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Sobre este blog

En este espacio se asoman historias y testimonios sobre cómo se vive la crisis del coronavirus, tanto en casa como en el trabajo. Si tienes algo que compartir, escríbenos a historiasdelcoronavirus@eldiario.es.

Mi día a día multitarea como madre soltera: son las doce del mediodía y parecen las ocho de la tarde

Salir o no salir de casa: el debate sobre el confinamiento llega a los niños

Fay Davatz

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Otro día de super mama. Me levanto a las 6:30 de la mañana para trabajar tranquilamente dos horas como mucho. Luego ya me toca el 'multitasking' hasta que se acueste mi hijo de cuatro años recién cumplidos. De hecho, celebramos su cumpleaños durante el confinamiento, él, yo y la tarta.

A las 10:30 de la mañana ya deseo que se acabe el día, entre preparar el desayuno, recoger la mesa, vestir a mi hijo, convencerle para ir al baño, leer los mensajes de la profesora que llegan todos los días y explicar a mi hijo lo que tiene que hacer me quedan unos milisegundos para ver si me ha llegado algo importante del trabajo.

A las 11 ya tengo reunión virtual con el equipo del trabajo y otra preocupación más: ¿cómo mantengo a mi hijo entretenido más de cinco minutos? ¿Me llamará justo cuando me toca hablar? Ya estoy sudando. Pongo un audiolibro, ¿lo escuchará mi jefe de fondo mientras hablo? Otra cosa es que me pueda concentrar, los 30 minutos parecen eternos.

Son las 12 y parecen ser las ocho de la tarde por todo lo que ya he hecho en las últimas cinco horas, definitivamente necesito un café. No he conseguido que mi hijo hiciera los deberes ni he tenido tiempo para trabajar bien y tranquila y ahora toca pensar qué vamos a comer.

Son las dos de la tarde, he cocinado, hemos comido, he fregado los platos y la cocina y estoy lista para otro café. Intento a enganchar a mi hijo a lo que sea para volver a trabajar tranquilamente, aunque sea a ratos. Funciona malamente. Los días que tengo una o varias reuniones importantes por la tarde ya no me resisto y le pongo la tele, ya no puedo más.

A las 16:00 cierro el portátil y pienso en lo que voy a tener que hacer a primera hora el día siguiente. Lo más importante lo hago cuando mi hijo duerme. ¿Y qué hacemos ahora con la tarde? Cuando estábamos en pleno confinamiento sin salidas las tardes se hicieron eternas. Saltar y correr estaba prohibido para mi hijo porque se habían quejado los vecinos ya dos veces. Yo me obligaba a hacer ejercicio por lo menos una vez al día para levantarme el ánimo. 

Cuando nos toca hacer la compra la tarde ya está completa. Dos horas necesitamos fácilmente entre ir, comprar y volver con un niño de 4 años. La verdad que así la compra no mola. Ni hablar de las personas que nos miran mal o incluso me insultan en la calle por ir con mi hijo, pero ¿cómo lo hago si no le llevo? ¿Le dejo solo en casa con sus apenas cuatro años? 

Al principio del confinamiento no me querían ni dejar entrar en el supermercado con él. Había una persona en la puerta que nos quería prohibir la entrada. Le expliqué amablemente mi situación, pero llamó a su jefa y dijo que los niños eran peligrosos. Yo me sentía fatal, pero necesitaba hacer la compra. Al insistir y explicar otra vez mi situación me dejó entrar, pero no volví a esa tienda desde entonces, aunque es la que más cerca me queda. 

Ahora, con las salidas, la vida es más amena y mi hijo puede saltar y correr todo lo que quiera. Es un alivio enorme para mí. Y yo también echaba de menos salir a dar un paseo.

A las once y media de la noche otro día de super mama se acaba, después de cocinar, cenar, duchar a mi hijo, cepillarle los dientes y tumbarme a su lado hasta que se duerma. Lo único que quiero cuando salgo de su habitación es dormir, estoy agotada. 

Un fuerte abrazo a todas las super mamas que hacen de madre, profesora, trabajadora, limpiadora, cocinera y mucho más a la vez durante este dificilísimo confinamiento. 

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