Feijoo le da más poder a Rueda y alimenta la quiniela sucesoria
“Elevar el rango de la persona” que se va a encargar de la “interlocución con el Parlamento”. Es uno de los argumentos con los que Alberto Núñez Feijóo justifica el ascenso de Alfonso Rueda a la Vicepresidencia de la Xunta. Veinticuatro horas después de anunciar el nombramiento y de, instantáneamente, volver a activar la quiniela sucesoria en el caso de, en un futuro, dar el salto a la política estatal, el presidente del Gobierno gallego explicó por primera vez en público su decisión. Lo hizo en el acto de toma de posesión de los miembros del Ejecutivo y no desactivó -más bien todo lo contrario- las posibles especulaciones. El también consejero de la Presidencia será el encargado de las relaciones “con los diputados y diputadas”. La pregunta es qué quiere decir esto exactamente y si ese encargo trae consigo que Rueda mantenga el acta de diputado ganada en las elecciones.
La conservación o no del escaño por parte de Rueda no es en absoluto menor ya que, sólo permaneciendo como miembro del legislativo, podría suceder a Feijóo en caso de que este se marchara. Por el momento, el interesado se limita a asegurar, a preguntas de los periodistas, que realizará esa labor “de acuerdo con lo que me indique el presidente” y que, con independencia de mantenerse o no como diputado, esa no es “tarea menor”. Resta saber también si ese encargo de “interlocución” se podría extender también a, por ejemplo, alguna sesión de control, situando así a Rueda en el cuerpo a cuerpo con los portavoces de la oposición y liberando a su jefe de filas de esa tarea. Por el momento, Feijóo ya se ha referido a Rueda como “presidente”, pero sólo en un lapsus linguae durante el discurso.
Esas primeras consideraciones del presidente de la Xunta sobre el nombramiento de Rueda, que no es “un premio” sino una decisión “eminentemente práctica” y con objetivo “simbólico”, llegaban después de un acto en el que buena parte de las miradas estaban puestas en el único debutante, el ya consejero de Economía e Industria, Francisco Conde. Entre abrazos y enhorabuenas el ex profesor de la San Pablo-CEU y hasta ahora asesor económico de Feijóo debutó también ante la prensa asegurando estar “muy contento” y “ilusionado” por “servir a Galicia”. Antes, Feijóo había exaltado su “conocimiento teórico, político y económico”, además de glosar su carácter “discreto”. Al nuevo consejero le tocará, entre otras labores, intentar “mantener en la tierra el talento gallego”. “El primer paso”, asegura Feijóo, lo dio él mismo en 2009, trayéndolo de Madrid para formar parte de su equipo más próximo. Por el camino se queda Javier Guerra, con quien Feijóo asegura que seguirá contando “en nuevas responsabilidades”.
Seis juramentos, dos promesas
Rueda y Conde fueron protagonistas de un acto en el que el segundo plano les correspondió a los restantes seis consejeros y consejeras. Seis fue también el número de miembros del Gobierno que decidieron asumir su cargo jurando sobre la Biblia. Sólo dos, los titulares de Educación, Jesús Vázquez, y Sanidad, Rocío Mosquera, optaron por prometer sobre el Estatuto de Autonomía. Unos y otros iniciaron mandato ante un crucifijo, como ha venido sucediendo en toda la historia autonómica con la excepción de las tomas de posesión de los gobiernos presididos por Fernando González Laxe y Emilio Pérez Touriño.
Feijóo defiende que su tercer gabinete esté compuesto por “caras conocidas”. A las consejerías no se “llega para aprender” y además, asegura, el resultado electoral “avala” también la nómina de consejeros y consejeras. A ellos, dice, les corresponde abordar el “crecimiento” económico del país desde “el gobierno más reducido de las nacionalidades históricas -aún no se conoce la composición de los nuevos gobiernos vasco y catalán-”.
Las reflexiones presidenciales fueron seguidas en primera fila del salón noble del Pazo de Raxoi por las principales autoridades de la autonomía, entre las que la organización del evento ubicó también a personas ajenas a ese rango institucional, tales como los portavoces del PP en el Senado, José Manuel Barreiro, y en el Ayuntamiento de Lugo, Jaime Castiñeira. Con menor comodidad y tanto o más apretados que los periodistas que cubrían el acto estuvieron los familiares de los consejeros y consejeras. Sólo uno, el padre de la consejera de Trabajo, Beatriz Mato, logró un puesto en primera fila. “Usted quién es?”, le preguntó Feijóo al terminar, a lo mejor sorprendido por la adelantada posición de su silla.