El ‘Proceso 15-M’: ¿Qué pasa en la izquierda?
La eclosión de las protestas ciudadanas a raíz del inicio de la política de recortes que se inició en la segunda parte del mandato de Zapatero, quien se había negado a reconocer la existencia de una crisis que nunca entendió, se concretó en las acampadas de Sol y de muchos otros lugares en toda España, que se produjeron inmediatamente antes de las elecciones municipales de mayo de 2011, y en las que el entonces ministro Rubalcaba fue particularmente cuidadoso en evitar incidentes que pudieran dañar la imagen propia y del PSOE, permitiendo ocupaciones de lugares públicos que pudieron provocar la inclinación hacia el PP que se produjo en esas elecciones, tanto municipales como en aquellas autonómicas que coincidieron.
Ese vuelco a la derecha pudo ser consecuencia más de la inacción que se percibía en un Gobierno paralizado y un PSOE sin ideas, que de los mensajes del PP que fueron (al igual que en las elecciones generales seis meses después) particularmente vagos. Al igual que ocurriera en 1996, el propio PSOE no necesitaba que nadie le empujara a su propia derrota, pues hizo méritos de sobra.
El PSOE se vio desbordado por el 15-M y en cuanto a Izquierda Unida, fiel a su estilo, tampoco supo encajar o entender todo lo que había en esos movimientos en buena medida espontáneos en los que esta organización se encuentra incómoda por muchos motivos, que también tienen que ver con unas indefiniciones ideológicas que arrastra desde los 90.
La percepción desde los partidos nacionalistas acerca de este debilitamiento de la izquierda española (cuyo culmen es la entrega incondicional de la Constitución a los poderes financieros en septiembre de 2011, reforzada incluso con un indulto a un banquero condenado en firme, cuando ya Zapatero era presidente en funciones), y la influencia de los movimientos catalanistas en particular en todo el ‘complejo 15-M’, se fue fraguando dado el superior nivel organizativo de la sociedad política barcelonesa (digo bien), iniciándose un mimetismo en las posiciones respecto de los “derechos a decidir”; posiciones que tendrían su manifestación extrema a partir de la mayoría absoluta del PP en noviembre de 2011, que dejaba a CiU (y PNV, que aunque callado ahora es “satélite” de la misma escuela neoliberal que encarna Mas en Cataluña) sin otro discurso para hacer sus políticas de “do ut des” con el Estado, que usar el órdago del soberanismo.
En los meses de la basura de Zapatero se produjo esa reforma exprés que santificó la hegemonía del capital y el fin de cualquier posibilidad de realizar políticas expansivas o socialdemócratas por parte del PSOE. La “izquierda” se disparó un tiro en su propio pie, y en esas estamos desde entonces... El 15-M no se diluyó sino que adquirió otras dimensiones que aún no han fraguado pero que sin duda supondrán la recomposición obligada del mapa político de España.