Jorge Fabra: “Este Gobierno no tiene un modelo productivo para salir de la crisis”
Economistas Frente a la Crisis se constituyó en septiembre de 2011 como una plataforma de economistas críticos “preocupados por la interpretación predominante de la naturaleza de la crisis, su diagnóstico y los principios que están informando su gestión”, una corriente cuyo origen detectaban en las políticas desreguladoras del Reino Unido y los Estados Unidos en la década de los ochenta. Con una actividad cada vez más intensa y influyente, celebraron en mayo su primera asamblea general, escogiendo una Junta Directiva encabezada por Jorge Fabra, ex presidente del Colegio de Economistas de Madrid y ex presidente de Red Eléctrica Española, con quien hablamos.
A lo largo de esta semana Economistas Frente a la Crisis realizará varias presentaciones en Galicia, en las que participará Jorge Fabra. El martes estuvo en Lugo, con la participación de Mónica Melle Hernández y Alfonso Prieto Prieto y la presentación del secretario general del PSdeG-PSOE, José Ramón Gómez Besteiro. El miércoles el acto tendrá lugar en A Coruña, en el salón de actos de la Cámara de Comercio, en un acto presentado por Manuel Lago y en el que intervendrán Julio Rodríguez López y José Ignacio Pérez Infante. Finalmente, el jueves tendrá lugar la presentación en Santiago, en el Centro Cultural Fundación Novacaixagalicia, con la presentación del expresidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, y la intervención de Josep Borrell, que ofrecerá una conferencia titulada “De la crisis del euro a la crisis de Europa”.
¿Será 2014 el año de la salida de la crisis o del inicio de la recuperación?
No va a ser el año de la salida de la crisis, ojalá lo fuera. Esos brotes verdes, como se dice, son muy débiles y son insuficientes para mitigar el mayor problema, que es el paro y la destrucción del estado de bienestar, que está llegando a unos extremos insoportables. Hay que ser optimistas, el Gobierno hace bien en ser optimista, pero hay que tener mucho cuidado en ser triunfalistas. La crisis está produciendo heridas muy profundas. El tiempo va pasando, va acabando con la resistencia de la población; la solidaridad, que es un elemento cultural de nuestro país, se está agotando. La salida de la crisis, que no será en 2014, va a dejar un panorama muy diferente al que conocemos.
¿Se puede crear empleo sin crecimiento económico o creciendo solo unas décimas?
Depende de a qué llamemos empleo o del tipo de empleo. La calidad del empleo se está deteriorando de una manera terrible: cuando vemos caer las cifras del paro, en realidad esos datos lo único que nos dicen es que cae la población activa, y que hay por lo tanto una destrucción del mercado de trabajo. El empleo es de una calidad bajísima, con cada vez más contratos a tiempo parcial. Si a ese tipo de trabajo se le puede llamar empleo, entonces puede que sí se cree algo hasta 2016, aunque la economía crezca por debajo del 2%.
¿Cómo se mejora la productividad y la competitividad de las empresas, que siempre se señala como uno de los grandes problemas de la economía española?
El concepto de productividad es un concepto muy complejo y pensar que la productividad se aumenta bajando los salarios es un completo error. La productividad depende de los empresarios y lamentablemente tenemos un panorama empresarial muy ineficiente. La productividad no depende de los trabajadores, depende de la capitalización tecnológica y financiera de las empresas y también de la organización del trabajo, y estos son elementos que dependen del empresario. No tenemos trabajadores con salarios que no dependan de su propia productividad. La reforma laboral ha agudizado la crisis con una desvalorización salarial, que es el principal componente de la demanda agregada. La propia reforma laboral es una reforma procíclica que agudiza la crisis. La reforma laboral también les ofrece una salida fácil a los empresarios para su crisis. Si no tuvieran la posibilidad de despedir trabajadores o de bajar salarios, tendrían que haber buscado la manera de abrir mercado, incrementar su capitalización tecnológica o mejorar su producto.
A pesar de años de austeridad, la deuda pública crece más que nunca...
La teoría de la austeridad expansiva es un fraude académico. La falsa austeridad está agudizando la crisis, aumenta el paro, disminuye la capacidad de recaudación fiscal e inicia un círculo vicioso. Estas teorías son un enorme fracaso, que está siendo refutado por la realidad. No es ciencia, es ideología.
En su opinión, ¿se están tratando los grandes problemas de base de la economía española: el sistema financiero y la ausencia de un modelo productivo alternativo al de la construcción? ¿O en realidad hemos pasado del ladrillo a la nacida?
El Gobierno no está reflexionando en términos de salida de la crisis, no está reflexionando sobre cuál es el modelo económico que debemos poner en marcha para sustituir ese pilar que se desinfló. La crisis viene de la mano de la desregulación financiera, viene de la mano de una gobernanza corporativa en la que se instaló la especulación de corto plazo, con gestores y ejecutivos que ejercen el derecho de propiedad, que pertenece a los accionistas, y que desarrollaron una cultura de corto plazo, de toma el dinero y corre. Un modelo nacido de la desregulación y de la privatización de los servicios básicos, como puede ser el sector energético. Y no se está haciendo nada para atacar este problema de base.
¿Cómo se soluciona la situación del sector eléctrico?
El sector eléctrico es el corazón de todo el sector energético, y lo que está pasando es que se están intentando poner en marcha soluciones en base a un mal diagnóstico. Se dice que el déficit tarifario, que es una deuda insostenible contraída por los consumidores en relación con las empresas eléctricas, es debido al coste de la primera generación de energías renovables. Esto es una manipulación. Los costes fueron muy elevados, por supuesto, como cuando arrancas un coche, pero ese dinero fue aportado por el Estado. El problema del deficit tarifario se debe a la sobrerretribución que están recibiendo las energías históricas, sobre todo las nucleares y las hidroeléctricas. Las inversiones se realizaron sobre todo en los años 80, cuando las expectativas de crecimiento eran menores, por lo que estas empresas ya fueron retribuídas sobradamente a través de mayores precios de la energía. Los consumidores pagamos entre dos mil y tres mil millones de euros de más cada año. Todo esto, unido a una serie de procesos y regulaciones como la subasta de energía, hace que los precios se encarezcan sin aportar elemento positivo ninguno.
Y, además, con las últimas decisiones se le han puesto más obstáculos a las energías renovables, que eran un sector puntero del que España podía presumir...
Este Gobierno no tiene un modelo productivo para salir de la crisis. Y en ese nuevo modelo productivo no hay duda de que hace falta un nuevo modelo energético. El hecho de haber dado inseguridad jurídica al sector va a constituir un handicap, justo en un momento en el que las energías renovables de segunda y tercera generaciones ya son competitivas frente a sus alternativas térmicas. Además aportan tejido industrial, tejido social, innovación, tecnología y serían eficaces para combatir la principal amenaza que tenemos en el planeta, que es el cambio climático.
¿Qué medidas urgentes y clave habría que poner en marcha para buscar una salida de la crisis en la que se recupere el empleo y el nivel de vida previo a 2008?
Hay que recuperar los estímulos fiscales y dirigirlos hacia los sectores en los que España tiene ventajas competitivas. En Galicia, por ejemplo, hay ventajas competitivas en el sector de los astilleros y también en el sector de las energías renovables. Hay que recuperar el peso de la industria en nuestro PIB y no se debe abandonar completamente el sector de la construcción: no podemos pasar de todo a la nada. Es envidiable el proyecto que Hollande puso en marcha en Francia bajo el título de Reinventar Francia, identificando 34 proyectos con productos concretos en los que Francia tiene ventajas competitivas para modificar su industria. Esto, independientemente de que Hollande se haya convertido en una decepción para la izquierda europea al dejarse seducir por la políticas ortoliberales alemanas. Es necesaria también una profunda reforma fiscal que tenga capacidad para incrementar la recaudación y los recursos del Estado, para poner en marcha esos estímulos fiscales sin incrementar los desequilibrios de las cuentas. Y es necesario recuperar las instituciones del mercado de trabajo y los convenios colectivos.