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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

¿Es una nación Castilla-La Mancha?

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Josu Montalbán

A veces el cortoplacismo y la inmediatez -que casi siempre responden al oportunismo- convierten el debate político en un ejercicio nada riguroso que somete la política a las conveniencias de un momento o de un grupo indeterminado de ciudadanos en lugar de tratarla como lo que es: “ciencia (y actividad) que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los Estados”. Los políticos, cuando ejercen el debate en su materia, deberían tener en cuenta el sentido y alcance de las definiciones para obrar con rigor, y no para interpretar las definiciones según su antojo o conveniencia. Ved lo que ha dicho un dirigente de un partido político vasco, para más inri de izquierdas: “Castilla-La Mancha es una nación, ¿por qué no? Tiene sus particularidades, su cultura y cuestiones que le diferencian de otras comunidades. Puede profundizar en su autogobierno y tendrán un autogobierno conforme a su identidad”.

Y bien, yo que siquiera ejerciendo el turismo vacacional he visitado las cinco provincias (¡bellísimas!) de tal Castilla, y he admirado tanto su naturaleza como sus monumentos, no dudo de que habrá quienes hagan una lectura floja y poco exigente de lo dicho por el líder socialista para darle toda la razón. Me permito, con la misma flojedad irresponsable, conceder la condición de 'nación' a La Alcarria y a otras comarcas o parajes regionales que son conocidos por sus nombres propios… Pero bien sé que cuanto estoy diciendo sirve para bien poco, prefiero aceptar la definición contenida en el diccionario que, a pesar de todo, tampoco servirá para resolver las dudas que con tanta frecuencia y ligereza se desatan en el discurso político y en las reyertas, dialécticas o formales, que protagonizan los líderes políticos.

Me llama la atención el escaso rigor con que los líderes se aferran al término 'nación' para vilipendiar e ignorar el término 'estado', sin duda mucho más estable y poderoso, que engloba la defensa de la vida y los derechos de las personas y ciudadanos (además del territorio) con mucho más rigor y compromiso que el término “nación”. Veamos: “Estado: comunidad social con una organización política común y un territorio y órganos de gobierno propios, que es soberana e independiente políticamente de otras comunidades”. De modo que el término “nación” no implica realmente un régimen concreto de defensa formal de las vidas de los ciudadanos, mientras el término “estado” implica no solo gobierno, sino también protección y organización social. Y bien, no por eso los Estados pueden pisotear los anhelos de las “naciones” que los integran, pero tampoco deben caer en la quimera de considerar naciones a lo que no pasan de ser regiones o territorios sin más, y quizás en un alarde de reduccionismo, “nacionalidades”.

Cuando el líder aludido dijo que “¿por qué no?”, en referencia a que Castilla-La Mancha sea, o no, una nación, cabe reformular la pregunta: ¿por qué sí?. Y ahí se multiplicarían las dificultades, sobre todo porque su atrevida afirmación inicial solo obedecía a una osadía poco fundamentada. Tan poco fundamentada como la de quien dijo, pocos días antes, que “en España hay ocho naciones porque él las ha contado”, sin que aportara otra justificación. Fundamentó su boutade en la redacción de los respectivos Estatutos de Autonomía, si bien su recuento de naciones tan favorable se refería a su afirmación posterior: “Nación y nacionalidad son sinónimos”, que es algo que los nacionalistas de pedigree no admiten. En esto del “regionalismo” nadie se doblega. A los ciudadanos les gusta más presumir de su “patria chica” que del Estado al que pertenecen, el cual además de protegerles constituye, casi siempre, su Patria grande.

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