Lo que nunca te han contado de los Premios Ceres
La celebración de los Premios “Ceres” ha sido una de las cuestiones que ha suscitado múltiples polémicas desde el momento en el que iniciaron su andadura, y según parece nada indica que este año el asunto haya discurrido por un camino muy diferente.
Los principales argumentos esgrimidos por muchos de sus detractores se han centrado desde sus comienzos en el coste que supone, unos 600.000€ de dinero publico, en unos tiempos en los que a más de uno le cuesta ‘dios y ayuda’ llenar la nevera, o que le concedan –y cobre- la renta básica.
En mi opinión el planteamiento no es correcto o al menos no en esos términos, y esto por el mero hecho de que el bienestar de los extremeños y el sistema de protección social que desarrollan los poderes públicos que actúan en nuestra región no depende de ningún modo de la celebración de estos premios. ¿Qué hay gente que pasa hambre?, sin duda, pero eso no sucede a causa de los Premios Ceres, ni se va a solucionar modificando su formato, ni con su desaparición.
Cualquiera que haya consultado durante cinco minutos un manual al uso sobre “políticas públicas”, sabe que lo más importante a la hora de poner en marcha una iniciativa es definir las finalidades y objetivos a los que sirven las medidas que pretenden ponerse en marcha; es decir tener bien claro para qué se hacen las cosas, y evaluar si las decisiones son útiles para la consecución de los fines para los que han sido concebidas.
La cuestión a la que debemos prestar más atención con respecto a los Premios Ceres no es cuál es su coste, sino en primera lugar, cuál es su utilidad dentro de la política cultural de la Junta de Extremadura, y en segundo lugar, si aquellos que se benefician de su celebración son los mismos que se definen como destinatarios de las políticas que hemos mencionado.
El teatro, en Extremadura como en todas partes, necesita, alguien que lo pague, alguien que lo interprete, y por supuesto, espectadores. A partir de estos tres elementos podremos crear un modelo de promoción cultural que tenga por objeto la difusión de la de las artes escénicas. ¿Pueden los Premios Ceres cumplir algún papel en este sentido? Mucho me temo que no. Esta respuesta la justificamos del siguiente modo.
Para determinar cuál es el papel que juegan los Premios Ceres en el conjunto de la política cultural de la Junta de Extremadura solo nos basta con establecer una comparativa entre el montante invertido en este concepto y el importe destinado a otros gastos que pueden contener finalidades de una naturaleza similar. Aquí es donde podemos establecer el peso específico y la relevancia de estos Premios en el seno de la cultura en Extremadura.
Así, nos encontramos con los siguientes datos, el importe total de las ayudas publicadas en el DOE convocadas en los ejercicios 2013 y 2014 para la financiación de nuevas producciones de teatro y danza apenas 206.000€ (30,6% del presupuesto destinado a los dichosos Premios Ceres); pero hay más, el conjunto de las compañías teatrales que desarrollan su actividad en Extremadura dispone de tan sólo 106.000€ (17,5%) para financiar sus giras, y unos 100.000€ (16%) para la organización de festivales de teatro populares, y esto teniendo en cuenta que en cada uno de estos casos las actividades que reciben se extiende a lo largo de todo el ejercicio presupuestario. Pero puede ser aún peor, la cuantía anual que se reserva para la contratación de gestores culturales no supera los 150.000€, una cifra verdadera sintomática, si tenemos en cuenta que básicamente el papel de este personal es el de dinamizar la vida cultural en aquellos sitios a los que no llega nadie.
Es cierto que 600.000€ no es demasiado dentro de un presupuesto autonómico que ronda los 5.000.000.000€, también lo es que no solucionaríamos demasiados problemas aplicándolos a otros conceptos de gasto como por ejemplo la renta básica, pero asimismo, entendemos que las cifras que hemos extraído nos sirven para determinar cual es el orden de prioridades de la Junta de Extremadura en esta materia.
La conclusión es evidente, las partidas destinadas a la financiación directa de actividad relacionada con las artes escénicas es irrisoria, mientras que, en comparación la consignación reservada para los Ceres resulta sonrojante, por exceso, en comparación con las anteriores.
Pero aún así, esto no es lo verdaderamente significativo. Lo verdaderamente relevante, es que la celebración de los premios Ceres no tiene como propósito la promoción cultural, sino la promoción de la actividad de empresarios privados que dominan la gestión del Festival de Teatro Clásico, que emplean nuestro dinero para financiar y publicitar sus propios proyectos. Porque esto ya no trata de teatro, se trata del negocio.
Los que defienden estos premios como una forma barata de conseguir mayor publicidad olvidan en primer lugar, que es el entorno del Teatro Romano de Mérida, uno de los espacios escénicos más importantes del mundo, el que la dan la publicidad al maldito evento, y no al contrario. Por otra parte, no olvidemos, que el sarao ya está incluido en un acontecimiento que lo supera; el propio Festival.
Los que señalan que los Ceres generan empleo parecen obviar lo evidente: que este no es el único modo de crear empleo.
Pero lo que más nos llama la atención es que aquellos que exponen estos argumentos no se percaten de lo más evidente: los Premios Ceres son simplemente un gran negocio de promoción y autobombo para mayor gloria de los bolsillos de sus promotores, por el que unos cuantos perciben 600.000€ de dinero público para la promoción de sus propias iniciativas empresariales.
Y a todo esto, ¿qué dice el PSOE ahora que está en el gobierno? Pues a mí no me ha quedado muy claro, lo que sí que resulta bastante elocuente son los titubeos y las declaraciones contradictorias que han protagonizado los diferentes responsables del gobierno regional.
La actitud del PSOE viene a confirmar una pauta tan previsible como recurrente, que es la siguente: cuando estoy en la oposición digo una cosa, y cuando gobierno hago la contraria, y todo esto sin despeinarme.
Cualquiera que tenga dudas al respecto tan sólo debe consultar la hemeroteca para comprobar cuales eran las opiniones que hace tan sólo un año dedicaban a la cuestión personajes tan relevantes como el actual Consejero de Agricultura que llegó a dedicar a estos galardones a los que calificaba como “propaganda y publicidad”, “injustificados”, “innecesarios”, o incluso como “capricho” del Presidente de la Junta de la época, José Antonio Monago, unos premios –se decía- destinados a una “élite de lujo” ¿habrá asistido el señor consejero y sus compañeros de gobierno a la última edición? En fin, lo de siempre, para el PSOE hay cosas que tan sólo resultan inasumibles cuando las hacen los demás.
En mi opinión, las iniciativas de esta índole tienen una misma característica en común, brillan con toda intensidad durante un instante, que nos resulta carísimo, para inmediatamente abandonarnos en la más completa oscuridad.
En otros términos, (y a otra escala, menos mal), nos ocurre lo mismo con otros eventos dotados de cualidades taumatúrgicas, como son los juegos olímpicos, los circuitos de fórmula 1, los macroeventos, las macroinversiones perdonavidas sin las que no podríamos seguir adelante, y que finalmente lo único que consiguen es dejarnos los bolsillos vacíos y la pinta de paganinis. No es lo mismo, ya lo sé, pero su lógica obedece a una pauta idéntica.
En conclusión: los Premios Ceres no son un evento cultural, ni un instrumento de promoción de las artes escénicas; los premios Ceres son un buen negocio en manos privadas que pagamos entre todos, y sanseacabó.