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Diego As, premio al mejor mural urbano del mundo: “A los grafiteros ya se nos considera artistas y no gamberros”

Diego As en su estudio

Raúl Novoa / David Ferreiro

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El camino de Diego As (nombre artístico de Diego Anido) no fue sencillo, pero su pasión por el mundo del muralismo y del grafiti terminó dándole su recompensa en forma de reconocimiento y éxito. Este lucense se inició en la disciplina durante su adolescencia de una forma clandestina y autodidacta, motivado por su gusto por pintar y las influencias del hip-hop y el arte urbano.

Después de sus estudios de secundaria, decidió formarse en el ámbito de la pintura, desarrollando su talento y su pasión por el realismo, que puede verse claramente en sus obras. Poco a poco comenzó a hacerse un hueco hasta trabajar, tanto para particulares como para instituciones, como muralista profesional. Ahora “el  muralismo ya está mucho más asentado”, comenta, aunque reconoce que en sus inicios era difícil trabajar “en este mundillo”.

El Julio César frente a la muralla de Lugo se ha convertido en un símbolo más de la ciudad y ha conseguido una repercusión que, según asegura, nunca imaginó al ser nombrado como mejor mural del mundo, según Street Art Cities, la mayor comunidad de arte urbana. Tras este mural, el interés de los medios de comunicación nacionales se incrementó, pero el nombre de Diego As ya era respetado entre el resto de grafiteros.

Su trabajo se vio recompensado con campañas con marcas importantes, además de con premios, como ser uno de los 'Lucenses del año', el título compartido de Campeón de España en el concurso 'Grafiti Battles Spain 2021' que convoca la Liga Nacional de Graffiti. As atiende a elDiario.es en su estudio en la ciudad de Lugo, donde muestra algunas de sus obras y otras que están por venir.

¿En qué momento te diste cuenta de que el muralismo dejó de ser un hobby y pasó a ser un trabajo?

Con 19 años me di cuenta que podía dedicarme a ello cuando me hacían encargos de particulares. Me costó porque antes siempre me había dedicado al mundo de la construcción. 

¿Cómo ves España para desenvolverte en esta disciplina?

Cuando empecé estaba muy mal vista. En Estados Unidos o en Berlín, con la gente de 1-UP, estaba muy desarrollada. Parece que la gente ha ido abriendo los ojos y estamos ya considerados como artistas. Ya no somos gamberros como se decía. Estamos bien valorados.

Lo que sigue sin aceptarse, evidentemente, es que te pinten la puerta del garaje o una propiedad privada

El muralismo y el grafiti son dos disciplinas que arrastraron muchos estigmas, sobre todo, hace unos años. Sin embargo, parece que hoy en día han ido difuminándose. ¿Qué crees que queda por hacer?

Es algo ya muy normalizado. En Lugo, que es una ciudad antigua y que siempre parece que vamos dos años por detrás del resto, está aceptado porque hay obras que ya se valoran, que ven que tienen trabajo detrás y que ya no es la pintada del grafiti rápida… Al final eso es el grafiti: una acción muy rápida y momentánea. Se acepta que se haga en muros sin uso. Lo que sigue sin aceptarse, evidentemente, es que te pinten la puerta del garaje o una propiedad privada. Ahí no hay manera [risas].

¿Por qué surgió ese cambio de mentalidad en la población que le hizo darse cuenta del potencial que tienen estas obras?

Por la calidad de las obras. Antes técnicamente la gente no era tan buena. Hoy en día, el bote de pintura da para que tenga más calidad la obra. Hay más obras y más buenas. Llega un momento donde la gente se da cuenta que es otra cosa, o es la firma o el grafiti, ya son otras cosas.

Y en ese sentido, ¿crees que incluso el arte está más democratizado?

En mi ámbito era muy  sencillo. Los botes son caros, igual no podías tener todos los colores que querías pero era accesible, solo era coger los botes e ir a pintar a un sitio abandonado o en el que habías estado tranquilo y hacías libremente lo que te gustaba. Pienso que en otros ámbitos es más complicado. A nivel público sí es más fácil ahora. Conseguir un muro en el Ayuntamiento es más sencillo, vas a la Juventud y pides un muro y te van a dar el espacio y todo. 

Muchos grafiteros critican el muralismo y pintar de legal, porque dicen que no es la “esencia” del movimiento. ¿Qué piensas de esto?

Que son cosas distintas. El que pinta grafiti y le gusta la actuación rápida en un sitio ilegal lo va a seguir haciendo y el que hace murales, con un tiempo pensado y con un estudio detrás, también. Al final, están en la misma raíz pero son incompatibles la una con la otra. Creo que hay que entendernos y que cada uno haga lo que tiene que hacer. Yo procedo del grafiti de antes aunque ahora estoy haciendo otras cosas y la gente tampoco dice nada porque sabe que hay un cambio en la vida. 

¿Cómo es el proceso de creación de un mural? ¿En qué piensas para hacer cada una de tus obras? 

Pienso en la estética y en adaptarlo al espacio, al entorno. Luego tiene el proceso de qué hacer o qué motivos meter. Si te gusta el realismo, como es mi caso, puedes tirar de fotografías. Una vez retocado y editado el diseño es llevarlo al muro y la ejecución que pueda tener allí con logística de grúas. 

¿Es importante adaptarla al entorno?

Sí. Para la gente que va a vivir en ese espacio, porque yo pinto allí y marcho, pero la gente va a convivir con esa obra, va a hablar esa obra. Que a la gente no le cause impacto tener una obra de tres pisos y que la vea todos los días, te tienes que adaptar un poco a la gente. En ese sentido es importante que no le cause impacto.

¿Tienes influencias de la cultura gallega a la hora de adaptarla a los entornos? 

Sí, porque al final también trabajas con muchos concellos que tienen diferentes intereses o simbologías. Si es algo para el pueblo, quieres profundizar en eso y plasmarlo. Soy una persona muy abierta con los temas.

La acogida de tu obra en la ronda de la Muralla de Lugo está siendo increíble, dándole una nueva vida a la zona, que disfruta de un atractivo más. ¿Tenías más alternativas o siempre pensaste que tenía que ser la imagen de Julio César?

No, aunque sabía que en ese espacio quería meter algo relacionado con Lugo romano. No sabía si iba a ser una estatua, un casco o un castro. Quería que estéticamente fuese bonito y que ya que solo podía trabajar con grises, tuviese un impacto en esa escala. Luego investigando iba a poner al fondo la ciudad de Lugo, pero no me gustaba estéticamente, no me parecía atractivo para ese espacio. Y cuando surgió la de Julio César lo comentamos en varios organismos y gustó en todos y dijimos “¿por qué no?, si es un emperador romano y Lugo es romano”. Al final no tenías que dar muchas explicaciones.

¿Cuál fue tu reacción cuando lo nombraron el mejor mural del mundo en agosto de 2021? 

Fue un poco de sorpresa porque no pensé que la ciudad de Lugo se iba a volcar tanto en este mural en concreto. Cuando alguien se entera de que lo hice yo es como si hubiese hecho algo para Lugo. Cuando lo pinté no sabía las consecuencias que podría llegar a tener el mural ni la repercusión. Es un orgullo y una responsabilidad, a raíz de eso surgieron muchos trabajos y mucha gente que quiere apostar por mí, como Estrella Galicia o encargos de los ayuntamientos de hacer fachadas. Es lo que yo quería hacer desde hace muchos años, que me costó mucho llegar a eso, y mira… Tuve una buena idea y escogí un buen espacio y la ciudad contenta, yo contento porque pude sacar un poco de provecho de todo esto, y al final todos contentos. 

También a partir de esto llegó más reconocimiento, tanto nacional como internacional.

Sí, hice una batalla de grafiti a nivel nacional y llegué a la final. Compartimos el premio Nexgraff, que es de Euskadi, y yo. Fue un año de bastantes éxitos, la verdad. También me dieron el premio al ‘Lucense del Año’ en eE Progreso y, bueno, cosas que no te esperas en la vida, pero agradecido.

¿Hay trazas en común entre los artistas de disciplina en Galicia que los puedan diferenciar de los de otras zonas? 

Sí. Hay gente que tiene un estilo muy personal y digamos que casi único, que solo tienen ellos. Para mí Lidia Cao es una ilustradora que tiene un estilo muy único y muy nuevo que se ve que tiene las ideas claras. 

Algo que tiene de original tu trabajo y que no siempre haces a tus obras en el mismo lugar y eso también te permite conocer otros artistas y otras ciudades. Si de ti dependiera, ¿dónde te gustaría pintar?

Pues me gustaría pintar en Nueva York, me da igual en una zona que en otra, pero igual pintar a alguien de la zona. Pasar por allí, sacar una foto de algo que tenga la esencia de la zona y representarla en un muro y pasar esa semana empapándome de la cultura de allí.

Sobre la cultura urbana, ¿crees que puede haber una revaloración de esta por parte de la 'generación Z' a favor de los artistas, del arte y de las disciplinas hechas desde lo local, en este caso Galicia?

Sí. Todo lo que tienes alrededor te está empapando. Si en Lugo un pionero pintó de una manera, los que vemos detrás vamos a pintar así porque nos queremos parecer en algo. A alguien de Galicia lo tienes más cerca. Además, tenemos mucho nivel en Galicia y hacemos cosas originales y diferentes al resto.

¿Está habiendo una transgresión en esto con respeto al pasado?

Sí, es reinventarte. Es necesario, es evolucionar y en la cultura está pasando. Dentro de nuestro mundo, del grafiti, también. Yo estoy metiendo en mis trabajos algo de antes pero con un toque transgresor, que le dé un poco una vuelta. No es el típico cuadro tal cual de la foto, sino que le tienes que dar el toque y que evolucione.

Esta es una coolaboración realizada junto a 'Zoom na Bagatela', proyecto ganador del premio Nacho Mirás en su VI edición.

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