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'Ginkgo biloba', el “fósil viviente” vegetal que alfombra de amarillo cada otoño un jardín de Santiago

El 'Ginkgo biloba' del Pazo de Fonseca, en Santiago de Compostela

Beatriz Muñoz

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Durante muchos años, posiblemente más de un siglo, fueron dos. Pero en 2017 un hongo provocó que uno de los ejemplares más antiguos de España de la especie de árbol Ginkgo biloba muriese y tuviese que ser talado. El otro, que se estima que tiene unos 150 años, continúa en el jardín del Pazo de Fonseca, a pocos metros de la catedral. Este tipo de vegetal, definido por botánicos como un “fósil viviente”, tiene un denso follaje verde que se vuelve amarillo dorado en otoño y deja todo el terreno a su alrededor cubierto por una alfombra de hojas en forma de abanico.

La fecha exacta en la que fue plantado este ejemplar no está clara, pero por su tamaño y desarrollo se cree que debió de ser en el último cuarto del siglo XIX. La estimación la hacen los botánicos Carlos Rodríguez Dacal y Jesús Izco Sevillano en su obra Árboles monumentales en el patrimonio cultural de Galicia (Xunta de Galicia, 2003), en la que recogen una reseña que ellos mismos hicieron sobre lo que fue el jardín botánico de la Universidade de Santiago (USC). En lo que queda de aquel espacio, en el que llegó a haber 1.000 especies cultivadas, se encuentra este ginkgo, que es uno de los más longevos en España. En la Universidad de Granada hay otro que se plantó en una fecha cercana.

Dacal e Izco señalan que hay referencias de un jardín en Fonseca entre 1815 y 1821, vinculado al Colegio de Farmacia de San Carlos. El jardín botánico se creó como tal en 1945. Lo utilizaban las facultades de Medicina y Ciencias y, desde 1857, también la de Farmacia. En la actualidad solo se mantiene una parte de aquel plantío, indican. Se accede a través de una puerta enrejada que está en calle entre la Biblioteca Xeral Universitaria y el edificio de Correos.

El espacio pasó a llamarse en 2018 'Xardín das pedras que falan' -jardín de las piedras que hablan-. El escritor Suso de Toro propuso la idea y el Ayuntamiento -entonces gobernado por Compostela Aberta- y la USC la llevaron a la práctica: en varias rocas se han tallado versos y citas de varios autores.

Dacal e Izco explican que la del Ginkgo biloba es la única especie de su familia. El árbol, que existe desde hace unos 250 millones de años, es originario del sudeste de China y en ese país asiático hay varios ejemplares célebres que atraen visitas cuando las hojas empiezan a caer. Se le conoce también como árbol de los cuarenta escudos. Según una guía de viaje para ver árboles singulares elaborada por la Xunta, ese fue el precio que pagó un jardinero francés en 1870 por cinco pies de esta especie.

Hay ejemplares macho y hembra. El que tuvo que ser talado en Fonseca era hembra. Su desaparición llevó incluso a una campaña en Change.org que pedía plantar otro árbol hembra en el mismo lugar. El que continúa allí es macho. El tronco llega a los tres metros de perímetro y tiene una altura de casi 22 metros y un diámetro de copa que roza los 17. No es el único de su especie en Santiago, pero sí el más grande y el más viejo.

En su obra de 2003 los dos botánicos defendían que los dos ginkgos de Fonseca eran los únicos que en Galicia merecían “ingresar en el patrimonio arbolado”. Los describían como sorprendentes por su “elevada talla y gran hermosura”. De las hembras destacan que forman unos falsos frutos que se parecen a las ciruelas y a las cerezas y que desprenden un olor “muy desagradable” cuando maduran.

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