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Interferencia (Wikipedia): “fenómeno en el que dos o más ondas se superponen para formar una onda resultante de mayor o menor amplitud”.

Interferencias es un blog de Amador Fernández-Savater y Stéphane M. Grueso (@fanetin), donde también participan Felipe G. Gil, Silvia Nanclares, Guillermo Zapata y Mayo Fuster. Palabras e imágenes para contarnos de otra manera, porque somos lo que nos contamos que somos.

El chalequito blanco ese de “la prensa”

Stéphane M. Grueso

Mirad este vídeo. Es del pasado día 19 de Abril y corresponde al llamado #EscracheMoncloa. No muestra nada extraño. Una movilización ciudadana, una serie de periodistas que vamos a cubrirla y la policía que arbitrariamente le pide la acreditación profesional a algunos, en este caso a un compañero del diario DIAGONAL y a mí.

A pesar de acreditarnos como prensa, nos piden el DNI y nos filian. O sea, se llevan apuntados en un papelito nuestros datos personales. Me encantaría saber para qué. Y ando detrás de ello, pero esa es otra historia.

Esta no ha sido la primera vez y me temo que no sera la última. Mirad:

En los 7 u 8 años que he vivido y trabajado en Alemania muchas veces me han pedido mi acreditación de prensa, claro, pero NI UNA SOLA, me ha pasado algo parecido a lo que habéis visto en el vídeo de arriba.

A ver por donde empiezo...

Ésto, a mi me parece se enmarca en la clara campaña de criminalización que hay por parte del Gobierno y algunos “medios amiguetes” de criminalizar cualquier tipo de protesta en la calle y por extensión a cualquiera que informe de ella en otros términos que no sean los de: “son terroristas”. Vamos a todo aquel que salga a la calle y cuente lo que pase. Podría poner decenas de ejemplos, pero son de sobra conocidas las portadas de algunos diarios o las declaraciones de nuestro Ministro del Interior o la Delegada del Gobierno en Madrid, Señora Cifuentes.

Y dentro de este grupo nos englobamos los “periodistas pequeñitos” o “periodistas de medios pequeñitos”, o “periodistas sin medio”, o “periodistas de blog”, o “periodistas sin título de periodismo”, o, o, o... Y si además a ello le sumas, “periodistas (o personas) que se preocupan por su Democracia, y cuando no están ejerciendo su labor profesional se dedican a intentar construir una sociedad mejor...” pues ya, no veas...

Bueno, pues hay una bolsa de personas que conozco que se encuentra en la situación que os he descrito. Y yo mismo, vaya. Que no es que trabaje para el Washington Post precisamente... (desde el cariño, ¿eh Ignacio Escolar...? Bueno, ejem,... sigo)

La cuestión es que para la manifestación del pasado 25A la policía “pidió” a la prensa y después exigió (!) el uso del “chaleco blanco de la FAPE” para poder trabajar en Neptuno, cosa extraña, absurda e ilegal, entiendo.

Yo estoy asociado a la ANIGP-TV (Asociación Nacional de Informadores Gráficos de Prensa y TV) que es una de las asociaciones de prensa teóricamente “serias” de este país. Una de las dos, junto con la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España), que se reúne con el Ministerio del Interior y tal y que proporciona esos “chalecos certificados”. Es más, tengo uno de esos chalecos blancos (que me da vergüenza ponerme) pero que a veces me pongo. Cuando paso miedo vaya.

Dos días antes del 25A recibí asimismo un email de ANIGP-TV comunicándome el teléfono móvil de “dos contactos de prensa de la policía que iban a estar en el terreno el 25A por si había algún problema”, la primera vez que recibo una comunicación así, por cierto. Me sentí fatal... La gente que no pertenecía a la FAPE ni a mi asociación, ¿qué recibieron, un email para alargase el pene...?

Otro efecto que hemos venido comprobando es ese de “carnets de prensa de primera y segunda”. Que eres de un gran medio, una tele o un gran periódico... sin problemas, que no conocen tu medio, pues te jodes... Y no voy a entrar en si tu medio “es percibido como ser de tal o cual color”. No, mejor, no. Pero vamos que yo creo que tras DIAGONAL, el medio que más veces ha venido a encierros, desahucios y movidas en general debe de haber sido el Grupo Intereconomía, tanto en televisión como en prensa, con La Gaceta. Además del vídeo de arriba, yo tengo grabado otro de un desahucio donde pasa lo mismo con otro equipo de cámara de DIAGONAL con la policía municipal y he visto personalmente como -las policías- han identificado, imposibilitado el trabajo, entorpecido, etc, etc, etc... a los profesionales de ese pequeño medio en multitud de ocasiones en las calles. No me lo invento. Estaba allí y lo he visto. Mucha calle yo en estos dos años, amigos. Pues me encantaría invitar a los compas de Intereconomía a que nos relaten sus incidentes con las fuerzas del orden en el ejercicio de su trabajo. Que, insisto, les he visto también mucho, mucho, mucho en las calles. Vaya, creo que al final sí que he entrado...

Mirad como hacen en otros sitios:

Este es un carnet de prensa alemán. Es igual que el que primero que tuve, allá por el año 2000. Por entonces trabajaba en la Corresponsalía de TVE para Alemania y Centro y Norte de Europa en Berlín, Alemania.

Os cuento un par de cosas que me parecen interesantes. En Alemania todo el mundo tiene una acreditación de su medio, claro desde la ZDF, la gran televisión pública, hasta la hoja parroquial, pero ESTE (y tal vez otro, no recuerdo bien) es el ÚNICO carnet de prensa válido. Lo emiten las asociaciones y sindicatos que figuran en el reverso, y, ¡sorpresa...!: NO PONE EN NINGÚN SITIO EL MEDIO PARA EL QUE TRABAJAS. Claro, al policía que está en el corte y sólo puede dejar pasar a prensa acreditada (que eso es otra cosa para discutir) no le debe de importar si tú trabajas para El País, la Revista Mongolia o la Hoja Parroquial de tu barrio... O si eres freelance, vaya. Eres prensa y vienes a trabajar. Punto. Es un mismo carnet, lo conoce todo el mundo y se respeta. Después de salir de TVE mantuve mi acreditación de prensa en Alemania como freelance a través del sindicato Ver.di demostrando mi cualificación y actividad profesional. Mientras estuve en TVE, el Bundespresseamt (la oficina de prensa del Gobierno alemán) nos la facilitaba automáticamente. La acreditación era la misma. Mola, ¿eh?

¿Cual es el punto de lo que está pasando...? Sin libertad de prensa no es posible una Democracia, y, señores, se están cargando la libertad de prensa. No ya mediante la concentración de la información en grandes grupos mediáticos controlados por poderes financieros, sino que directamente vamos a acabar no pudiendo salir a la calle a informar.

Es mi blog, así que lo voy a repetir y en mayúsculas: SEÑORES, SE ESTÁN CARGANDO LA LIBERTAD DE PRENSA. Y SIN LIBERTAD DE PRENSA NO ES POSIBLE UN DEMOCRACIA.

Por último os reproduzco aquí (con permiso) un artículo de opinión de Alberto Pradilla que es el corresponsal del diario GARA en Madrid y que me parece que ha dado en el clavo. Habla del “famoso chaleco blanco de la FAPE” y del “25A”, y me parece de alto interés. Que lo disfrutéis. Gracias Alberto.

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No me pongo el chaleco blanco, por Alberto Pradilla

2013/04/26 11:15h.

No me pongo el chaleco blanco para trabajar. Ni lo tengo, ni lo he solicitado ni me da la real gana de asfixiarme con ese corsé recién inventado que delimita la línea entre buenos y malos y que construye un nuevo bloque en las manifestaciones: el enjambre blanco de los informadores que añaden un punto de teatralidad al asunto. No tengo nada en contra, al margen de que no se me permite tener una asociación nacional vasca. Pero ni soy miembro de la FAPE ni tengo previsto inscribirme. Yo no pago. Si ejerciese como abogado, enfermero o médico, las normas laborales me obligarían a estar colegiado. No es así en el caso de los periodistas. Así que no entiendo porqué el carné de una institución privada, de adhesión voluntaria, constituye el único aval para realizar mi trabajo en las inmediaciones de un Congreso español asediado por 1.400 policías.

“Es obligatorio llevar el chaleco. Si no, no puede acceder”, me advertía ayer uno de los antidisturbios que blindaban el acceso a la Cámara Baja. Alegaba la existencia de un mandato de la delegación del Gobierno español en Madrid. Wait a minute. ¿Cómo que únicamente los asociados a un club particular tienen patente de corso para desarrollar su trabajo? ¿No es suficiente la acreditación de mi medio? ¿La de las Cortes? ¿La de cada una de las instituciones donde uno entra a diario y sin tener que tatuarse un puto código de barras en la frente?

Dejo claro que en la propia FAPE me aseguran no entender la situación. Ya indicaron que dialogaban para poder distribuir los famosos chalecos a los no asociados. Y aquí me entra una segunda duda existencial. ¿Para qué sirven los distintivos? ¿Para que los informadores desarrollemos mejor nuestro trabajo o para facilitarle las cosas a la Policía? ¿Para que un ciudadano que no lleve el chalequito pueda ser golpeado si filma algún desmán policial? Recientemente vimos en Donostia lo poco que le importa a un energúmeno con porra que un periodista se identifique como tal. Si hay que calentarle, se hará sin contemplaciones, como pudo comprobar el compañero de Argia Lander Arbelaitz durante su cobertura en Askegunea. Una certeza que constrasta con los esfuerzos desplegados para que nadie pueda denunciar los abusos de los uniformados. Decir que ayer, durante “asedia el Congreso”, algunos de los antidisturbios habían estrenado identificación visible constituye un insulto a nuestra inteligencia. Un número intercambiable a diario y que va pegado con velcro no es un distintivo, es una burla a la ciudadanía.

La marcha de ayer frente al Congreso español puso de manifiesto hasta qué punto todo esto tiene algo de teatrero. Cámaras, muchas más camaras que arietes en primera fila. La secuencia formada entre algunos manifestantes, dispuestos a confrontar con la Policía, la minimarea blanca que correteaba con los objetivos al hombro y el bloque de antidisturbios tenía algo de irreal, casi de sketch de Benny Hill. No voy a entrar en el debate sobre oportunidad y estrategia. Todos deberán de reflexionar sobre lo ocurrido ayer. Sin embargo, creo que con las previsiones de paro y miseria anunciadas por el Gobierno español, su preocupación no debería de ser los choques de ayer, sino la previsible escalada de mañana. Y en esto, los informadores también tendremos que plantearnos cuál es nuestro papel. Y qué reglas del juego estamos dispuestos a aceptar.

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aquí tenéis el artículo en su publicación original.

¿Qué hay que hacer, cuál es la solución, cómo tenemos que comportarnos los periodistas o los ciudadanos mejor dicho...?

Pues como siempre no tengo una respuesta, o una respuesta absoluta. Yo por mi parte, intentaré seguir lo que vengo haciendo. Informar. Acercarme a los sitios, contar lo que pasa. Y por supuesto también metiéndome en mil movidas de esas “denominadas antisistema” (CUANDO NO TRABAJO DE PERIODISTA, aquí la última, por cierto) y no sé... Desde luego apoyando el derecho de todo el mundo a salir a la calle a contar lo que ve, y a subir vídeos y fotos a internet. La Democracia es muy complicada, claro, es lo bueno que tiene. Menos mal.

¿Y mi chaleco blanco ese?

Pues ahí está mirándome. Me da vergüenza cada vez que me lo llevo. Y más cuando me lo pongo. Espero no ponérmelo nunca más. Ya veremos.

salud!

p.s. No me he atrevido a entrar ahora en la discusión: ¿quién es “prensa” y por qué? Yo no soy licenciado en periodismo pero llevo 15 años trabajando en video y televisión en no ficción. Actualmente, dirijo documentales, colaboro en opinión en eldiario.es, tengo medio abandonado un blog personal, informo en directo mediante streaming y twitter y tengo una sección en un programa de radio de la Cadena SER. Hago noticias, interpreto la realidad. Lo que pasa es que en vez de tardar dos horas en hacer mis 'noticias' y que duren un minuto y medio o tengan media cuartilla de extensión, tardo un año y duran una hora. Tienen forma de documental. Como éste, o éste. O a veces tardo cinco segundos y tienen sólo 140 caracteres.

¿Soy más periodista que un ciudadano que baja a un escrache y cuenta lo que pasa por twitter?

No lo creo.

¿Soy menos periodista que Iñaki Gabilondo (por poner un ejemplo)?

Tampoco lo creo.

Sobre este blog

Interferencia (Wikipedia): “fenómeno en el que dos o más ondas se superponen para formar una onda resultante de mayor o menor amplitud”.

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