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Los vecinos del 'Mykonos español' piden soluciones contra el turismo masivo: “Queremos vivir tranquilos”

Un cartel que pone 'Silencio, por favor' en catalán en la urbanización.

Santiago Torrado

Menorca —

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El pueblo de pescadores de Binibeca Vell concentra en sus 8.000 m2 todas las contradicciones y tensiones sociales que atraviesan Menorca y, por extensión, el conjunto del archipiélago balear en relación al turismo. Se trata de una postal idílica bautizada por visitantes y touroperadores como el “Mykonos español”. Un entramado de callejones estrechos e intrincados pasajes de un blanco tan blanco que duele mirar. Diminutos pasillos conectan con puertas de maderas nobles enmarcadas en arcos convexos y encalados. Durante los meses de temporada alta, miles de turistas pasean diariamente por sus calles, se toman centenares de selfies en sus miradores durante la puesta de sol y, al caer la noche, deambulan parloteando por sus calles hasta altas horas de la noche. 

“Lo cierto es que esto nunca fue un poblado de pescadores, es una urbanización privada”, sostiene el presidente de la Comunidad de Propietarios de Binibeca Vell, Oscar Monge, quien reconoce que esta urbanización enclavada en el municipio de Sant Lluís, en el sureste de Menorca, es el fruto de la imaginación del aparejador Antonio Sintes Mercadal y del arquitecto catalán Francisco Juan Barba Corsini. Ambos, en 1964, decidieron construir una reproducción de un “poblado típico mediterráneo”. Binibeca Vell es una representación de sus fantasías marinas, un barrio hermoso y privado, que acumula más de 40.000 menciones en Instagram cada verano.

Evitar el turismo masivo

Desde hace algunos años Monge y sus vecinos exigen al Consell Insular de Menorca que adopte medidas para evitar que el turismo masivo, que pretende fotografiarse frente a una de las mejores puestas de sol del país, choque de frente con los anhelos de descanso y paz que buscan los 195 propietarios del lugar. El pasado mes de marzo los propietarios de Binibeca Vell reiniciaron el curso de sus protestas y exigieron soluciones al Consell Insular para evitar nuevos conflictos con los visitantes. Monge y sus vecinos miran por estos días con preocupación la llegada del verano.

En 2023, tras varios años de quejas y choques con los turistas, la Comunidad de Propietarios de Binibeca firmó un convenio con el Consell Insular en el que se incluía la limitación del horario de visitas, la formación de guías turísticos oficiales y autorizados y un aporte de 15.000 euros anuales por parte de la Administración para contribuir al mantenimiento e higiene del lugar. Fruto de aquel acuerdo, el poblado de Binibeca admite visitas sólo desde las 10:00 horas hasta las 22:00 dentro de los pasillos y vericuetos que dan a las zonas residenciales, mientras que las zonas aledañas al poblado y la pequeña cala que conecta la urbanización con el hotel Pierre & Vacances mantienen el paso libre. 

El acuerdo se firmó tras años de hartazgo por parte de los vecinos de las actitudes “incívicas” de algunos visitantes. “Entraban dentro de las casas, se sentaban en las sillas, se llevaban cosas, pisaban las paredes, hacían botellón… bueno hubo de todo y si esto no se regula vuelve a suceder cada verano”, sostiene una vecina.  

Los vecinos se quejan de las actitudes "incívicas" de los visitantes: "Entraban dentro de las casas, se sentaban en las sillas, se llevaban cosas, pisaban las paredes, hacían botellón…

Por su parte, Oscar Monge insiste en que el problema no son tanto los turistas como la falta de presencia de la Administración a la hora de arbitrar qué se puede y no se puede hacer en el barrio. “Lo que me gustaría sobre todo dejar claro es que los turistas no son el problema, es la falta de regulación y de respeto a los acuerdos firmados con el Consell. Es alucinante que los políticos que se dedican al turismo nos estén diciendo a los propietarios de una urbanización privada de uso público que la única alternativa que nos queda para mantener limpio el lugar es cerrarla y privatizarla o cobrar. La intención de la Comunidad no es para nada cobrar ni explotar económicamente el lugar. Nos están llevando a un conflicto ciudadano, a una problemática innecesaria”, sostiene Monge en diálogo con elDiario.es.

La intención de la Comunidad no es para nada cobrar ni explotar económicamente el lugar. Los políticos nos están llevando a un conflicto ciudadano, a una problemática innecesaria

Oscar Monge Presidente de la comunidad de vecinos

La directora insular de Promoción Turística de Menorca, Begoña Mercadal, sostiene, por el contrario, que el convenio entre el Consell y la Comunidad de propietarios está sin efecto fruto de la pasividad de la propia asociación. “Ha sido la comunidad de propietarios de Binibeca Vell quien no ha querido renovar el convenio”, insiste Mercadal. “El convenio establece que se renovaba automáticamente si las dos partes lo solicitaban antes del 19 de diciembre de 2023, y no lo hicieron, por lo tanto entendemos que no les interesaba”. “Espetamos completamente que sea una propiedad privada y, por lo tanto, si la quieren cerrar, están en su derecho”, añade.

Ha sido la comunidad de propietarios de Binibeca Vell quien no ha querido renovar el convenio con el Consell Insular. Espetamos completamente que sea una propiedad privada y, por lo tanto, si la quieren cerrar, están en su derecho

Begoña Mercadal Directora insular de Promoción Turística de Menorca

Contradiciendo la versión de la directora insular Begoña Mercadal, desde la Comunidad de Propietarios insisten en que la caída del convenio es fruto de la naturaleza privada de la urbanización. Siempre según la versión de los propietarios, éstos replican a Mercadal que “el Consell sostiene que la Administración no puede brindar ninguna subvención a una urbanización privada, sin embargo en el año 2023 cuando ellos instaron a este convenio ya sabían que éramos una urbanización privada, de hecho lo somos desde el año 1972”, insisten.

Por último, Monge subraya la falta de compromiso del Consell con las reuniones pactadas para supervisar la evolución del acuerdo: “El Consell nos instaba a reunirnos dos veces al año para dar seguimiento al control de guías turísticos y al resto de ítems del acuerdo, pero nunca nos han convocado”.

La Fundación de Fomento del Turismo fue consultada por elDiario.es, a propósito de la falta de convocatoria a las reuniones pactadas, y, según aducen fuentes del organismo, la directora insular Begoña Mercadal mantuvo una reunión con uno de los integrantes de la Comunidad de Propietarios el pasado 26 de octubre donde también participó la alcaldesa de Sant Lluís, Loles Tronch, y la consellera de Ordenación Territorial y Turística, Nuria Torrent.

“Advertimos una falta de interés en renovar el acuerdo al no cumplir los plazos, del mismo modo que se ha retrasado la justificación necesaria por parte de los propietarios y que se exige por convenio. Los propietarios presentaron la documentación el 6 de marzo y, tras detectar deficiencias en lo presentado, el 21 de marzo la Fundación les requirió los documentos restantes”, señala Mercadal.

“Si no vienen turistas ¿qué hago?”

Los cruces entre la Comunidad de Propietarios y el Consell Insular arrecian mientras el verano parece haberse adelantado. La política de desestacionalización turística, que en realidad es una anticipación de la temporada, atrae visitantes a la isla desde finales de febrero. Cientos de turistas que buscan visitar uno de los íconos urbanísticos de la isla, naturalmente.

“Lo que queremos es que el presidente [del Consell Insular] Adolfo Vilafranca nos reciba y lleguemos a acuerdos para que esta urbanización siga siendo privada, pero de uso público y gratuito. Un lugar donde se respeten unas condiciones de ayuda a la comunidad”, apunta otra propietaria.

Luis es el propietario del bar que colinda con la entrada más pintoresca de la urbanización. Desde hace 20 años sirve bebidas y tapas a los casi 800.000 visitantes que pasan cada verano por el poblado y, al contrario que la Asociación de Propietarios, se muestra abiertamente en contra de las restricciones horarias y los cierres a las visitas. “Me parece una mala idea. El poblado está vacío durante todo el año, sólo está habitado de julio a septiembre, pero yo tengo que vivir todo el año con lo que gano aquí. Si no vienen turistas ¿qué hago?”, enfatiza en diálogo con elDiario.es. Además, insiste en que le parece “una barbaridad” que se pretenda cerrar el Poblado.

El poblado está vacío durante todo el año, sólo está habitado de julio a septiembre, pero yo tengo que vivir todo el año con lo que gano aquí. Si no vienen turistas ¿qué hago?

Luis Propietario de un bar en Binibeca Vell

“¿Por qué no pueden poner un vigilante, como hacen en el Faro de Favàritx? Al final la gente que se queja no vive aquí todo el año. El turismo es la principal fuente de ingresos para los residentes de Menorca. Ya ni las abarcas [las tradicionales zapatillas menorquinas] se hacen aquí. Entiendo que hay que controlar la masificación y creo que hay que regularlo, pero esto no se puede cerrar como si fuera Mykonos”, enfatiza el hostelero.

En ese mismo sentido, Oscar Monge acusa recibo de las quejas de los hosteleros ante la posibilidad del cierre de la urbanización: “Desde que planteamos las últimas quejas he recibido decenas de llamadas de comerciantes y restauradores que dependen de que el pueblo permanezca abierto. Estamos hablando de más de cuarenta y cinco familias que dependen de hacer la temporada ahí para pasar todo el año. Hay familias que se pueden quedar sin sustento por una decisión de cierre”. Monge ensaya una posible solución: “La posibilidad de regular y dejar claras las normas del lugar le permitirá a la Fundación seguir promocionando uno de los iconos turísticos de Menorca y a nosotros vivir tranquilos”.

El fruto de la masividad turística comienza a llamar a las puertas de Menorca mientras touroperadores y hosteleros locales auguran una nueva temporada alta que batirá récord de visitas. El conflicto entre propietarios, turistas y administración de Binibeca Vell anticipa un problema que en otros territorios como Palma o Eivissa ya son moneda corriente, aunque quizás Menorca todavía esté a tiempo de lograr un equilibrio razonable. 

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