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El editor regresa a su país natal: Constantino Bértolo publica su primer libro de poemas a los 74 años y lo hace en gallego

El editor y escritor Constantino Bértolo.

Daniel Salgado

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El título del primer libro de poesía de Constantino Bértolo avanza sus intenciones: O gran poema. “Como froitos do tempo as vidas espadállanse en casas e casaríos aldeas lugares e vinte e sete parroquias trinta e dúas igrexas e capelas trinta cemiterios sete pazos un castelo e tres casas fortes [Como frutos del tiempo las vidas se esparcen en casas y caseríos aldeas lugares y veintisiete parroquias treinta y dos iglesias y capillas treinta cementerios siete pazos un castillo y tres casas fuertes]”, escribe con la respiración alerta. Épica del origen, canto prácticamente cósmico, omnívoro, la obra, confeccionada por el autor entre sus 71 y 73 años, es el regreso de uno de los más significados editores de la literatura española reciente, hoy jubilado, al país natal: los Ancares, en el oriente gallego.

“Identifico Navia de Suarna con una dimensión de la memoria colectiva”, explica Bértolo a elDiario.es. En ese pueblo de la montaña nació en 1946, aunque se crió a medio camino entre Navia y Lugo. A los nueve años emigró con su familia a Madrid. La lengua hablada, y la oída, quedaron atrás. Pero no la escrita, por lo menos en versión impresa. “Siempre digo que descubrí que era gallego cuando llegué a Madrid. Seguí leyendo en gallego toda la vida. Hasta que mi encuentro con la obra de Ferrín lo cambió todo, incluida la manera en que yo veía la poesía”, se extiende. He ahí la prehistoria de O gran poema (Chan da Pólvora, 2020), firmado con el nombre familiar Tino de Féliz, y cuyo versículo de aire entre bíblico y beat bebe sobre todo –confesa– de dos fuentes: Estirpe, del propio Méndez Ferrín, y la poesía salmódica, política, del chileno Raúl Zurita.

Son esos algunos de los mimbres de un poema, dividido en seis cantos, que inaugura el mundo. “Todo agarda a chegada das palabras. // E chegan // As verbas que dan nome e vida chegan por Abrente // Cruzan as montañas brancas e os ríos ebrios Camiñaron por miles de camiños saltaron mil regos arrabuñaron mil montañas durmiron mil lúas [Todo espera la llegada de las palabras // Y llegan // Las palabras que dan nombre y vida llegan por Abrente // Cruzan las montañas blancas los ríos ebrios / Caminaron por miles de caminos saltaron mil surcos arañaron mil montañas durmieron mil lunas]”, dice en el primero. Porque en O gran poema hay, al fin y al cabo, un programa, el de “escribir poesía en voz alta”.

“El tono de complicidad dominante en la poesía en castellano del Estado me irrita bastante. Vidas íntimas, guiños a los amigos...”, teoriza sobre uno de los núcleos de su propuesta, “yo buscaba una voz alta. Como Whitman, como Neruda. Y esa voz alta existe en la poesía gallega. En Chus Pato, en María del Cebreiro, por supuesto en Ferrín, hay un aliento épico. Tal vez porque detrás actúa una voluntad política, un empuje colectivo. Además, quien habla en voz alta asume una responsabilidad. Quería que esa responsabilidad estuviera ahí”. Esta búsqueda y su retorno parcial pero cada vez más habitual a la Navia natal –después de un infarto y de su jubilación como director de la editorial Caballo de Troya– lo condujeron a la escritura. Y a varios orígenes: el familiar comunal y el de la poesía.

Bértolo, licenciado en Filología Hispánica en el Madrid de los 60, entró en la literatura a través del verso. Dos poemas suyos aparecieron, al lado de Vázquez Montalbán o Félix Grande, en la Antología de la joven poesía española, publicada en 1967. “Supongo que dejé de escribir porque no encontré suficiente eco. También porque comencé a militar en el comunismo y en su política cultural”, recuerda. Donde continúa. Entre sus trabajos recientes figuran selecciones de textos de Lenin –El revolucionario que no sabía demasiado (2012)– y de Marx –Llamando a las puertas de la revolución (2017)–, ambas con extensos, documentados y útiles prólogos.

A pesar de que continuó siendo lector asiduo y atento de poemas, no fue hasta 2016 que volvió a dar luz a su práctica, con las cuatro composiciones de la plaquette En resumen, en castellano y datados entre 1972 y 2013. Sus labores profesionales lo habían llevado antes por el territorio editorial, para el que dirigió Debate entre 1991 y 2003 y posteriormente Caballo de Troya, en su día casa de alguna de la narrativa en castellano más interesante y avanzada, la de Marta Sanz, Elvira Navarro, Damián Tabarovsky o Mario Levrero o, traducidos del gallego, Manuel Darriba, Alberto Lema o Xurxo Borrazás

La poesía como bautismo de lo real

Su reencuentro con Navia de Suarna fue, sin embargo, la llave. Le nació de nuevo la necesidad de escribir una poesía de óptica comunal. “Veño a escoitar a vosa voz a lingua que me roubaron os ladrois da longa noite Veño a nacer na lingua de Curros Rosalía Pondal Ferrín María do Cebreiro Chus Pato Manuel María Alberto Lema Cordal Ánxel Johán Olga Novo Cáccamo Celso Emilio Pallarés ou Forcadela [Vengo a escuchar vuestra voz a lengua que me robaron los ladrones de la larga noche Vengo a nacer en la lengua de Curros Rosalía Pondal Ferrín María do Cebreiro Chus Pato Manuel María Alberto Lema Cordal Ánxel Johán Olga Novo Cáccamo Celso Emilio Pallarés o Forcadela]”, escribe a manera de autoencuadramiento en una tradición. No son los únicos nombres propios de O gran poema, ateigado de topónimos y antropónimos. “Sí, me doy el placer de nombrar, las montañas, las gentes, los lugares, casi como un bautismo”, aclara.

El libro, también atravesado de humor y tragedia, de asombro y sensualidad, como una letanía materialista, celebra finalmente la pertenencia común, la subalternidad. Político en sentido fuerte, igual que Heaney cavaba con la pluma, O gran poema “é o ferro que quento e bato na fragua É o sacho co que escavo A fouce coa que sego A rexa no arado O pau co que barexo A canle coa que rego A mesa onde sento a partillar o pan e o viño O poema é o que sodes o que fostes e o que seremos [es el hierro que caliento y bato en la forja Es la azada con la que excavo La hoz con la que siego La reja en el arado El palo con el que vareo El canal con la que riego La mesa donde me siento a compartir el pan y el vino El poema es lo que sois lo que fuisteis y lo que seremos]”. El poema como herramienta, también para forzar la realidad. “En España desapareció el futuro. El triunfo de la posmodernidad se nota en que solo existe el presente, y la voz alta desapareció de la poesía. Apenas se da en la publicidad. La lengua en España no crea comunidad”, considera. Contra ese espíritu del tiempo es que escribió en gallego su primer libro.

Confinado en su domicilio de Madrid, está a punto de salir de la imprenta su nuevo trabajo, Quiénes somos: 55 libros en español del siglo XX. Lo hará en la editorial Periférica. “Fue un encargo de Julián Rodríguez, su fundador, poco antes de morir [lo hizo en junio de 2019]. El reto era además no pasar de los dos folios sobre cada título”, recuerda, “lo que me permitió hacer una relectura del siglo XX. El confinamiento incluso me ayudó a concretarlo”. Una vez esté en la calle, Bértolo se concentrará en su siguiente proyecto: pensar sobre Stalin. “Creo que, como comunista, uno está obligado a intentar explicar que fue aquello. No es suficiente con evadirse”. Partirá de Humanismo y terror, un clásico de Merleau-Ponty subtiulado Ensayo sobre el problema comunista. “Tal vez ese sea el ángulo de entrada en la cuestión adecuado”, dice. Pero demorará, como mínimo dos años.

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