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La Defensora gallega modifica su renuncia y sigue en el cargo tras la sentencia por colocar a una sobrina de Fraga

La todavía Valedora do Pobo, Milagros Otero, en su toma de posesión en 2015

David Lombao

Un cese en diferido o, casi, en indefinido. Milagros Otero se dirigió el pasado jueves por carta al presidente del Parlamento para formalizar su voluntad de “renunciar” al cargo de Valedora do Pobo -Defensora del Pueblo de Galicia-. Lo hacía después de que el Tribunal Supremo rechazara su recurso contra la sentencia en la que el Tribunal Superior de Justicia de Galicia anulaba por “desvío de poder” el nombramiento como jefa de servicio en la institución de María Puy, sobrina del fallecido presidente Manuel Fraga, hermana del actual portavoz parlamentario del PPdeG e hija del catedrático de Derecho de la USC Francisco Puy, de quien Otero fue “discípula” académica.

Esa misiva, a la que ha tenido acceso Plaza.gal, pasó por el registro de salida del Valedor do Pobo a las trece horas y veintiséis minutos del día 4 de abril, desencadenando una tormenta política y mediática en la que la palabra “dimisión” tuvo añadidas poco después expresiones como “en diferido” o matices sobre la ausencia de inmediatez en su marcha. No estaba imitando a Benigno López, que en 2012 dimitió como Valedor tras sus declaraciones sobre la supuesta conveniencia de los recortes sociales y dejó el cargo de inmediato.

La clave de esa primera carta en la que Otero ponía su cargo “a disposición de la Cámara” estaba en el artículo de la ley del Valedor do Pobo en el que se apoyaba. Pedía al presidente del legislativo, Miguel Santalices, que “en el momento” en que los grupos parlamentarios acordaran el nombre de la persona para sucederla, formalizara su renuncia “de acuerdo con lo previsto en el artículo 5.1.5ª” de la ley.

Ese artículo activa el mecanismo de sucesión en caso de renuncia “por ser condenado, mediante sentencia firme, por delito doloso”. Supone que, a continuación, el pleno del Parlamento “decida” antes de un mes sobre la persona titular del puesto con la mayoría reforzada de tres quintos de la Cámara -45 escaños, lo que obliga al acuerdo del PP con, al menos, otro grupo- que es necesaria legalmente para renovar la institución.

Pero esa carta duró apenas un día. A las trece horas y cuarenta y un minutos del pasado viernes, 5 de abril, Otero escribió otra Vvez al presidente del Parlamento. En la segunda misiva, a la que también ha accedido este diario, advertía de que acabab de apreciar un “error material” en su primer escrito y por eso lo volvía a remitir con la “correspondiente corrección”. El único cambio es en la referencia al artículo mediante el cual deja el cargo: ya no apela al 5.1.5ª, sino al 5.1.1ª, lo cual indica que una de las causas del cese del titular de la defensoría gallega es la “renuncia” a seguir en el puesto.

El cambio no es menor. Más allá de desvincularse formalmente de una conducta delictiva, el supuesto legal que activa ahora es el que indica que el presidente del Parlamento “declarará la vacante en el cargo”. Pero la ley no fija plazo alguno para hacerlo. De este modo, si no hay un acuerdo inmediato para el relevo -algo poco probable en pleno período electoral-, Otero puede seguir ejerciendo por tiempo indefinido incluso más allá del otoño de 2020, cuando termina formalmente su mandato coincidiendo con el momento en el que tocaría convocar elecciones gallegas. Sólo una improbable decisión radical del PP sobre su destitución podría propiciar una salida rápida.

Además, la vía escogida por la todavía Valedora en la segunda carta desactiva la posibilidad de que la Comisión de Peticiones de la Cámara gallega pueda votar que las funciones de la defensoría sean ejercidas en funciones por el vicevaledor, Pablo Cameselle, propuesto en su momento para el cargo por el PSdeG. Hacia él, precisamente, ha intentado el PP en los últimos días desviar las responsabilidades de lo sucedido y la propia Otero ha advertido de que su voluntad es de que Cameselle también se vaya cuando lo haga ella.

La explicación oficial de Milagros Otero es que no se va de inmediato por “responsabilidad”, porque una institución como esta no debe ser “descabezada”. Además, en situaciones “complicadas” lo que corresponde es “apretar los dientes” y “levantar la cabeza”, reflexionó. Mientras, En Marea y BNG ya han advertido de que promoverán votaciones en el pleno del Parlamento para precipitar la renuncia y el PSdeG estudia también cómo actuar ante el cambio de escenario propiciado por la segunda carta. En cualquier caso Milagros Otero sigue siendo, al menos de momento, la Valedora do Pobo a todos los efectos.

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