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Siete taxistas de Ibiza se niegan a trasladar a pacientes con cáncer al hospital

Parada de taxis en Santa Eulària.

Nicolás Ribas

Eivissa —

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Neus Sala reservó el 21 de julio un taxi adaptado para que estuviera disponible al día siguiente, a las 17:00 horas, en la puerta del Hospital Residencia Asistida Cas Serres (Eivissa). Ese 22 de julio daban el alta a su madre, así que la familia pidió un taxi adaptado para poder trasladarla a su casa. Sin embargo, según denuncia Neus, el taxi no se presentó, pese a que en su condición de servicio público está obligado a realizar todos los viajes que se le pidan, a excepción de aquellos en los que el taxista pueda esgrimir una causa justificada para no realizarlo.

“Ningún teléfono de taxi nos atendió. Cuando vimos que había pasado una hora (y seguíamos esperando) en la puerta y el taxi no llegaba… No quisimos molestar a nadie, anduvimos tres kilómetros hasta casa con mi madre, invidente y paciente de un ictus”, lamenta Neus a elDiario.es. “Todo el mundo nos dijo que denunciáramos y es lo que tendríamos que haber hecho, pero entre la atención que requería mi madre y otras obligaciones personales importantes, las semanas pasaron… En el registro tiene que constar nuestra contratación telefónica”, explica.

Pau (nombre ficticio), un taxista asalariado con algunos años de experiencia conduciendo en Eivissa, recuerda en conversaciones con elDiario.es que “el taxi es un servicio público y si un taxi se niega (a realizar un viaje), es lo mismo que si un conductor de autobús se niega a parar en una parada de autobuses”. Pau pone el ejemplo de un caso en el que hablando con una clienta le justificó por qué no podía realizar el viaje. “Quería que la llevara a una casa de campo, así que le pregunté si el camino era bueno, porque mi coche es muy bajo. Me dijo que sí. Le enseñé cómo de bajo era el taxi y le expliqué que la podía llevar hasta donde pudiera, porque en el momento en que el coche tocara suelo, tengo que parar el servicio y ella hacer el final del trayecto caminando”.

“Les da igual la gente, les importa el dinero”

El Ajuntament d’Eivissa inició a finales de agosto un expediente administrativo sancionador contra dos taxistas del municipio que rechazaron, uno tras otro, un servicio al hospital de un paciente oncológico que solicitó el viaje a través de RadioTaxi. El paciente tuvo que llamar hasta en tres ocasiones para que se aceptara el servicio. Los dos taxistas expedientados se enfrentan a una multa que oscila entre los 1.001 y los 6.000 euros. A estos expedientes hay que sumar otros cinco que se abrieron en julio, por el mismo motivo, ya que rechazaron servicios esenciales sin causa justificada.

Cabe destacar que negarse a prestar un servicio esencial, como es el traslado al hospital o al aeropuerto, sin justificación, supone una infracción muy grave en la Ley de transporte terrestre y movilidad sostenible de Balears, así como en el Reglamento del Servicio de Transporte Urbano de Viajeros en automóviles ligeros de alquiler con conductor del Consistorio.

Marina (nombre ficticio), taxista asalariada de 28 años, preguntada por esta cuestión, asegura a elDiario.es haber llevado tanto a gente mayor como a gente joven los cuales le han contado “que un taxista no los ha querido llevar porque su destino estaba muy cerca”. “Les da igual la gente, les importa el dinero. Hay mucha gente mayor que depende de nosotros y por gente así, tenemos la fama que tenemos”, dice. “No entiendo cómo puede haber gente tan insensible como para no aceptar un viaje de una persona que necesita ir al médico. Parece que ellos no tienen familia y, mucho menos, corazón”, explica con indignación.

El Ajuntament d’Eivissa ha trasladado en octubre un expediente jurídico al Consell d’Eivissa proponiendo sanciones a dos taxistas de otros municipios por rechazar servicios de vehículo adaptado al puerto de Botafoch y al aeropuerto. El primero de los hechos, asegura el Consistorio, ocurrió el 8 de septiembre, cuando se solicitó un taxi adaptado al puerto de Botafoch dos veces, sin respuesta. El segundo, el 10 de septiembre, mediante una llamada desde un hotel que solicitaba un servicio adaptado para ir al aeropuerto. También fue rechazado dos veces.

La patronal: “Me parece bien que les hayan multado”

“Estoy para dar la cara por los taxistas, pero hay de todo y a algunos también les leo la cartilla. Es verdad que hay taxistas que hacen estas cosas mal y me parece bien que les hayan multado, porque así ven que no pueden actuar impunemente. No puede ser que un taxi adaptado no atienda un servicio cuando está disponible y se vaya a hacer otros servicios. Hay que tener en cuenta también que la licencia de un taxi adaptado es más barata”, explica a elDiario.es Toni Riera, presidente de la Federación Insular del Taxi de Eivissa y Formentera (FITIE), asociación empresarial que agrupa a los titulares de licencias de taxi.

Annet (nombre ficticio) estuvo a punto de perder un vuelo porque el taxi que había reservado no estaba en el portal del edificio de su casa. “Lo reservé con dos días de antelación para ir al aeropuerto. Diez minutos antes de la hora prevista me llamó y me dijo que estaba debajo de mi portal. Le dijimos que esperara un momento, que cerrábamos las maletas y bajábamos. Pues no había nadie”, afirma a elDiario.es. Esta usuaria indica que tuvo suerte porque un taxista que estaba a quince minutos de terminar su turno se paró. “Nos confirmó que muchos taxistas llegan antes (de la hora) y después se van”. Cuando ha tenido que ir al hospital, en cambio, sí que la han llevado. “El trayecto costaba 5 euros, muy poco. Pero necesitaba ir a Urgencias y me llevaron”, asegura.

“Las esperas podían llegar a las dos horas”

Sandra es una trabajadora de 30 años de un hotel de la zona de s’Argamassa, en el norte de la isla. Ella se encargaba de pedir los taxis a sus clientes, que, en muchas ocasiones, no llegaban. “Cuando el taxista veía que le pedían un viaje desde s’Argamassa –los taxistas saben que nuestros clientes mayoritariamente quieren ir a Santa Eulària des Riu, que está a unos siete minutos en coche–, cuando tiene mucho trabajo, ni aparece”, denuncia a elDiario.es. “Pedimos el taxi a través de una aplicación web, donde vemos el trayecto que hace o si está ocupado. A nosotros nos interesa saber si está de camino o no, para saber cuánto tardará. En momentos de mucho trabajo del taxi, las esperas podían llegar a dos horas”, relata.

Cerca de ese hotel hay una parada de autobús que te deja en el centro de Santa Eulària. Cuando Sandra se daba cuenta de que la espera se alargaba, si los clientes no iban justos de tiempo, les recomendaba que cogieran el autobús. “A partir de las 18:30 horas, cliente que nos pedía un taxi sabíamos que había que recomendarle una alternativa”, afirma. Esto ha sucedido, según la trabajadora, sobre todo, en los meses de julio, agosto y las dos primeras semanas de septiembre. “A veces, para saber si el viaje les salía a cuenta o no (económicamente), se paraban a preguntarle al cliente a dónde iban”, continúa Sandra. La última excusa que escuchó, siguiendo con su versión, fue la de un taxista de Sant Joan de Labritja, que cuando el cliente le decía que quería ir a Santa Eulària, aseguraba no estar autorizado para realizar un viaje a ese lugar. Sandra cree que este problema se ha acentuado este año en el hotel porque, en su opinión, han faltado taxis estacionales esta temporada.

Registro de los viajes del taxi

Cabe destacar que si actualmente los ayuntamientos de la isla tienen acceso al GPS con el que operan los taxistas (por este motivo pueden sancionar a taxistas que rechazan, por ejemplo, un servicio esencial a un hospital) es porque ha sido, en buena medida, una propuesta impulsada y lograda por Aitor Morrás, concejal de Movilidad (Unides Podem) del Ajuntament d’Eivissa, lo cual le costó no pocos enfrentamientos con una parte del sector.

“Morrás quería que el Ajuntament d'Eivissa pudiera controlar el GPS de los taxistas para que se puedan comprobar los viajes: al hospital, a hoteles, al aeropuerto, etc. Pero los taxistas tampoco somos culpables de todo”, aclara Pau. Morrás, en declaraciones a elDiario.es, explica que “el servicio del taxi debe estar normalizado también para los residentes, que no deben sufrir, en ningún caso, carencias debido a la masificación turística”.

El concejal de Movilidad entiende que pueda haber taxistas que prefieran hacer viajes más interesantes, desde un punto de vista económico, que el de acudir desde una calle de la ciudad de Eivissa al hospital, pero recuerda que “es un servicio público que no se tiene que basar exclusivamente en la economía”. “Desde que se han puesto esas sanciones han llegado menos quejas”, reconoce. En cuanto al caso específico de los pacientes oncológicos a los que se les rechazó un servicio de taxi adaptado en varias ocasiones, Morrás explica que “puede pasar a uno, a dos o a tres”, pero no a siete.

Sin embargo, Morrás no achaca toda la responsabilidad a los taxistas por no llegar a todas partes, ya que afirma que la saturación de las carreteras y la gran cantidad de turistas que hay les generan problemas para trabajar. “Tenemos que tener un servicio de transporte público (autobuses) decente”, reivindica. Preguntado sobre los expedientes abiertos, que pueden no parecer muchos en relación a la gran cantidad de viajes que se realizan, Morrás precisa que no se sancionan todos. “Una sanción de 1.000 euros para un trabajador es mucho. Algunos me visitaron y no eran propietarios de licencias, sino empleados. Y 1.000 euros es una cantidad importante para el salario de una familia. Hemos sancionado los casos más graves”, reconoce el regidor de Unides Podem.

En uno de estos casos, hubo dos personas con silla de ruedas esperando una hora a un taxi que habían reservado. Morrás lanza un mensaje también al resto de ayuntamientos: “Todos deberían hacer lo mismo (controlar y, si es necesario, sancionar), porque lo que pasa en este ayuntamiento pasa en el resto. Lo que pasa es que llevan décadas sin tomar cartas en el asunto”, señala.

Javier Torres (Ciudadanos), el conseller insular de Transportes del Consell, coincide con Morrás. “Animamos a todos los ayuntamientos a que entren dentro del sistema GPS y que revisen los servicios que se han prestado y cómo se han prestado. Es esencial el control de la administración sobre lo que es un servicio público, además esencial, porque en muchos casos estamos hablando de viajes que son prioritarios, como ir a un hospital, sobre todo, o ir al puerto o al aeropuerto. No puede ser que una parte del sector piense solo en beneficios”. “Si hemos llegado a este punto es porque históricamente las administraciones no han querido controlar o no se han querido meter, por múltiples motivos, dentro de este sector”, coincide Torres.

Otra de las medidas que ha impulsado Morrás es la obligación de que el taxi descanse (esté parado) un día a la semana, lo que indirectamente ha supuesto que los trabajadores asalariados (y también los propietarios de las licencias) tengan un día libre a la semana. “Entendíamos esta medida no solo por derechos laborales –sabiendo que no podemos meternos en eso porque no tenemos competencias respecto a las jornadas laborales–, sino por la calidad y seguridad del servicio –que sí nos compete–. Nos parece inseguro que una persona esté conduciendo, sin descanso, siete días a la semana durante 12 horas”, explica Morrás, que recuerda en varias ocasiones lo estresante que puede llegar a ser el trabajo de taxista.

Tres taxistas asalariados de Eivissa, consultados por elDiario.es, coinciden en señalar que este descanso ha sido importante. “Es necesario que los trabajadores tengamos un día de desconexión y descanso para rendir en el trabajo”, dice una de ellas. “Lo veo perfecto y todavía corto. Deberíamos librar mínimo un día y medio o dos”, asegura un taxista veterano. “Estoy muy bien desde que tengo un día libre”, coincide un tercero.

Nueva regulación

Por otro lado, el conseller insular de Transportes recuerda los cambios que se han introducido en esta legislatura, como la nueva orden de carga y descarga, que a su juicio implican una mejora. Con el nuevo procedimiento, cualquier taxi, independientemente del municipio del que proceda su licencia, recoge clientes en una parada, en orden de fila, sin preferencias. Este también fue uno de los objetivos que se puso Morrás respecto a los cambios que consideraba que había que hacer en el funcionamiento de los taxis.

Después de muchas idas y venidas, el Govern aprobó en mayo el Decreto Ley que establecía la nueva regulación del taxi en Eivissa. Esta norma, que contó con el consenso de los cinco ayuntamientos y la coordinación del Consell Insular, supuso también la subida del 3,4% de las tarifas (congeladas desde el 2014), como reclamaba el sector, en el contexto de la crisis generada por el aumento de los precios de los combustibles. Torres, además, promovió la medida que detiene el taxímetro cuando un taxista sobrepasa los 110 kilómetros por hora, para desincentivar que se superen los límites máximos de velocidad.

Todos los taxistas consultados justifican que no se cubren todos los servicios que se solicitan porque las carreteras están saturadas (a veces, explican, cuando llegan a su destino para recoger a su cliente, ya no está), especialmente en julio y agosto y parte de los meses de junio y septiembre, y por la gran cantidad de demanda que hay. Pau, taxista asalariado, afirma que en zonas turísticas como Platja d’en Bossa (Sant Josep) o Port des Torrent (Sant Antoni), estaría fallando el transporte público.

“Quieren (los políticos) que entre mucho turismo, pero no hay líneas de autobús (suficientes) porque los conductores no cobran suficiente y los taxistas no damos abasto”, lamenta. “Hay menos frecuencias de autobuses que antes de la pandemia. Si queremos que los taxistas den un buen servicio, necesitamos un buen transporte público. Las conexiones en las zonas turísticas tendrían que ser mejores”, asegura. Cabe mencionar que son muchas las empresas de la isla, sean o no del sector turístico, que aseguran que no encuentran trabajadores.

Hay menos frecuencias de autobuses que antes de la pandemia. Si queremos que los taxistas den un buen servicio, necesitamos un buen transporte público

Pau Taxista asalariado

Un análisis con el que coincide Riera, presidente de la FITIE. “Hemos visto gente levantando la mano en paradas de autobús de Cala de Bou (zona muy turística de Sant Josep). Gente que llevaba casi hora y media esperando porque los autobuses que llegaban iban llenos”, afirma. Aunque insiste en que no dispone de una comparativa con las frecuencias de 2019, cree que esta temporada ha habido menos que en el año anterior a la pandemia. “Estos clientes iban a Cala Bassa o Platges de Comte (playas especialmente masificadas en temporada alta), servicios que antes no hacíamos. Creo que han quitado (el Consell) líneas para ahorrarse costes”, argumenta.

Riera, no obstante, no rehúye de la autocrítica. “El mayor problema han sido las colas y el tráfico excesivo en según qué horas, sobre todo, para acceder al aeropuerto y a la ciudad de Eivissa. En momentos puntuales de temporada muy alta hemos estado saturados y el tiempo de espera fue demasiado elevado. No hemos prestado un buen servicio entre la tercera semana de julio y la segunda o tercera semana de agosto”, reconoce. Ahora, intentan analizar cuáles han sido las causas de que tanta gente haya solicitado taxis durante la temporada de verano.

Pagar por adelantado

Para mejorar el servicio público, dos taxistas consultados y Riera coinciden en que una solución para evitar que haya taxistas que rechacen viajes sería copiar el modelo de pago de Uber y Cabify, es decir, cobrar el viaje por adelantado. De esta manera, los taxistas también tendrían la garantía de que cuando se desplazan muchos kilómetros para recoger a un cliente, el cliente estará allí, ya que según denuncian, a veces llegan a una dirección que les han solicitado y el cliente se ha marchado con otro taxi. Este problema se agrava cuando, por ejemplo, se encuentran con grandes colas y atascos.

Sin embargo, según Torres, conseller insular de Transportes, es una medida muy complicada de ejecutar desde el punto de vista jurídico, porque el taxi es un servicio público y habría que cambiar todo el sistema de las tarifas. “El servicio del taxi funciona así en toda España, con algunas excepciones. No hay tarifas preestablecidas para que se pueda cobrar por adelantado. Hay algunos viajes muy concretos, por ejemplo, desde el aeropuerto de Madrid a alguna zona de Madrid centro que tienen un precio fijo. Pero en general, el servicio del taxi cobra por velocidad, distancia o tiempo, por tanto, pagar por adelantado es algo relativamente complicado. Al menos aquí, tal como funcionan las tarifas, no se podría hacer”, clarifica Torres.

En lo que está trabajando el Consell Insular, explica, es que un taxi no circule con la luz verde cuando ya tiene un servicio asignado, porque eso genera muchos malentendidos entre los usuarios. “Piensan que está libre y no lo está. Estamos mirando a ver si podemos codificar esto de alguna manera para que la gente pueda visualizarlo”, afirma. Riera, aunque considera que podría ser una solución para terminar con el problema, también cree que es muy difícil de ejecutar. Ambas opciones (cobrar por adelantado o un mínimo por pedir el viaje) solo se podrían llevar a cabo a través de la aplicación TaxiClick, no por llamada telefónica (Radio Taxi). “Uber y Cabify pueden implementar estas medidas más fácilmente porque son empresas privadas, pero nosotros somos un servicio público. Además, si ponemos precio fijo a los viajes ya hay que tocar todo el sistema tarifario. Es muy complicado”, reconoce.

Nueva red de transporte público

Todas las personas a las que se les ha preguntado por esta cuestión afirman que hay que reforzar el transporte público en Eivissa. A este respecto, cabe recordar que en 2009 se aprobaron unas prórrogas de los contratos del servicio. Entre 2012 y 2018 caducaron. Por tanto, hace ya cuatro años que el nuevo servicio debería estar en marcha. En estos momentos, el departamento de Transportes del Consell Insular ha aprobado un nuevo Plan de Transportes y en abril, el Proyecto de Servicios, pasos previos a la licitación de la nueva contrata.

“Durante el año que viene el nuevo servicio estará en marcha”, asegura Torres, quien recuerda que todo este trabajo se ha hecho desde 2019, cuando se puso al frente de la Conselleria de Transportes d’Eivissa. “Sé que el transporte público está en una situación muy delicada. Hay problemas que hemos ido gestionando lo mejor que hemos podido con los recursos que tenemos. La situación jurídica es muy complicada, pero hay que ser conscientes de que si tenemos esta situación es porque no se han hecho los deberes cuando tocaba”, lamenta.

El nuevo servicio de transporte público de la isla, según el proyecto que hay en marcha, será más moderno, con autobuses híbridos y eléctricos, mejores conexiones y más frecuencias, contará con el transporte interurbano y con el transporte urbano de la ciudad de Eivissa, después de un año de negociaciones entre Morrás y Torres. Los ayuntamientos con más de 50.000 habitantes censados están obligados a diseñar un sistema de transporte público, pero en una isla tan pequeña como Eivissa, argumenta Torres, no tenía sentido tener dos sistemas diferenciados.

“Por una cuestión de eficiencia, economía de escala y optimización del servicio, impulsamos un convenio (con el Ajuntament d’Eivissa) para integrarlo con el nuevo contrato”. Según Morrás, el Ajuntament d’Eivissa decidió ceder competencias al Consell Insular en esta materia “en beneficio del interés común”. “Ojalá que el Consell pueda sacar la nueva contrata en esta legislatura. No podemos apostarlo todo al transporte de coches individuales”, afirma Morrás, que considera que apostar por el transporte público es lo más razonable, no solo desde el punto de vista medioambiental en el contexto de la crisis climática, sino también “pensando en la crisis energética que viene”.

En cuanto a la alta demanda que han tenido este verano, Riera, que dice que todavía no dispone de todos los datos para saber qué es lo que ha fallado en el servicio, explica que la flota de taxis ha aumentado un 10% respecto a 2019 (tanto fijos como estacionales). Una cifra con la que pensaban que podrían absorber toda la demanda. “Si hay que subir la flota un 20 o 25%, necesito saber en base a qué. Lo que tiene que hacer el conseller insular (Javier Torres) es poner más líneas y frecuencias de autobús y que haya suficiente para todo el mundo. También podemos discutir cuántas licencias de taxi estacional son suficientes”, expone.

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