Un escudo climático cuanto antes
La sequía ha venido para quedarse. Todas las predicciones meteorológicas apuntan a que la emergencia climática nos traerá episodios continuados de calor extremo, y que Extremadura es una de las regiones donde más sufriremos y donde más riesgo existe de desertificación.
Tenemos que estar preparados ante estos episodios porque van a ser recurrentes. Si somos capaces de adaptarnos a esa nueva coyuntura, podremos hacerle frente de mejor manera. Para ello, hay que cambiar muchas cuestiones para garantizar el abastecimiento de agua para la ciudadanía y la agricultura social y familiar, que es la que mantiene vivos nuestros pueblos.
Esto quiere decir que las concesiones de agua tienen que priorizar el abastecimiento humano y el riego de las explotaciones agroganaderas familiares y sociales. Nada de darle el agua a los fondos de inversión que están apostando por cultivos especulativos o por el olivar en hiperintensivo, que le hace competencia directa a nuestro olivar tradicional de montaña.
Además, tenemos que aparcar los proyectos de nuevos regadíos porque la solución a la falta de agua no pueden ser más regadíos en este escenario de incertidumbre hídrica. En su lugar, tendremos que cambiar a cultivos de ciclo corto y precoz, más resistentes al calor, reorientar los cultivos de regadío a estaciones con mayor precipitación como el otoño y el invierno y adaptar los regadíos ya existentes y mejorar las conducciones para que sean más eficientes y así no perder ni una gota de agua. En definitiva, cambiar totalmente el paradigma actual de las políticas públicas destinadas al sector primario por otras mucho más sostenibles y rentables. Para eso, hace falta dirigentes valientes, que vengan a la política sin deberle nada a nadie, y a los que no les tiemble la mano para decirle a los grandes fondos de inversión, que han visto en la agricultura y ganadería un nuevo nicho con el que hacer negocio y especular, que aquí en Extremadura protegemos y cuidamos a quienes nos dan de comer.
Pero al margen del sector primario, tenemos muchas otras medidas que tomar para hacerle frente a la sequía, la falta de agua y las olas de calor. Una de ellas, importantísima para proteger nuestro territorio, es declarar la temporada de riesgo alto de incendios cuando lo exijan las circunstancias, no cuando lo marque el calendario, como tradicionalmente lo hemos hecho. Esa declaración tiene que venir acompañada de un refuerzo de las plantillas de los bomberos y bomberas forestales porque nos encontramos estos días retenes con dos o tres personas. Esto es insostenible porque son totalmente insuficientes para hacerle frente con suficientes garantías de seguridad a un incendio forestal.
Tenemos además que empezar a cambiar la concepción que tenemos de nuestros centros educativos y residencias de mayores. Año tras año nos encontramos que cuando llega el calor, las aulas son auténticos hornos y que tenemos que mandar a los niños y niñas a casa porque las temperaturas son insoportables, dificultando con ello la actividad educativa y la conciliación, cuando en Extremadura tenemos herramientas para afrontar esto. En la pasada legislatura aprobamos en la Asamblea, gracias a mi grupo parlamentario, una Ley contra el calor en las aulas. Esa Ley plantea actuaciones en los centros educativos para mitigar el calor. 5 años después seguimos sin tener los centros preparados. Y yo creo que ante la situación de emergencia climática que tenemos no puede existir ningún colegio o instituto sin aire acondicionado, al igual que es inconcebible que no haya calefacción. ¿Por qué todos los centros de trabajo están acondicionados para hacer frente al calor y nuestros colegios y residencias no?
También es necesario adaptar los horarios laborales y las condiciones de trabajo a las altas temperaturas que padecemos. La prevención de los riesgos laborales también debe asumir los efectos de la emergencia climática que nos asola.
Por último, tenemos que habilitar refugios climáticos en nuestras ciudades y pueblos, o lo que es lo mismo espacios frescos, con sombras y agua disponible de manera gratuita, para ayudar a la población más vulnerable a sobrellevar las altas temperaturas. Existen ejemplos de esto en ciudades como París o Barcelona y proyectos de crearlos en otras como Málaga, Sevilla, Bilbao o Murcia. Sería deseable que en una comunidad donde alcanzamos récord de temperaturas a nivel nacional pudiésemos tener esos espacios donde poder sobrellevar el calor.
Como ven tenemos mucho por hacer para hacer frente a la sequía y al calor extremo. La situación es tan urgente y preocupante, que todas las fuerzas políticas deberíamos aparcar la precampaña electoral y ponernos mano a mano a trabajar de forma conjunta para garantizar la viabilidad de nuestras explotaciones agroganaderas, proteger nuestros montes y nuestros pueblos y garantizar el bienestar de nuestros menores y las personas vulnerables. Yo estoy predispuesta a ello.
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