Mientras la consejera María Ubarretxena negocia estos días en Madrid los materias pendientes, el lehendakari, Imanol Pradales, ha urgido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a que cumpla el compromiso de tener completado el Estatuto de 1979 antes de que acabe 2025. En una conferencia en Bilbao organizada por Europa Press, Pradales ha insistido en que Sánchez podrá pasar a la historia como el presidente que completó el autogobierno vasco, pero también le ha enviado un aviso (el segundo, ya que el primero de esta naturaleza lo lanzó en julio en La Moncloa) para que “ponga orden” en su equipo y se puedan cerrar las negociaciones. “La confianza es difícil de construir, pero fácil de perder”, ha apostillado.
“Tenemos un acuerdo que hay que cumplir. Es un acuerdo sustentado en una relación de confianza recíproca entre el presidente Sánchez y yo, como lehendakari. La confianza es difícil de construir, pero fácil de perder. Ambos respondemos de los equipos que lideramos. El año finaliza y la negociación no avanza como debiera. Siguen existiendo resistencias políticas y administrativas tan incomprensibles como fácilmente superables”, ha manifestado. Y ha seguido: “Nuestra determinación es clara. Los vascos somos pacientes. Lo llevamos siendo desde el año 1982, el año de la LOAPA, fecha a partir de la cual comenzó un proceso de encorsetamiento del autogobierno vasco que se ha mantenido constante hasta nuestros días. También somos leales. [Pero] La misma lealtad que ofrecemos es la que exigimos, y no hay necesidad de recordar que los pactos están para ser cumplidos. El presidente Sánchez tiene la oportunidad de ser reconocido como el primer presidente español, desde [Adolfo] Suárez, que trató de respetar la voluntad del pueblo vasco, culminando el acuerdo de Gernika. Mi deseo es que esa aspiración cristalice. Sigo confiando en su palabra, pero los plazos apremian y nos interpelan”.
¿Qué está encima de la mesa? Sobre todo completar la transferencia de la gestión económica de la Seguridad Social, algo nunca antes cedido a otras comunidades autónomas. El proceso ya se inició en julio con prestaciones no contributivas, siguió en septiembre con las políticas pasivas de empleo (el SEPE) pero queda la parte del león, las pensiones, el personal y los recursos. Además, hay otras materias de menor calado y el PNV desea también acuerdos para coparticipar en la gestión de los aeropuertos de Foronda, Loiu y Hondarribia y que se rebaje la categoría del puerto de Pasaia para que pase a manos autonómicas. En esto los socialistas, socios en Euskadi, muestran muchas reticencias.
El acuerdo para cerrar el Estatuto antes de la llegada de 2026 fue un compromiso de Sánchez con el PNV antes de la investidura de 2023. Desde entonces ha habido traspasos de calado, como Cercanías o los permisos de trabajo. Sin embargo, Pradales ha remarcado que ya desde 2020 se manejaba un calendario similar, que han pasado ya “cinco años” y que el reloj sigue corriendo. “Se olvida con frecuencia que el Estatuto fue la plasmación de un pacto político refrendado mayoritariamente por la sociedad vasca y que quien lo incumple no sólo no respeta su voluntad, sino que actúa en menoscabo de los valores democráticos”, ha indicado.
Por otro lado, Pradales también ha abogado por superar ese Estatuto después de que se completen las transferencias pendientes. Toca “profundizar” en las capacidades autonómicas y “blindar” sus contenidos para que no sean erosionados por normativa estatal o sentencias judiciales. “Es lo que ciudadanía vasca demanda. Y es lo que Euskadi necesita”, ha sostenido.
En la conferencia, el lehendakari también ha insistido en el valor de la “estabilidad” que ofrece Euskadi, donde hay un Gobierno con mayoría absoluta, donde los presupuestos se presentan y aprueban con normalidad y donde hay leyes que van saliendo adelante. “Recuperar el valor del 'arte de gobernar' y desterrar el 'combate por el poder'. Porque, yo me pregunto: ¿cuál es el coste de perder la estabilidad que tenemos en Euskadi? Nada se echa de menos, hasta que se pierde. Debemos dar lo mejor que tenemos por cuidarla y preservarla. Así entiendo la responsabilidad política e institucional, incluyendo también la responsabilidad personal y comunitaria con los principios y valores de la democracia. La responsabilidad exige dejar de lado actitudes infantiles y victimistas. Desde el plano personal hasta los mayores problemas que podamos enfrentar, la 'culpa' no recae siempre sobre otros. Es preocupante e inaceptable la falta de responsabilidad de determinados actores políticos, también en Euskadi: echar la culpa a los demás, no asumir las consecuencias de decisiones tomadas, hablar a la sociedad como si fuera menor de edad, o establecer posiciones políticas en función de intereses partidistas. La irresponsabilidad creciente en el ámbito político es gasolina para la desafección, los populismos y las olas antidemocráticas. Debemos reivindicar la autorresponsabilidad”, ha indicado.