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Por qué voy a la marcha contra la violencia machista y los femicidios

Txaro de Palma del Teso, feminista

La violencia contra las mujeres es un problema estructural que afecta a nuestra sociedad y que no se erradicará jamás con parches, sino acotando visibilizando y nombrándolo para poder eliminarlo. El machismo no es exclusivo de la conducta de los hombres, sino desgraciadamente, un legado social del patriarcado que nos afecta tanto a hombres como mujeres de forma complementaria, y asimétrica en las relaciones de poder.

La sociedad finalmente termina naturalizándolo con lo que consiguen que la desigualdad se mantenga y, en consecuencia, la violencia crezca. Cada vez nos inmutamos menos ante las noticias de menores o mujeres asesinadas, con los protocolos policiales no activados por falta de “peligrosidad”. La reproducción piramidal de poder es patriarcal, pues, aunque algunas prácticas puedan parecer irrelevantes (por ejemplo: un chiste o una imagen o un juguete) todas ellas contribuyen a normalizar la violencia.                                      

Actualmente cada vez más jóvenes consideran que si una mujer es agredida es porque habrá hecho algo y resulta preocupante cuando se nos indica que se ve con naturalidad que una pareja controle el móvil de su compañera, su ropa, sus amistades. Una de cada tres jóvenes considera aceptable que su pareja la controle; todo ello nos retrocede a lo que ya creíamos -qué ilusas- de otro tiempo: vivimos en el espejismo de la igualdad.

La fiscalía de menores avisa el aumento de la violencia machista entre menores de 15 a 17 años. Las órdenes de protección a las menores de 18 años se incrementan un 15% y a las mujeres de entre 70 y 74 años, un 25% .

El eterno: mi marido me pega porque me quiere. En el último barómetro del CIS de octubre 2015, en la pregunta: ¿Cuál es, a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?, la violencia de género ocupa el lugar número 15. Los problemas relacionados con las mujeres ocupa el lugar número 23. Sólo el 1.2% considera como tal a la violencia contra la mujer (en el año 2004 con la ley de VG fué el 11.7%).

Analizando las cifras se puede comprobar que los problemas percibidos por la sociedad aumentan cuando estos están incluidos en la agenda política en un lugar prioritario. Vemos que para que se produzca el cambio a una sociedad más justa e igualitaria es necesario que la política nacional y regional sea verdaderamente consecuente con las prácticas transversales de igualdad en todos los sectores de la sociedad; desde la familia a la escuela, los medios, la publicidad, las canciones, los cuentos, los libros y todos los ámbitos de la vida.

La realidad española en lo que va de año 2015, 80 mujeres fueron asesinadas por varones y 4 menores, según cifras oficiales sólo 41. Perpleja estoy del caso de este verano en Huelva de una mujer que se encontró en un contenedor quemada y según el gobierno se había suicidado...¿además de ser mujer su origen étnico tenía que ver para que no se investigara?.

En 2014 fueron 102 víctimas del machismo incluyendo a 5 menores, en 2013 fueron 113-108(12), 115(11) 126 (10)asesinatos … sólo en 8 años 38 hijas e hijos de mujeres víctimas de la violencia machista fueron asesinados Es la terrible expresión del te voy a dar donde más te duele y todo ello…¡¡ ante la impasibilidad social y sin que nadie acepte asumir una responsabilidad política!!

Es imprescindible que se enmienden las leyes por incumplimiento de deberes familiares porque, sólo con la modificación del Código Penal, las mujeres que decidan proteger a sus hijas e hijos pueden ser condenadas por desobediencia. Así, agredir a una mujer se sanciona con servicios a la comunidad.

El 97% de los hombres con orden de alejamiento por violencia machista obtiene en los juzgados un régimen de visitas a sus hijas e hijos, sólo deniegan el 3% de los casos en que hay menores de por medio. Y para los neomachistas, que insisten en el argumento de las denuncias falsas, que consulten datos del poder judicial: el 0,01% y el 0,022% de todos los casos, es el delito con menos denuncias falsas de todos los delitos y, sin embargo, es el argumento utilizado para no cambiar nada.

La eliminación de la violencia contra las mujeres es prioritaria; y hay que nombrarla por su nombre: “violencia machista” y a los asesinatos feminicidios.

El Estado no actúa con la debida diligencia en la investigación de la violencia machista. A diferencia de otros delitos, el peso del proceso recae sobre las víctimas. Se observa una creciente dificultad para la concesión de las órdenes de protección y, una vez concedidas, se establecen distancias en las que sigue habiendo control visual por parte del agresor.

Una mujer llega a un centro de atención llena de miedos, de inseguridad, aislamiento, incomprensión social, y con sentimiento de culpabilidad. La vergüenza y la culpa recae sobre la víctima como producto de la socialización diferenciada y la cultura androcéntrica. A las agresiones machistas se las suele llamar “pelea de pareja”, minimizando las consecuencias vitales y existenciales que deja a las supervivientes.

En Extremadura los “puntos de encuentro” son subcontratas con personal sin cualificación para trabajar con personas afectadas por las violencias machistas; sin formación específica, profesionales impregnados por la cultura social machista alentando la culpabilidad de la víctima y tratando a las y los menores con patrones machistas como la tolerancia hacia el agresor y/o la falta de respuesta del entorno de la víctima. Habría que revisar, pues, las y los profesionales encargados de los espacios de atención psicológica a las víctimas.

La violencia machista contra las mujeres rurales es más virulenta. Se enfrentan a menor información, más presión social y familiar y más miedo a la hora de denunciar. Es más difícil hacer cumplir por parte de la justicia las órdenes de alejamiento y son escasos o distantes los recursos disponibles. Hacen falta inversiones para mejorar las políticas de igualdad y el acceso a los recursos. Los maltratadores se sienten menos cuestionados por su entorno, pues creen que gozan del respeto de la vecindad que no se inmiscuye “en lo que ocurre dentro de casa”. Como dice Amelia Valcárcel: el machismo mata, empobrece y atonta. Actualmente las políticas municipales de igualdad están vacías, sin recursos ni potestad. Para las mujeres rurales es vital tener apoyo y red en el entorno para poder vivir seguras y libres de violencias.

Las políticas de igualdad deben tener presupuestos, evaluaciones, seguimiento y mejoras; revisión de los protocolos de actuación con evaluación tanto de por parte de las personas usuarias como por parte de profesionales con formación permanente para todas las disciplinas (médicas, policiales, jurídicas, educativas, técnicas). Es necesaria la inclusión real y efectiva de la coeducación y el control de los medios de comunicación y productos culturales en la cosificación de los cuerpos de las mujeres para enfrentar activamente los estereotipos machistas y la formación en género.

La igualdad está siendo recortada tanto que los presupuestos de 2016 tienen asignados para políticas de igualdad sólo un 0,01% del total de los presupuestos.

Es hora de poner verdadero interés y recursos adecuados para proteger a las víctimas. Hay que poner mayor énfasis en cuestionar al maltratador señalando su conducta antisocial, inhumana e injusta. A estos efectos, por ejemplo, en vez de pisos de acogida para víctimas podría considerarse poner pisos de control para maltratadores leves (los graves a la cárcel) y vigilar para que no puedan hacer más daño; chips de control para ellos, cámaras, restricciones. Hay que retirar la custodia a un padre maltratador de oficio, ya que un varón que maltrata, viola o asesina a la madre de sus hijos e hijas, no puede ni debe tener contacto con las y los menores. Es necesario más apoyo y medidas de inserción para ellas y para las criaturas; y respeto, amistad y valoración. El Estado debería hacerse cargo de las pensiones alimenticias, ya que los impagos añaden, de nuevo, más violencia contra la mujer.

Es de todo punto urgente, no sólo que se cumplan las leyes (que el gobierno actual ha minimizado y casi desmantelado), sino que se revisen en profundidad. Eliminar la feminización de la pobreza: el desempleo en Extremadura afecta a un 33,82% de las mujeres y al 26,28% de varones; la brecha salarial obliga a una mujer extremeña a trabajar 11 años más que un hombre para cobrar la misma pensión. Esto también es violencia: violencia estructural y no es justo, ni igualitario para una sociedad que se dice democrática.

Es imprescindible que la lucha contra el terrorismo machista sea una cuestión de Estado, implicando a toda la sociedad, a sus partidos políticos, sus organizaciones e instituciones con actuaciones de prevención y erradicación de las violencias machistas, también los medios de comunicación.

Desde Extremadura envío mi apoyo a las mujeres de la Asociación Ve La Luz, que con su huelga de hambre iniciada esta semana en la puerta del Sol de Madrid, reivindican el fin de las violencias políticas con una actitud que va un poco más allá de las meras y tibias declaraciones de intenciones a las que no queremos acostumbrarnos.

Os dejo que cojo el bolso y voy a Madrid al 7N por Teresa, Sandra, Egle, Susana, Hanane, Tamara, Davinia, Francisca, Isabel, Gema, Encarna... Porque, todavía, las que tenemos voz para gritar decimos: ¡¡¡BASTA YA!!!

¡¡NOS QUEREMOS VIVAS!!!

NOS QUEREMOS LIBRES DE TODO TIPO DE VIOLENCIAS MACHISTAS.

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