Pretender descifrar los movimientos internos de un partido desde la óptica política puede llevar a conclusiones erróneas. Las relaciones de poder en Podemos Euskadi no se plantean en términos políticos, sino organizativos. Hay que examinarlas a través de la dinámica de grupos y de la polemología, que estudia los conflictos sociales, incluidas las guerras. En las primarias para la renovación de cargos aparecen 6 listas, aunque interactúan 4 fuerzas, identificables como: errejonistas (en Euskadi es más propio mauristas), pablistas, antikapis y bizkaitarras. No son denominaciones despectivas, se usan a nivel interno. El pasado, interpretado por cada grupo según las circunstancias, incide en la composición de las candidaturas que compiten. Veámoslo rememorando retazos de la breve y convulsa historia de Podemos Euskadi.
En los albores de Podemos la dirección estatal encomendó a Eduardo Maura una tarea equivalente a la de Subdelegado del Gobierno en Euskadi. Al llegar a la dirección la lista Euskal Hiria de Roberto Uriarte (febrero 2015), la primera decisión que tuvo que someter a la consideración de Maura fue la participación en las elecciones forales (mayo 2015). Maura se opuso hasta que una filtración desafortunada logró un resultado inesperado: se accedió a la petición reclamada desde los círculos. Sin apenas recursos se consiguieron 148.626 votos, un gran éxito si se compara con los 52.386 votos obtenidos un año antes en las europeas.
Pablo Iglesias designa a Eduardo Maura y Nagua Alba (residentes en Madrid) para formar parte de su lista al Congreso (julio 2015). La dirección de Euskadi rechaza la imposición de candidatos foráneos. Iñigo Errejón, de conformidad con Iglesias, fuerza la dimisión del equipo de Roberto Uriarte (noviembre 2015). Maura toma el control de Podemos Euskadi, encargando a Lander Martínez la formación de una gestora, antes de consumarse la dimisión. La gestora estuvo activa hasta que Alba y Maura, siendo ya diputados, se hacen cargo de Podemos Euskadi, ocupando un lugar preferente en su equipo Lander Martínez (marzo 2016).
Sustituir a Sergio Pascual por Pablo Echenique en la Secretaría de Organización de Podemos (marzo 2016), supuso un freno a la intromisión del “aparato” estatal en las organizaciones territoriales y en el manejo del censo de votantes, con notable repercusión en Euskadi. Sin embargo, el sector de Roberto Uriarte sigue siendo un rebelde sin causa que profesa a Pablo Iglesias un amor no correspondido. Esa incomprensión tiene dos motivos: 1) Declarar la plurinacionalidad antes de tiempo y defender el derecho a decidir a nivel interno. 2) Podemos sigue siendo una organización endogámica. Este hecho, que explica la trayectoria ascendente de Eduardo Maura y de Nagua Alba, sirve también para entender la presencia de Pilar Garrido y de David Soto en la lista de Pablo Iglesias a Vistalegre II (febrero 2017).
Durante el proceso de Vistalegre II surge en Bizkaia “Ante todo, Podemos”, un colectivo que hace campaña a favor de Pablo Iglesias de forma indirecta, poniendo en evidencia el carácter errejonista de la dirección de Euskadi. El triunfo de Iglesias sobre Errejón sitúa a Alba, Maura y Martínez en el bando perdedor, sin que tenga repercusiones inmediatas, pues conservan el poder en Euskadi. Sale beneficiado el sector de Uriarte, denominado entonces Kaliangora, que contará con dos de sus integrantes en el Consejo Ciudadano Estatal. Es un triunfo agridulce, Garrido y Soto son de Gipuzkoa, mientras que la mayoría de la militancia reside en Bizkaia. Al romperse el equilibro de representación territorial, Kaliangora se resquebraja.
El sector Kaliangora de Gipuzkoa, autodenominado ya pablista, se dirige a los círculos para reclamar (con apoyo antikapi) una asamblea ciudadana de adaptación de Podemos Euskadi a Vistalegre II, incluyendo la renovación de cargos (junio 2017). Esa iniciativa, tomada sin consultar al grupo de Bizkaia, desata las hostilidades. La primera reacción del grupo de Bizkaia es recoger firmas para que la asamblea ciudadana la promueva la dirección, no los círculos. Contando con ese apoyo inesperado, Nagua Alba convoca primarias en diciembre y anuncia que no se presentará a la reelección (agosto 2017). Sin hacerlo público, se sabe que tampoco repetirá Eduardo Maura. También se sabe que la parlamentaria vasca Pili Zabala, en situación de baja por enfermedad, tiene intención de dimitir, aunque para no perjudicar a sus mentores no lo haga antes de las primarias. Tal situación deja diezmado al núcleo errejonista que controla Podemos Euskadi, posibilitando que el sector próximo a Roberto Uriarte intente recuperar la dirección del partido.
Entonces JL Uria, parlamentario vasco por la lista Kaliangora, propone consensuar una lista unitaria al Consejo Ciudadano de Euskadi. A ese cónclave acuden tres partes: errejonistas, pablistas y bizkaitarras, excluyendo a la corriente antikapi. En las reuniones se habla de compartir responsabilidades y poco más. Constatada la división entre pablistas de Gipuzkoa y de Bizkaia, la representación errejonista advierte que irán a las primarias con lista propia, anunciando la candidatura de Lander Martínez a la secretaría general. Esas declaraciones fuerzan a los grupos escindidos a intentar recuperar la sintonía. Martínez reconsidera la situación, ofreciendo puestos en su lista al colectivo bizkaitarra. Dicho y hecho. El proyecto Uria fracasa por la incapacidad manifiesta de gestionar las diferencias, dentro del mismo grupo y entre grupos. La desmembración interna se intensifica. El sectarismo y la intransigencia cohesionan a los miembros de un grupo político más que los principios ideológicos y éticos.
Eduardo Maura y Nagua Alba vinieron a Euskadi en tiempos de prosperidad electoral con el mandato de unificar y consolidar el partido. Se van con expectativas electorales desfavorables y mayor división de la que encontraron. Pilar Garrido y David Soto intentan recuperar Euskadi para el pablismo desde Gipuzkoa, sin haber logrado integrar a un sector de los militantes de Bizkaia. El grupo bizkaitarra queda fuera del pablismo y en vez de presentar candidatura propia entra en la lista de Martínez. Los antikapis siguen su trayectoria de partido dentro del partido, tendrán representación en el consejo. Para el resto apenas queda espacio, siendo de agradecer su voluntad de participar. Menos futuro tiene quien, tras intentar tender puentes y aunar voluntades, se presenta por libre para dejar constancia de su desencanto.
Una causa esencial: en Euskadi persiste el dilema del liderazgo, que no se resuelve acumulando cargos. No basta vencer, hay que convencer. Además, el consenso se basa en el equilibrio de fuerzas. Un compromiso como el de Madrid habría sido posible si quienes se dicen pablistas no se dividen, precisamente respecto al errejonismo. Unos lo combaten frontalmente, otros colaboran con él. Parece que ambos se hubiesen confabulado para que gane Martínez. Tras intentar Uria la cuadratura del círculo, lo peor no es la incapacidad de lograr consensos. Más grave sería que los resultados de las primarias desemboquen en un órgano de dirección inestable, sin mayoría cualificada, que no se pueda gestionar ni con geometría variable.
El nuevo método Desborda posibilita órganos de dirección más plurales y representativos, pero no garantiza que quien logre la secretaría general tenga mayoría en el consejo. Si como venía ocurriendo, no hay reconocimiento de las minorías y reparto de responsabilidades, tampoco habrá integración, resintiéndose la gobernabilidad, afectando a la marcha del partido. Una forma efectiva de contrarrestar el bloqueo sería que el propio Consejo Ciudadano de Euskadi limite sus atribuciones, promoviendo la participación de la base conforme establece Vistalegre II, mediante coordinadoras de círculos a todos los niveles, y creando consejos ciudadanos que asuman la gestión en cada uno de los tres territorios.
Se sabe de antemano que la participación será baja, debido entre otros motivos a que por fin se exige identificación personal para votar de forma virtual. Se constata además que ninguna lista representa una alternativa innovadora y de trasformación para Euskadi. Las dos que tienen posibilidades de ganar se amparan en el modelo estatal de Podemos. Habría sido un revulsivo la vuelta de Roberto Uriarte con una Euskal Hiria renacida de sus cenizas, afrontando el juicio de la historia. También habría supuesto una propuesta innovadora el bloque bizkaitarra, encabezado por JL Uria o por Ana Viñals, si en vez de aceptar la tutela de Martínez se hubiesen atrevido a presentar candidatura propia. Al igual que el proyecto “Ante todo, Podemos” ha resultado un intento fallido.
La candidatura Guztiok Bat representa con Lander Martínez el continuismo del sistema implantado por Eduardo Maura. Denontzat-Para todas, aporta la imagen nueva y feminizada de María Valiente, basándose en la identificación mimética con el pablismo. Zurekin Martxan, siempre con Neskutz Rodríguez en cabeza, no trae sorpresas, su misión es liderar la corriente Izquierda Anticapistalista. La secretaría general se la disputan Martínez y Valiente. El primero cuenta a su favor con ser figura mediática y controlar el aparato del partido. Tiene en contra la falta de carisma y la afición a acaparar cargos. Valiente posee las cualidades personales que le faltan a Martínez. Juega en su contra que sólo es conocida en Gipuzkoa. El 15 de diciembre se despejarán las incógnitas y tendremos nuevos datos para la reflexión.
*Luis Alejos es sociólogo, milita en Podemos Euskadi
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