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Feminismo en la gran pantalla

Las Margaritas Sedmikrásky

Alicia Díaz

Finalizamos 2018 sin poder decir que las cifras de asesinatos por violencia machista hayan decrecido pese a la puesta en marcha de políticas a favor de la igualdad. Tampoco son más positivas las cifras de agresiones sexuales, ni las de prostitución. 

En este último año hemos presenciado cómo el movimiento feminista se establecía oficialmente como un movimiento político hasta el punto de formar parte de la cultura de masas. El feminismo, al que muchas teóricas colocan en la cuarta ola, puede considerarse ya como uno de los movimientos más reivindicativos, influyentes y determinantes. Pese a ello las cifras siguen siendo parecidas a la de otros años o incluso peor. 

Tenía pensado cerrar el año articulando las causas y argumentando las posibles razones de este estado 'límbico' en el que nos encontramos, pero he considerado que este año había que “rematarlo” pensando. Si hay algo que me ha hecho pensar en este tiempo ha sido el cine. En la búsqueda por la película feminista del momento pude darme cuenta de que la mayoría de ellas cojeaba por algún lado. Si no era el guión eran las actrices, si no era la puesta en escena era la imagen, si no era la narrativa era el argumento…, y así hasta la desesperación. 

Bajo estos mimbres y cierta apatía hoy me atrevo a nombrar cuatro películas que el feminismo no puede perderse. La mayoría no están dirigidas por mujeres, pero ser mujer no garantiza que se aplique la óptica y las perspectiva feminista, ni garantiza que una obra culmine con armonía y belleza. Bien es cierto que el endogámico mundo en los roles de dirección las mujeres han sido invisibilizadas, apartadas y olvidadas. 

Aún así, ahora que la labor de dirección comienza a tener mayor número de firmas femeninas, queda mucho camino por recorrer para alcanzar la excelencia que sí se le ha otorgado a directores varones a lo largo de la historia pese a que muchos de ellos filmaban sin reparo su propia misoginia. A cambio concretaban sus obras a través de la excelencia artística, la valentía contextual y la perfección técnica. 

Muchos de ellos hoy son referentes de cambios sociales y del pensamiento. Ninguno de los directores de las películas que he elegido tienen rasgos patriarcales. Todos han mostrado una visión de la mujer muy ajustada a mi forma de entender su opresión, todos han demostrado una sensibilidad y una visión muy cercana al análisis feminista. 

Tengo que decir que mi idea de películas feminista desemboca en dos vertientes: La épica feminista y el trasfondo feminista. La primera muy fácil de identificar pero también es fácil caer en la trampa de que lo parezca. La segunda es la que invita al análisis y a desmenuzar las escenas una a una bajo la óptica que buscamos; para mí, la más estimulante y enriquecedora. 

He elegido tres películas de cineastas varones y una de mujer como recomendaciones para una visualización enteramente feminista.

-“Bailar en la oscuridad”. Quizá sea nuestra ceguera la que nos impida ver la realidad, o es la realidad la que nos ciega por resultar tremendamente dolorosa. De existir los milagros no estaban destinados a salvar a la espectacular Björk de la mano de  Lars Von Trier en “ bailar en la oscuridad”, porque eso es lo que hace continuamente Björk - a partir de ahora Selma - fundirse en un mundo donde la música y el ruido del exterior le obligan a crear su propia fantasías.

“Sueño demasiado despierta” ¿Acaso hay otra opción en mitad de una guerra fría? ¿Acaso hay otra manera de hacerlo en una sociedad individualista y consumista? A Selma le hunde el sistema. Un sistema que se ceba con el más débil, con la mujer precaria sometida a la explotación de la fábrica, a la incomprensión, a lo inhumano, al engaño y a la privación de libertad.

El ruido se convierte en pasos de claqué, en un escenario donde todos bailan y le siguen la estela, como si fuera la única posibilidad, por una vez, de que el mundo ruede alrededor de ella sin aplastarla. Ahí lleva ella las riendas, su voz es la que ha de ser escuchada y sus pasos,  la senda. ¿Qué más hay que ver? Ya no hay nada que ver sin esperanza, es demasiado tarde para volar cuándo tienes que salvar a un hijo por encima de ti misma. No hay tiempo para un amor de verdad, no hay espacio suficiente para salir de la oscuridad y de la muerte.

A lo largo de la duración del film intentamos salvar a Selma a través de  la toma de conciencia, en una sociedad en la que pertenecer a según qué clase determina la vida de una mujer, y dónde los valores éticos no son suficientes para la supervivencia. La fuerza de Selma la resume mejor Pío Baroja: “Aunque tengamos la evidencia de que hemos de vivir constantemente en la oscuridad y en las tinieblas, sin objeto y sin fin, hay que tener esperanza. Hay que hacer que nuestro corazón sea nuestro ruiseñor, que canta en la soledad de la noche negra y sin estrellas, o como la alondra que levanta el vuelo sobre la desolación de los campos a la luz poderosa y cándida de la mañana. ”

-“La calle de la vergüenza” es una película del director japonés Kenji Mizoguchi rodada en 1956. Estamos ante un film  político que evidencia la situación social de las mujeres en la prostitución tras la segunda Guerra Mundial. Mizoguchi narra de forma notable las circunstancias que llevan a las mujeres a prostituirse enmarcando el conflicto en un modesto barrio de Tokio donde las acciones transcurren dentro de un prostíbulo llamado Dreamland. Dentro se encuentran cinco mujeres cuyas vidas les ha llevado a ejercer la prostitución. Casualmente todas tienen en común la pobreza, la miseria y la huida hacia adelante.

Para no hacer una entrada excesivamente larga intentaré resumir lo que a mi juicio parece imprescindible para poner en contexto esta obra. En primer lugar, destacaría la visión de Mizoguchi sobre la prostitución y la mujer en general. Este director nace en el seno de una  familia de origen humilde que cae en la pobreza tras la crisis económica de 1904, por lo que tuvo que  trasladarse al barrio  más pobre de Tokio. El padre de Mizoguchi maltrataba a su madre y también a su hermana, a la que acabó vendiendo como geisha.

Sin duda, las vivencias del director, marcarán su trabajo a lo largo de su vida y, muy especialmente, quedará reflejado en esta película. En segundo lugar, es interesante conocer el momento político en el que se encontraba Japón, ya que estaba a punto de aprobarse la llamada Ley Anti prostitución de 1956. A lo largo de la película está presente la cuestión de clase, cada mujer protagonista cuenta con una situación personal que la obliga a prostituirse sin dejar de lado la figura del putero, la del proxeneta, la familia, la violencia y la doble moral de la que hoy en pleno 2018 no nos libramos.

Es especialmente interesante el debate que propone de una forma objetiva. Pone sobre la mesa los mismos problemas que se plantean hoy en torno a la abolición, todos ellos identificados en cada personajes; el proxeneta que discursivamente mantiene que su trabajo es un beneficio para la comunidad, la puta empoderada y aquellas que desean salir de la prostitución. 

-“La Kermesse heroica”, dirigida por Jacques Feyder (1935). Se trata de una farsa sobre la dominación española en Flandes ante la inminente llegada a una pequeña ciudad de tropas españolas provoca el pánico entre los hombres. Las mujeres, en cambio, deciden preparar una espléndida fiesta de bienvenida a los temibles soldados españoles.

La Kermesse heroica es una pequeña obra maestra, una comedia elegante y exquisita con una puesta en escena sublime y vestuario muy cuidado, especialmente en la mujeres. El director se atreve a desafiar conceptos como la homosexualidad, los roles de género, el poder femenino, la sexualidad, el deseo, la infidelidad, los clichés absurdos y todo bajo el dominio de la mujer sobre los hombres en una época impensable. Además, pictóricamente, podemos encontrarnos imágenes que recuerdan a las obras de Rembrandt o el estilo flamenco de los cuadros de Brueghel. 

-Quizá en esta película pierda la objetividad porque se ha consagrado como mi película favorita sin ser perfecta y sin ser una obra maestra: Las Margaritas  (‘Sedmikrásky') es la ruptura de lo convencional, la anarquía narrativa en estado puro, es el surrealismo y una experiencia sensorial.

Han pasado muchos años (1966) desde que Vera Chytilová no dejara una obra revolucionaria y experimental que sigue siendo fresca. En plena boga de la Nouvelle Vague la cineasta checa se atreve a probar la libertad artística a través de sus dos protagonistas mujeres que se rebelan ante el sistema y la corrupción.

Marie I y Marie II son dos jóvenes mujeres representadas como muñecas de una sociedad decadente y a la vez en progreso, así que serán ellas las que decidan romper los hilos de la censura y de la corrección políticamente correcta a través del hedonismo, el placer por el placer y dónde nada sacia el hambre por la libertad. A fin de cuentas el surrealismo es un movimiento moral, artístico , poético y revolucionario nacido para combatir la desigualdad social. Ese es el trasfondo del film de Chytilová, la revolución de las mujeres mostrada en un collage audiovisual que envuelve y seduce por su originalidad, su color y la profundidad política subyacente. 

Tengo que reconocer que me ha costado elegir mis cuatro películas favoritas feministas de este año, pero todas me han conmovido por algún motivo, todas tienen un componente especial, una de ellas particularmente, y que ya forma parte de mi vida. Concepto de clase, empoderamiento, desigualdad social, revolución y política; todas aparecen reflejadas es ellas.

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