Cinco costumbres olvidadas que volverán (y otras dos que olvidaremos) con la llegada de las redes 4G
Seguro que recuerdas aquellos maravillosos años. Sí, hombre, la época en que llegar al pueblo de tus abuelos era como entrar en un reality, porque perdías todo el contacto con el mundo exterior. ¿A que ya empiezas a hacer memoria? Y qué decir de los inicios del 3G... Te llevabas el móvil al baño y era imposible conectarse a internet. ¡Qué tiempos! Igualito que ahora. Pero no te preocupes, nostálgico amigo, porque estás de enhorabuena: el 4G traerá tus mejores (y peores) recuerdos de vuelta.
Los mapas de cobertura y las zonas de sombra
Con el 3G pasó lo mismo, a lo mejor lo recuerdas. Los primeros en subirse al carro de la nueva tecnología las pasaban canutas para encontrar el punto exacto – unos metros más a la derecha, unos metros más arriba, ¡niño, bájate a la plaza a ver si pillas cobertura! - donde la conexión iba como un tiro. Con la irrupción del 4G ya está sucediendo lo mismo. Básicamente, para entendernos, de momento solo funciona a toda mecha en determinadas zonas de las grandes ciudades.
¿Cuáles? Eso depende del operador. Vodafone arranca con Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla, Valencia, Málaga y Palma de Mallorca. Con Orange, en la primera tanda se quedarán fuera de esa lista Bilbao y Palma y entrará Murcia. En cuanto a Yoigo, Madrid será la primera afortunada y posteriormente se irá expandiendo a otros lugares de España, al igual que sucederá con el resto de operadores.
Otros viejos conocidos que volverán son los puntos negros y las zonas de sombra, esos lugares en mitad de un área con cobertura por los que el 4G ni ha pasado ni se le espera. Con Vodafone, para que os hagáis una idea, aproximadamente un 55% de la población de las ciudades afortunadas tendrá acceso a la nueva conexión en exteriores. En interiores, el panorama es más dramático y va para largo. Durante un largo tiempo todo lo que esté entre cuatro paredes será Mordor. Más adelante veremos la causa técnica.
Pagar por megas adicionales
Como la tecnología todavía está dando sus primeros pasos en nuestro país, en lo que respecta a los precios todavía hay un gran número de incógnitas. Los tres operadores pioneros han anunciado ya sus tarifas de lanzamiento, aunque sin duda las irán modificando con el paso de los meses. Lo que aún no han revelado es lo que va a suceder en el futuro cuando el usuario agote la tarifa de datos contratada. Lo que se lleva ahora con el 3G es que, una vez rebasado el límite, la velocidad se reduzca de tal forma que navegar se vuelve un suplicio, pero aún sigue siendo posible sin coste adicional.
Esa opción queda completamente descartada. Si algo tienen de bueno el LTE es precisamente el consumo masivo de datos a gran velocidad, así que tiene poco o ningún sentido restringirla a las primeras de cambio. Otro de los posibles modelos, el de las tarifas planas ilimitadas, también resultaría inviable por pura lógica empresarial: los operadores tienen que rentabilizar su inversión y no pueden regalar los datos sin poner un techo.
Así que, según parece, solo queda una alternativa. Con el 4G se espera que el modelo de negocio dé un giro hacia lo que están haciendo hoy en día algunos operadores low-cost: empezar a cobrar por cada mega consumido desde el mismo momento en que te pasas de la raya y, tal vez, ofrecer bonos de varios gigas adicionales con un precio fijo. Lo que sería, hablando en plata, vender el internet a granel.
Volverán por tanto estas viejas costumbres que los operadores con red propia ya habían desterrado, y de su mano regresará también la obsesión compulsiva de los usuarios por comprobar cada poco tiempo el porcentaje de la tarifa que han consumido. La cosa está muy chunga y hay que ahorrar. De todos modos, que no te preocupe demasiado tu ya maltrecho bolsillo: en cuanto la cosa despegue, las marcas comenzarán a lanzar ofertas cada vez más agresivas y a bajar sus precios, dando lugar a una guerra de tarifas beneficiosa para el cliente como la que ya hemos visto en el caso del 3G. Piénsalo, a lo mejor lo que tienes que hacer es esperar.
Comprarse un móvil pensando en la conectividad
A día de hoy son poquísimos los teléfonos compatibles con 4G que están a la venta en España. Si a eso le sumamos que se trata mayoritariamente de terminales de gama alta, fuera del alcance de muchos por su elevado precio, el total de personas que pueden disfrutar de la nueva conexión en este preciso momento es bastante reducido. Y todavía hay una limitación más: no todos los móviles son compatibles con las redes de todos los operadores. Depende sobre todo de la frecuencia que estén utilizando, y en España, como veremos más adelante, no se está desplegando la más habitual.
¿Qué quiere decir esto? Pues que los más emocionados con la nueva tecnología, los que quieran aprovechar sus ventajas cuanto antes, tendrán que recurrir al manual de instrucciones de su móvil y visitar la web de su operadora para ver si están entre los elegidos. Si no, tienen otra salida: recuperar la vieja costumbre de comprar un nuevo móvil fijándose sobre todo en la conectividad, en lugar de centrar su elección en otros factores como el procesador, la cámara, el software...
Para que te hagas una idea, sin contar las tabletas, estos son algunos de los candidatos: iPhone 5, Samsung Galaxy S4, HTC One, LG Optimus G, Sony Xperia Z, Xperia SP, BlackBerry Z10, Huawei Ascend P2, Huawei Ascend G526 y los Nokia Lumia 925, 920 y 820. Eso sí, no todas las versiones de estos dispositivos están preparadas para el 4G (y menos aún con la frecuencia que utilice tu operadora) así que asegúrate bien antes de soltar los billetes.
Las críticas al Gobierno por lo poco que apoya la tecnología
Abróchense los cinturones porque estamos a punto de despegar. Vamos a tratar de explicar de la forma más sencilla posible el lío de las frecuencias y por qué a cuenta de este tema veremos renacer la costumbre, en realidad nunca olvidada, de poner verde al Gobierno de turno por el escaso interés que presta a las nuevas tecnologías.
En España pasa una cosa, que sucede también en otros países europeos: la frecuencia del espectro radioeléctrico más adecuada para el despliegue del 4G está ocupada por la TDT. Se trata de la banda de 800 MHz, que permitiría cubrir una mayor extensión de territorio con menos antenas (más barato) y además ofrecer mejor cobertura incluso en interiores. Vamos, que con ella podríamos navegar a toda velocidad desde el baño de un bar de Cuenca.
¿Y qué hay que hacer para que ese sueño se haga realidad? Algo tan sencillo como dejar la banda libre. ¿Os acordáis de aquello del “dividendo digital” de lo que tanto hablaba Miguel Sebastián cuando era ministro de Industria? Pues era esto. Básicamente, el Gobierno prometió que lo tendría todo listo para el 1 de enero de 2014, pero más tarde retiró la fecha de los documentos oficiales (sí, sí, la borró) y desde entonces lleva dando largas a los operadores y advirtiendo de que habrá retrasos considerables porque hay que convencer a las cadenas de televisión. Y eso que entre los tres grandes pagaron varios miles de millones por las licencias.
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Porque, efectivamente, hay otras bandas. De hecho, si Vodafone, Orange y Yoigo pueden apostar por el 4G sin esperar al dividendo digital es porque van a utilizar frecuencias que no son la de 800 Mhz. Concretamente las bandas de 1800 y 2600 MHz. La primera está excesivamente saturada y el rendimiento que ofrece no es óptimo. La segunda está completamente libre, pero su escaso alcance obliga estar muy cerca de la antena para tener una cobertura decente. Así que tanto una como la otra son poco más que un parche a la espera de que el poder político solucione el problema.
No tener ni idea de lo que te están contando
Con cada nueva tecnología, vuelve la sensación de estar empezando de cero, sobre todo para los usuarios menos avanzados. ¿En qué consiste el 4G? ¿Qué es eso de las frecuencias? ¿Por qué narices mi móvil no sirve? ¿Cuál me tengo que comprar ahora? Afortunadamente, si has llegado hasta aquí no tienes de qué preocuparte: ya sabes el 90% de lo que hay que saber para defenderte en una conversación con el típico amigo sabelotodo.
No queremos que te suceda cómo a los americanos, que han vivido hasta hace poco en la ignorancia de creer que tienen un móvil compatible hasta que se dan cuenta de que han tirado el dinero contratando una tarifa 4G. Cuando Retrevo hizo el estudio, le sucedía a uno de cada tres usuarios de iPhone y Android y a uno de cada dos usuarios de BlackBerry.
Esperar a llegar a casa para subir un vídeo
Por fin vamos a poder olvidarnos de este engorro. La conexión 4G es capaz de alcanzar a día de hoy una velocidad de descarga de 150 Mbps y 50 Mbps de subida, en las mejores condiciones de cobertura. Hasta diez veces más que el 3G, entre siete y cinco veces más que el WiFi más corriente (20 o 30 Mbps). El LTE es a las redes móviles precedentes lo que la fibra óptica a las anteriores redes fijas.
Todo esto para decir que un vídeo en calidad HD grabado desde un móvil con cámara de 13 megapíxeles se sube a YouTube en cuestión de segundos usando las nuevas redes. Ya no hay necesidad de esperar a tener WiFi (a no ser que hayas devorado la tarifa de datos).
Pagar por las llamadas y tener teléfono en casa
Con las tarifas planas en el móvil, tener una línea de teléfono fijo en casa comenzó a perder sentido. Después llegaron tarifas convergentes como Movistar Fusion, Vodafone Integral o Canguro de Orange, y dieron la vuelta a la tortilla. Y ahora vienen las redes 4G y su velocidad de vértigo a revolucionarlo todo una vez más. ¿Cómo? Haciendo que las llamadas VoIP (las que usan conexión de datos o, para entendernos, se realizan a través de internet) vayan como la seda. Olvida eso de que Viber, Line o cualquiera de sus mil y una alternativas se cuelguen cada poco tiempo en mitad de la llamada.
Vale, es cierto, las llamadas de voz te las van a regalar en la misma tarifa en la que contrates el 4G... Pero, ¿y el WiFi? ¿Te sigue haciendo falta tenerlo en casa? Ok, si quieres ver pelis en 'streaming' o descargar archivos pesados sin comerte los datos en tres días igual sí... Bueno, en cualquier caso, las nuevas redes tienen muchas ventajas (o no). Al final, como casi todo, depende de cada usuario, así que vas a tener que ser tú el que tome la decisión en base a todo lo que te hemos contado.