lo que he oído. Tampoco he revisado mucho este tema. Para qué.

De aquello no queda nada. Mi abuela nunca se quejó. Tenía dos hijos que sacar adelante y ella, que nació para señorita, trabajó en lo que pudo, en silencio y sin queja, pero con tristeza. Le quitaron todo o lo perdió todo. Depende cómo se mire. Mi abuelo no llegó a ir al frente, rondaba los 40 cuando desapareció una mañana de 1939, meses antes de terminar la guerra. No murió en el frente con honores ni luchando. Trabajó en el pueblo como médico hasta el último día. Atendía a todos sin importar el color político. Era el único facultativo de la zona. Pero una mañana se lo llevaron. El pueblo estaba en la llamada ‘zona nacional’ desde mediados de 1938. No se fue solo ese día. Hubo otros paisanos que le acompañaron. A los pocos días los bienes de mi abuelo fueron incautados, incluido el Citroën del que queda alguna vieja foto.

Mi abuela murió hace seis años sin saber nada de su esposo. Ni quién se lo llevó ni dónde acabó su cuerpo. Durante años me ha dado igual. Pero en estos días convulsos he empezado a dar vueltas al tema y estoy seguro de que a mi abuela le gustaría que los restos de su marido descansaran junto a los suyos. Dicen que en una zona cercana al pueblo, en la orilla del río, hay unas fosas. Me pregunto los motivos por los que a alguien le puede parecer mal que busque a mi abuelo y lo entierre junto a mi abuela. No quiero juzgar la historia porque para eso están los especialistas, tampoco busco venganzas, pero me he propuesto localizar su cuerpo. ¡Déjenme por favor!

(Este relato es pura ficción pero responde a una realidad incomprensible)

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A pesar de que tiendo a quererme me cuesta definirme y decir lo que soy. Periodista, empresario, analista, abogado economista, politólogo, ... Me gustan poco las etiquetas pero me quedo con la de ciudadano activo y firme defensor de la libertad de prensa. He trabajado en la tele y en alguna revista, salgo de vez en cuando en la radio pero lo sitios donde más tiempo he trabajado han sido el Gobierno vasco y el diario El País. Lo que siempre he buscado en el trabajo es divertirme y que me dé para vivir.

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