Podemos, pero no queremos

El debate de investidura se presentaba complicado. Por parte del PSOE era como invitar a tu boda a tus ex y además pedirles que bailen contigo. Por parte de Ciudadanos, como iba de consorte, todo el trabajo que le tocaba era ver cómo lidiaba su pareja con el asunto de las ex (sin que se le ocurriera pasarse un pelo) y mientras andar echando lazos por ahí a ver. Un lío digno de Eduardo Mendoza.

Con este panorama, Pedro Sánchez decidió ir por todas, todas a la vez, como si fuera de Bilbao. Colocó a un lado el acuerdo con C’s y se lanzó a hacer guiños y algún gesto algo más subido de tono a Podemos e IU. Permítanme formar gobierno, vino a decir, y a partir de ahí una cosa será lo que ponga en este acuerdo y otra lo que vayamos acordando con posibles mayorías de izquierda en el Congreso. “La semana que viene”, fue el sintagma más repetido y no por casualidad. Es decir, que Sánchez pretendía que lo del mestizaje se tradujera más que en gobernar a dos bandas en pasar sus acuerdos con C’s por la jurisprudencia de una eventual y coyuntural mayoría de izquierdas.

Primer problema, del que se percató el candidato, que esa mayoría no existe. Sí, ya sé que Homs –que no da paso sin huarache- y, por supuesto, Podemos insisten en que sí existe. Es fácil resolver el asunto porque afortunadamente no está sujeto a opinión sino a números: PSOE+Podemos (entero)+IU-UP+Compromís=160, aquí y en la China Popular. Cuando se dice por parte de Homs y otros que sí hay mayoría se están refiriendo a agregar a la suma precedente a ERC y a Bildu, por lo menos al primero. Lo que agregaría al primero, sin embargo, añadiría inmediatamente al segundo: aceptar que se hagan referéndums basados en una pregunta nacionalista. Como Podemos eso ya lo ha comprado, le sale gratis mirar para otro lado, pero al PSOE no y me temo que a IU-UP y Compromís no les hace mucha gracia. Dicho de otro modo, Sánchez podría sumar una mayoría, sí, pero sobre la base asumir un discurso ultranacionalista que está tan alejado de la ideología socialista como puede estarlo Esperanza Aguirre. Y de otro: el PSOE puede formar esa mayoría si deja de ser el PSOE.

Como es solo cosa de sumar, esto lo sabían todos antes de empezar el debate. De ahí las insinuaciones de Sánchez hacia la izquierda a quien dedicó buena parte de su primera intervención. Ante ello, Podemos tenía dos posibilidades estratégicas. Primera, hacerse desear algo más, dejando resquicios abiertos entre esta sesión y la del viernes. Más o menos lo que hizo el PNV y lo que por momentos parecía que buscaba también lo que queda de CiU. Sin embargo, optó por el petróleo y lanzarse allí mismo a la campaña electoral que, visto lo visto, irá dejando al PP y se centrará, como la última fase de la pasada campaña, en la yugular socialista. El viejo león que ya no caza, pero que sabe bien cómo hacerlo, Julio Anguita, ya lo dijo claramente cuando insinuó que incluso él les había votado precisamente por eso.

¿Qué había margen para el acuerdo? Creo que no puede caber la más mínima duda a quien se tome la molestia de leer el acuerdo de PSOE con C’s. Lo que va a ser un gol por toda la escuadra de la derecha en pocos meses podía haber sido un contraataque relámpago, Athletic style, con un gol de los que cuando te lo han marcado todavía te preguntas de dónde salió el balón. Es cierto que no es justo decir que Podemos y PP estén de acuerdo en terminar esta legislatura cuanto antes ni que hayan acordado ninguna operación pinza. Pero tan innegable como esto es que la cara de satisfacción de Mariano Rajoy ayer debía mucho al caballo desbocado que Podemos soltó por el Congreso para cocear al PSOE. Cuando en el PP comprobaron que Podemos decía claramente que podemos, pero no queremos, respiró tan aliviado que se fueron a comer y no volvieron. El resto del debate no les interesaba. Me temo, en fin, que también muy al más puro estilo Athletic, la izquierda en este país regalará una vez más un partido que parecía ganado.