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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

A llorar a la llorería con los toros en Bilbao

Carteles toros tachados en Bilbao

Iñigo Landa

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Por fin, el Ayuntamiento de Bilbao no incluye la salvajada del maltrato animal en el programa de fiestas, no permite que la Banda Municipal actúe por la cara en esa barbarie y no se compran entradas por parte de las Instituciones públicas. Y la 'tauromafia' rabia por perder esos privilegios que, cada año, indignaban a la ciudadanía. Ahora ya solo falta que se les exija pagar el dinero que, en concepto de canon anual, debe a nuestras arcas públicas la concesionaria de la plaza de Bilbao.

Aunque pueda parecer pequeño, sin la menor duda es un gran paso. Parece que el rechazo social a ese impopular festejo de tortura animal es ya percibido por las instituciones y, por lo tanto, se empiezan a adoptar medidas que consigan alejarse de la mala imagen que el Ayuntamiento de Bilbao estaba transmitiendo al respecto.

Como no pudiera ser de otra forma, no han tardado en saltar a la palestra los contados aficionados a ese obsoleto, cruento e innecesario espectáculo sangriento. Y lo han hecho por medio de la Federación Taurina de Bizkaia. Suena a grandilocuente eso de hasta disponer de una Federación pero en realidad, como se diría vulgarmente, son cuatro gatos contando. Pero, eso sí, con cierta facilidad para acceder a los medios de comunicación.

De esta manera, denuncian la citada ausencia de las corridas de toros de Vista Alegre en el programa de fiestas que el Ayuntamiento de Bilbao ya ha empezado a buzonear por la villa. Es la primera vez que se obvia en el listado de actividades festivas este evento. Más vale tarde que nunca así que, desde estas líneas, es de justicia felicitar a nuestro consistorio por dar este primer paso. Por dejar clara la ausencia en el programa de fiestas, las corridas de toros no las organiza el Ayuntamiento ya que lo hace la empresa privada concesionaria, tal y como hacen sus programaciones los teatros, hoteles, etc.

Por ello, la presidenta de esa “Federación”, señora Aguirre, pide “respeto a los aficionados y a la ciudadanía en general y que se rectifique el programa de fiestas y se incluyan las Corridas Generales”. ¿A la ciudadanía en general? Vamos a ver: ¿en qué mundo o realidad paralela vive esta señora? Cualquiera que la lea desde otras latitudes puede llegar a tener la percepción de que la ciudadanía está molesta por tal medida cuando yo percibo todo lo contrario. Evidentemente, es una percepción personal ya que, a diferencia de esa señora y de su “Federación”, jamás me arrogaría hablar en nombre de “la ciudadanía en general”. Prosigue mostrando su “estupor e indignación” por la predicha ausencia y, en el mismo comunicado, acusa “a la actual Corporación municipal (con algunas excepciones) se ha propuesto acabar con la feria taurina por la vía del ninguneo”.

A ver si me voy aclarando un poco: Es de suponer que por esas “excepciones” puede referirse a los corporativos del Partido Popular que ven en su Fiesta Nacional española un evento en blanco y negro ajeno a nuestros tiempos. Pero con todo, me temo que el estupor y la indignación eran de quienes no comprendíamos que dispusieran de ciertas prebendas financiadas con los dineros de toda la ciudadanía. También, a muchos nos produce estupor e indignación que en una ciudad moderna se siga practicando ese caduco espectáculo en una instalación pública para el disfrute de una minoría. Con todo, mediante una consulta popular, saldríamos de dudas acerca de qué porcentaje de esa “ciudadanía en general” está a favor o en contra de la celebración de espectáculos de maltrato animal en nuestra villa. Con todo, convengamos que han saltado como resortes al detectar que de una forma directa e indirecta se les ha comenzado a cerrar el grifo. Y es que, sin subvenciones, al menos en nuestro entorno, pueden atisbar el fin de esa anacrónica actividad. Sólo hace falta ver por encima los aforos de la plaza durante las Aste Nagusia para comprobar que estamos hablando de un negocio a todas luces ruinoso si tuviera que subsistir por sí mismo.

Pero no queda ahí la cosa. Otra prueba que añade para 'denunciar' esta actitud del Consistorio es que “el Ayuntamiento tampoco permite a la Banda Municipal acudir a la plaza argumentando que tienen conciertos programados, lo que significa que su ausencia de la plaza es algo planificado”. Sí. Yo también quería que viniese “de gratis” la Banda a mi fiesta de cumpleaños y no fue posible. ¿De qué habla esta señora? ¿De una especie de derecho adquirido por consolidación? En fin… Lo explican perfectamente desde el Ayuntamiento cuando declaran que “no es que no se permita”. “Si quieren que toque en las corridas, como empresa privada, puede contratarla si es de su interés”, ya que no es una actividad municipal y gratuita. Y, como en otros eventos, “si actúa la banda tiene unos gastos que cubrir”. O sea, si quieren música, que la paguen, exactamente igual que yo en mi fiesta de cumpleaños.

La “Federación” (que dice tener por objetivo “fomentar, promover y extender la afición a la fiesta taurina” o, para entendernos, “la Fiesta Nacional”), concreta como “el Ayuntamiento, Diputación, Gobierno vasco suelen adquirir entradas para muchos espectáculos: teatro, ópera… pero para los toros han dejado de hacerlo” ¿Y? ¿Ve una especie de agravio comparativo? Ciertamente estamos ante una cuestión conceptual: quienes entienden que las corridas de toros son arte y cultura, y quienes (como yo) opinamos que no son ni una ni la otra cosa. Pese a ello, ya le garantizo yo a la señora Aguirre que, si en el teatro o en la ópera se torturase hasta la muerte a un animal, dejarían de adquirir entradas.

También recuerdan que las corridas generales agosto en Bilbao “generan un fuerte impacto económico en la villa por su repercusión en hoteles, restaurantes, bares, taxis, empresas de servicios varios y comercio en general”. ¿En todos los hoteles? ¿En todos los restaurantes y bares? ¿Seguro? ¿En cuántos? ¿En plan Tour o algo así? Digo lo del Tour porque esperaba que saliese a colación lo de su pública subvención en el lote comparativo. Cuando se habla de impacto económico o de retorno, se habla de cantidades y no de generalidades (como eso de “la ciudadanía en general”). ¿Lo tienen cuantificado de una forma más o menos seria? Lo dudo mucho… Otro brindis al sol. Humo. Nada.

Por último, ponen sobre la mesa que “las arcas municipales ingresan un canon anual por el arrendamiento de la misma (de la plaza) por lo que es inexplicable el trato que se da a los toros”. ¿Está del todo segura la señora Aguirre y su “Federación” de que la empresa concesionaria ha ingresado (de forma parcial o en su totalidad) ese canon en las arcas municipales? Podemos dudar que sea exactamente así. Es más, en más de una ocasión se ha denunciado ese impago y, curiosamente, nadie lo ha rebatido. Luego no se estaría publicando algo que no fuese cierto. Lo lógico y normal sería que, cuando a una parte se le acusa de no pagar, y a otra parte de no ingresar o de no exigir un pago, y de ser incierto lo reiteradamente publicado, se le inquiriese al autor a efectuar una rectificación y, caso de no hacerla, dar comienzo a las pertinentes acciones legales con tal finalidad. Pues bien, esto nunca ha ocurrido. Raro, ¿no?

En resumen, esos que se llaman “ninguneados” ya pueden decir misa cantada o hacer el pino puente. Es cierto que cada cual se rebota como quiere, faltaría más, pero lo que ha hecho la Administración local no ha sido otra cosa más que poner fin a una serie de privilegios de los que jamás puede disfrutar una mercantil privada. Es como si al dueño de un bar le hacen publicidad gratuita en el programa oficial de fiestas, le compran vales de bocadillos y bebidas para luego regalar y, para darle ambientillo al local, le plantan delante a la Banda Municipal de música 'baidefeis'.

Y, ya a la desesperada, la última ocurrencia que han tenido va de blanquear la salvajada taurina y, dando un paso más para mantener a flote su espectáculo, sin el menor rubor y vergüenza utilizan a los niños en su labor propagandística organizando un “encierro infantil de toros hinchables para acercar la tauromaquia a la sociedad”. Así lo anunciaron y convocaron “en la calle Ercilla, entre la Plaza Indautxu y la Plaza Moyúa, a la que los buenos bilbaínos llamamos Elíptica”. ¿Los buenos bilbaínos? ¿Pero de qué va esta gente? Vamos a ver: que la Plaza Elíptica siga teniendo el nombre de un alcalde de la dictadura de Primo de Rivera fue impuesto por un alcalde de la dictadura franquista (el muy fascista y muy taurino Areilza). No va de “buenos bilbaínos”. La cosa va de Memoria Democrática. No vaya a ser que lo siguiente que publiquen sea que 'los buenos bilbaínos' son los que van a ese antro de 'Vistamuerte'.

En cualquier caso, no consiguieron acercar nada interesante a la sociedad ya que a ese cutre-evento no asistieron más de 20 personas (mayoritariamente turistas) y, afortunadamente, dos o tres niños no más que pasaban por allí.

¿Que lo hagan en Madrid, Valencia o Sevilla? Allá ellos. Pero, afortunadamente, no estamos en el Madrid o la Andalucía donde, con dinero público, sobresubvencionan, promueven y cofinancian la salvajada taurina, ni como en Valencia tenemos en el Gobierno vasco a un torero como consejero de Cultura. Sobre los recurrentes ejemplos del teatro o la ópera ya he dado antes una pincelada, pero si prefieren un brochazo, cabe decir que esas actividades culturales se realizan en locales de titularidad y gestión pública (Teatro Arriaga, Palacio Euskalduna, etc.). Quizá la plaza de toros pudo estar hace años en la misma situación, pero desde que la gestiona una sociedad anónima (privada, que se llama BMF Toros y se comercializa como BIVA), ya no es el caso.

En resumidas cuentas, la 'tauromafia' no acaba de asimilar que las sociedades avanzan y que ya no aceptan crueldades por simple diversión como lo pueden ser las corridas de toros. Como hemos dicho anteriormente, tampoco aceptan que Euskadi no es como España ni Bilbao es como Madrid. Salvo en muy contadas excepciones, la clase política vasca va tomando nota de la nueva sensibilidad social y a ella se deben en favor del mandato recibido en las urnas. Por ello, cada vez son menos los representantes políticos que acuden al funesto coso taurino pues de sobra saben que su asistencia es rechazada ampliamente por las y los electores. En Bilbao, si bien tarde, han terminado por darse cuenta, cosa que, lógicamente, aplaudo al tiempo que censuro los ataques gratuitos que, de forma personalizada, está recibiendo el primer regidor de nuestra villa a cuenta de haber adoptado unas medidas con las que estamos de acuerdo la inmensa mayoría de sus convecinos.

Así que lo dicho: a llorar a la llorería.

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