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Sobre este blog

Greenpeace es una organización ecologista y pacifista, económica y políticamente independiente, no acepta donaciones ni presiones de gobiernos o empresas

Medio ambiente amordazado

Mario Rodríguez, director de Greenpeace España

Madrid —

Pero 2013 también ha sido un año para recordar en positivo. Se creó un movimiento mundial de millones de personas para proteger el Ártico de la codicia de algunos gobiernos y petroleras. Se aprobó la Política Pesquera Común para acabar con la sobrepesca. Entró en vigor la normativa para evitar la entrada de madera ilegal en la UE. Conseguimos retirar de la propuesta europea del Comisario de Competencia, Joaquín Almunia, que incluía la posibilidad de subvencionar con fondos europeos las instalaciones nucleares y Cantabria, La Rioja, Navarra, Cataluña, Aragón y Andalucía se opusieron al fracking mostrando el rechazo de la sociedad a esta contaminante técnica. En España se aprobaron dos proposiciones no de Ley con el objetivo de proteger a las abejas. Y recibimos con satisfacción el anuncio de Monsanto de retirar sus solicitudes de autorización de nuevos transgénicos en la UE .

Pero no podemos, ni debemos olvidar que este año finaliza con momentos negros para la historia de la defensa del medio ambiente en España. Anegar cerca de 2.000 kilómetros de costa y fondos marinos con chapapote no fue culpa de nadie y lo tendremos que pagar todos los que lo sufrimos. La Junta de Andalucía anunciaba su intención de reabrir la Mina de Aznalcollar, al final la rotura de la balsa de lodos tóxicos que puso en jaque Doñana y su entorno.

El año finaliza con el Ministro Cañete y su ley de Costas renunciando a unas costas patrimonio de todos. Con el Ministro Fernández y la Ley Antiprotesta queriendo ahogar en multas millonarias al mensajero que denuncia de forma pacífica los desmanes ambientales. Con el Ministro Gallardón y su tasazo judicial pretendiendo que no denunciemos muchos más Algarrobicos, el coste sólo estaría al alcance de los que precisamente maltratan cada día la naturaleza. Y el Ministro Soria creando caos eléctrico que se ha llevado por delante los únicos brotes verdes de verdad: las energías renovables y el autoconsumo energético.

En mi memoria quedará grabado para siempre 2013 porqué fue el año en que los treinta del Ártico arriesgaron su integridad física y su libertad por alertar a la humanidad de las graves consecuencias para el planeta que conllevaría la extracción de petróleo. Les estaré eternamente agradecidos por su valentía. Y un motivo para la reflexión y para la acción: Hoy han sido mis compañeros, los #Arctic30, pero mañana puede ser cualquiera de nosotros el que acabe entre rejas por defender un planeta verde y en paz.

Sin duda, en mi memoria permanecerá la imagen de los activistas de Greenpeace encaramados en el tejado del Congreso el mismo día que se votaba en el Parlamento una Ley de Costas que hipoteca el futuro de nuestro litoral, a parte de privatizar buena parte de él otros 75 años. O descolgando una pancarta en el Edificio España para evidenciar el carácter profundamente antidemocrático de la Ley Antiprotesta que pretende amordazar y criminalizar el activismo no violento.

Y el próximo año afrontaremos grandes desafíos como evitar que se criminalize el activismo pacífico a través de la Ley de seguridad ciudadana. Situar la lucha contra el cambio climático en el centro de la agenda política y económica. Seguir aumentando el apoyo de la ciudadanía a las energías renovables porque no son el problema que ha causado el caos eléctrico en el que vivimos sino la solución. Garantizar que la política pesquera del gobierno avanza hay que hacia la abolición de la sobrepesca, tal y como ha sido acordado en el seno de la UE. Continuar fortaleciendo la marea ciudadana que se opone al intento de exprimir el gas, el petróleo o ciertos minerales de las entrañas de la Tierra. Porque la apuesta por las prospecciones petrolíferas en aguas profundas o el fracking evidencian necesitamos un nuevo modelo, un nuevo liderazgo energético. Y claro está seguir tratando de que el Gobierno deje de moverse como un elefante en una cacharrería en el frágil edificio que se ha construido durante décadas para garantizar la protección de la naturaleza, pilar básico del estado de bienestar que tanto se empeña en arrebatarnos.

Y, como no, seguir avanzando para que, al igual que la Antártida en 1991, el Ártico quede libre de la explotación de recursos naturales. Será un reto superlativo pero alcanzable porque no podemos permitir que el aire acondicionado del planeta este enfermo, porque lo que ocurra en el Polo Norte afectará a nuestras playas, a nuestros cultivos, a nuestro turismo, a nuestros bosques. En definitiva, a nuestra economía y nuestro bienestar futuro.

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