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El Estado al compás de la sardana

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JJ González

Detrás de la pugna secesionista del bloque catalán, liderada por el gazpacho de partidos denominado Junts pel si  con el apoyo de otro partido llamado Candidatura de Unidad Popular, CUP, existe otra importante cuestión. Si cabe tan importante como el hecho de que Cataluña se termine desgajando del resto de España: el establecimiento de una República y la eliminación de la Monarquía en ese territorio. Objetivos irrenunciables de los partidos que tradicionalmente se han llamado de izquierdas, y que forman parte del frente secesionista.

El nuevo paso de establecer una resolución desde el Parlamento catalán para iniciar el plan independentista, ha sido un aldabonazo en las dormidas mentes de nuestros líderes políticos. Por fin parecen darse cuenta que los separatistas van totalmente en serio; y tal es así que el PP, el PSOE y Ciudadanos, han establecido un frente que han dado en llamar “constitucionalista”, para intentar pararle los pies. Pero teniendo en cuenta que el PSOE quiere reformar la Constitución para encontrar la solución a la cuestión catalana, que Albert Rivera ha visto la ocasión de envolverse en la bandera de España para sacar su tajada electoral como salvador de la patria, y que el presidente Rajoy tiene una empanada mental en este tema que lo hace inoperante, podemos concluir que en Barcelona siguen riéndose de todos nosotros.

Es momento de buscar un marco de convivencia y respeto, hoy perdido. Es preciso hablar y negociar, pero faltan altura de miras y sentido de estado entre nuestros políticos. Detrás de todos estos movimientos en el tablero de ajedrez debe encontrarse el Rey, que no es otro que Felipe VI, y esto no debe sorprendernos. Sí, el Rey de España se juega mucho más que los políticos, infinitamente más, y sabe que la búsqueda del entendimiento con los catalanes será la única forma de cerrar la herida. Permitir el advenimiento de una República en un territorio bajo su reinado, producto de una secesión ilegal, de llegar, sería para la Monarquía en España un mazazo definitivo. Y es por eso que el propio Rey ha realizado movimientos, discretos pero firmes, que han puesto de manifiesto que en esta ocasión el Jefe del Estado no se va a quedar de brazos cruzados. No puede.

Mucho tiempo ha pasado desde que comenzase esta partida, con actuaciones timoratas por parte del Gobierno de la nación, a rebufo siempre de las acciones del Gobern catalán. Se equivoca Rajoy con la amenaza de aplicar el famoso artículo 155 de la Constitución Española, que podría suspender temporalmente la autonomía catalana y muchas otras cosas que me callo; y se equivoca pues es una “amenaza fantasma”, sabe que no puede ni debe aplicarlo pues esa potestad no está desarrollada en Ley alguna. Además, sería una auténtica derrota; como cuando un profesor expulsa a un alumno de clase al no hacerle caso. Por el contrario, sí que se debería haber inhabilitado a los dirigentes catalanes, y esa hubiera sido la forma efectiva de neutralizar su acción política, por la vía judicial.

Por el momento, Mas y sus secuaces están dando un insistente “jaque al Rey”. El Parlamento catalán ha dejado que siga adelante la resolución secesionista, la Mesa del Parlamento desestima las reconsideraciones de los grupos de la oposición y, tras un período de alegaciones al texto, podría votarse en un pleno el próximo 9 de noviembre.

No sabemos si  el frente constitucionalista sabrá adelantar los movimientos necesarios para terminar con éxito esta definitiva partida, o se tirarán los trastos a la cabeza. Por el momento, dicen que los 52 diputados que suman los tres partidos presentarán un recurso de amparo contra la admisión del texto independentista. Está claro que  el Tribunal Constitucional declarará ilegal este texto, ¿pero necesitamos que el alto tribunal diga algo que ya sabemos? ¿ Y aparte del efecto jurídico, impedirá esto que continúen el camino de la ruptura?

Los secesionistas se están partiendo de risa cada vez que mueven ficha. Está claro que ellos tienen bien definido el camino de la ruptura, y establecidos sus ocultos objetivos, aunque me duela decirlo; y que el Estado español va tomando decisiones al compás de la sardana de Artur Mas, que nunca aprendió a bailar. Rajoy no tiene música propia, ni plan para el caso catalán, deja que vayan pasando los acontecimientos y mira para otra parte. Esconder la cabeza debajo de la tierra, esa no puede ser una táctica viable a estas alturas de la partida.

Pase lo que pase tras el 9 de noviembre, el Estado español recogerá el fruto de 30 años de desidia, pasteleo y cobardía política. Como dijo el canciller prusiano Otto von Bismarck allá por 1863: ''Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí misma y todavía no lo ha conseguido''. En esta ocasión el juego se ha hecho realidad, y la partida se encuentra en el punto crítico, cuando se decide el ganador

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