Una comida “esquisita” o catedral “espantosa”, ejemplo de equívocos hispano-lusos
Es cierto que el español y el portugués son lenguas hermanas con muchas semejanzas, pero también es verdad que su diferente evolución ha creado insospechados “falsos amigos” que pueden chirriar entre los hablantes de ambos idiomas y que crean más de una situación incómoda. Cuando un hispano-hablante elogie una comida ante un luso-parlante y diga que es “esquisita” (raro, en portugués) o un hablante de portugués proclame que una catedral es “espantosa” (en portugués, imponente) las risas y la sensación de incomodidad brotan de inmediato en una conversación. En vísperas de la celebración mañana, miércoles, del Día de Portugal y de las comunidades portuguesas, -la jornada en la que se evoca la muerte del padre de las letras lusas, Luís Vaz de Camoes (1524-1580)-, los especialistas recuerdan los conocidos como “falsos amigos”. Así se llaman los vocablos cuyo significado no es lo que parece y que conforman una categoría muy común para lenguas que procedan del mismo tronco. “Son (lenguas) hermanas porque ambas proceden del latín iberrománico, pero su evolución histórica las ha convertido en dos lenguas diferentes, tanto a nivel fonético, como morfológico, sintáctico y, por supuesto, léxico”, explicó a Efe José María Santos Rovira, coordinador de español de la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa.
Ojo con los equívocos Para Santos Rovira, acostumbrado a trabajar con alumnos luso-parlantes, hay “multitud” de “falsos amigos”. El profesor cita el caso de acordar (en español llegar a una acuerdo, en portugués despertarse) o embarazo/embaraço (quedar encinta en español, frente a avergonzarse en portugués). Otros son oficina, que en portugués es taller mecánico, secretária (mesa de trabajo, en portugués), largo (ancho, en portugués) o azar (mala suerte). El uso de estos vocablos ante hablantes que no estén alerta de sus diferentes significados propician, con frecuencia, situaciones, por lo menos curiosas, también en la lengua escrita. Por ejemplo, a la hora de rellenar un formulario oficial en español, algunos luso-parlantes se enfrentan a equívocos como el de “fecha”, que en portugués es el imperativo del verbo cerrar. Ambas lenguas, que juntas suman casi 700 millones de hablantes, están en plena refriega para combatir esos equívocos, pues han estrechado notablemente sus lazos en la última década, tanto en Brasil como en Portugal, donde se amplió el estudio del español en las escuelas. En España el interés por aprender la lengua de Camoes lo lidera la fronteriza Extremadura. Ya sea en los centros de primaria y secundaria, el Instituto de Lenguas Modernas, las Universidades Populares, las Escuelas de Idiomas, la Universidad de Extremadura o de manera privada, se calcula que hay más de 11.000 estudiantes de portugués en esa región. Como gesto de acercamiento, este día 10 de junio, además de celebrarse el Día de Portugal y de las comunidades portuguesas, es oficialmente festivo en la comunidad de Extremadura desde 2013. Aunque es cierto que los portugueses, gracias a su fonética y a su permeabilidad a otras lenguas, aprenden a defenderse en español rápidamente, Santos Rovira descartó que los hispano-hablantes tengan obstáculos mayores. “Depende del grado de conocimientos de cada uno. Los poco instruidos y que no hablan nada más que su propia lengua piensan que sí, pero quien ya aprendió lenguas o tiene profundos conocimientos lingüísticos nota que, para dominar cualquier lengua, hay que dedicarse a ello”, anotó.
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