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El cómic que retrata Santiago de Compostela como distopía 'noir'

Viñetas de 'Os suicidantes', de Diego Ameixeiras y Tomás Guerrero

Daniel Salgado

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Del Santiago de Compostela del año 2051 ha desaparecido todo rastro de peregrino. La catedral amenaza ruina, de hecho ha perdido una de las torres de su fachada barroca. El desbordado jolgorio turístico es historia y ha derivado en un modo de explotación total de la fuerza de trabajo. La opresión resulta tan brutal que solo la muerte voluntaria conduce a algo parecido a la libertad. Y está prohibida. Este el paisaje distópico y noir que el novelista Diego Ameixeiras, uno de los más sólidos escritores de género negro en las literaturas peninsulares, y el dibujante Tomás Guerrero han diseñado en Os suicidantes (en gallego, Xerais, 2023), su primera colaboración en formato cómic.

La obra, oscura y expresionista, nació de la obsesión por una palabra. “Me fascinaba el adjetivo suicidante, que encontré en el relato de Horacio Quiroga Los buques suicidantes”, explica Ameixeiras (Lausana, Suiza, 1976) a elDiario.es, “y al principio pensé en hacer un cuento. Pero se acabó transformando en un guion”. Por primera vez se adentró en un mundo de ciencia ficción, con ecos a Blade Runner, al realismo extremista de J.G. Ballard o incluso al mítico Eternauta de Oesterheld y Solano. Y donde suicidante es el nombre de la guerrilla clandestina que, a través del homicidio de encargo por la propia víctima, se encarga de materializar la escapatoria al “gran dolor”. Apenas existe luz al final del túnel porque, en realidad, ni siquiera hay túnel.

“Es cierto que si hago una historia en la que el poder económico ejerce la explotación absoluta y una epidemia universal se abate sobre la población”, considera, “todas las piezas llevan a la angustia y a un tono pesimista”. Esa no es, sin embargo, toda la película. También en el peor de los tiempos los oprimidos se rebelan. “Al final añado cierto aire romántico”, admite el autor. El desafío a Normion -así se llama la compañía gobierno que rige los destinos de la ciudad- acaba por adoptar nuevas formas. “En una distopía todo alcanza un extremo, es más dramático”, añade.

Pero ¿qué percibe Ameixeiras en el Santiago de Compostela actual que le ha desatado imágenes fúnebres de un futuro no tan lejano? “De entrada no pensaba ambientar la historia en Santiago”, aduce, “fue idea de Tomás, pero se convirtió en uno de los grandes aciertos del libro”. Calles y plazas de su zona vieja -no solo- enmarcan las peripecias de personajes atormentados, sombríos, desesperados: Obradoiro, Toural, Praterías o el laberinto de callejuelas de origen medieval. “Es una ciudad religiosa, lo que añade muchos significados a la historia. Además, también nos gustó exponer lugares sobreexplotados por el turismo prácticamente en ruinas”, comenta divertido, “y el dibujo juega a eso: qué ocurriría si esa ciudad, ya despersonalizada en la actualidad, viviese bajo un poder económico tan violento”. Tomás Guerrero lo confirma: “Preferimos usar un lugar que conocemos. Este tipo de relatos siempre suceden en Londres o en Nueva York y nos dijimos, 'traigámoslo aquí”.

Una obra visualmente pictórica

Guerrero (Valencia, 1972) nunca había trabajado con guionista, normalmente él mismo escribe los tebeos que ilustra: A deserción de Stalin (2015), O neto do homem mais sábio (2020) o Viagem à Guarda (2023). Define la escritura de Ameixeiras como “muy sólida, oscura” y eso, de alguna manera, encaja con su mirada como dibujante, en blanco y negro, rota. Hay viñetas pero a menudo otro tipo de unidades expresivas, más amplias. “El cómic tiene su propio lenguaje. Y aunque el estadounidense es casi un storyboard, existen otras posibilidades”, dice. A ellas se ciñe en Os suicidantes, a menudo una obra visualmente pictórica, elaborada mano a mano entre Guerrero y el guionista durante meses.

Fue Ameixeiras el que completó una primera versión del guion, “pensado en imágenes y diálogos”, y lo envió a Guerrero. Múltiples encuentros entre los dos autores sirvieron para perfilar personajes y sus razones, los escenarios, sus reflejos. “Tomás me preguntaba qué era el 'gran dolor', porque debía estar en el dibujo. Que, a la vez y gracias a su carácter pictórico, iba revelando elementos que no estaban en el texto”, señala. Os suicidantes incluye, además de una muestra de los numerosos bocetos de Guerrero para la obra, dos epílogos en los que ambos exponen motivos y obsesiones. “Meses de bocetos y de tinta, días de buscar localizaciones, veces de decir que este trazo, esta forma de dibujar no es la adecuada”, resume Guerrero. Pero es Diego Ameixeiras el que recuerda como Marion, lo más parecido a una protagonista carismática del libro, parafrasea a Baudelaire y sintetiza toda una trama: “La muerte que nos consuela, la muerte que nos obliga a vivir”.

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