Donald Trump sigue arrastrando los pies con el caso Epstein, mientras sus bases y sus congresistas presionan para que se produzca la publicación completa prometida por su presidente en campaña. Y, mientras eso llega o no llega, la Administración va dando pasos empujada por la presión, aunque al final siempre acaba inclinada a bloquear la transparencia.
La última decisión, polémica, la ha tomado el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, quien ha adelantado las vacaciones de los congresistas para dejar para septiembre una votación impulsada por un republicano, Thomas Massie, para pedir la publicación de los papeles de Epstein a la Administración Trump.
La Cámara tenía previsto votar el jueves antes de que los congresistas iniciaran su receso de cinco semanas. Sin embargo, los líderes republicanos informaron este martes de que el miércoles se celebrarán las últimas votaciones, y así se evitan la de la votación emplazando a la Administración de Trump sobre Epstein.
“No tiene sentido que el Congreso presione a una administración para que haga algo que ya está haciendo”, dijo Johnson en su conferencia de prensa, mostrándose en contra de satisfacer a muchos miembros del Partido Republicano que amagan con apoyar un proyecto de ley con los demócratas destinado a obtener información del Departamento de Justicia.
“No sigo mucho este tema”, ha afirmado Donald Trump este martes en la Casa Blanca. “Es una caza de brujas, la caza de brujas de la que deberíais estar hablando es la dirigida por el presidente Obama en 2016 [por la injerencia rusa en las elecciones]”.
Antes de que Johnson hablara, un subcomité del poderoso Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, controlado por los republicanos, estaba impulsando una resolución para citar a la exnovia de Epstein Ghislaine Maxwell a declarar.
Pasos pequeños
En lugar de eso, la Administración Trump pidió el viernes pasado al tribunal competente que permitiera publicar las actas del gran jurado, que es la investigación preliminar de 2019, y no todo el contenido.
Y este martes la fiscal general, Pam Bondi, ha publicado un comunicado de su ayudante, en el que anunciaba una reunión con la ex mano derecha de Jeffrrey Epstein, Ghislaine Maxwell, la única persona en la cárcel por el caso. A Maxwell también quiere citarla a una comparecencia el Congreso de EEUU.
“Este Departamento de Justicia no elude las verdades incómodas ni la responsabilidad de buscar justicia dondequiera que los hechos conduzcan. La declaración conjunta del Departamento de Justicia y el FBI del 6 de julio sigue siendo tan precisa hoy como cuando se redactó. En concreto, en la reciente revisión exhaustiva de los archivos que mantiene el FBI en el caso Epstein, no se descubrió ninguna prueba que pudiera fundamentar una investigación contra terceros no acusados”, afirma el comunicado de Todd Blanche.
“El presidente Trump nos ha pedido que publiquemos todas las pruebas creíbles”, prosigue, “si Ghislane [sic] Maxwell tiene información sobre alguien que haya cometido delitos contra las víctimas, el FBI y el Departamento de Justicia escucharán su declaración”.
Y concluye: “Por lo tanto, siguiendo instrucciones de la fiscal general Bondi, me he comunicado con el abogado de la señora Maxwell para determinar si estaría dispuesta a hablar con los fiscales del Departamento. Preveo reunirme con la señora Maxwell en los próximos días. Hasta ahora, ninguna administración, en nombre del Departamento, había preguntado sobre su disposición a reunirse con el gobierno. Eso cambia ahora”.
¿Quién es Ghislaine Maxwell?
La británica Ghislaine Maxwell, examante y mano derecha del financiero Jeffrey Epstein, fue condenada en 2022 a 20 años de prisión después de en diciembre de 2021 un tribunal la declarara culpable de cinco cargos relacionados con el tráfico sexual de chicas menores de edad reclutadas para Epstein.
En diciembre de 2021, tras seis días de deliberaciones y cuando parecía que el jurado se inclinaba en favor de las tesis de la defensa de Maxwell, el jurado respondió “culpable” a cinco de los seis cargos que se le imputaban, el más grave de ellos por tráfico sexual de una menor entre los años 2001 y 2004, es decir, cuando la víctima tenía 14, 15 y 16 años.
El entorno de Maxwell ha criticado que se le quisiera hacer pagar por los delitos de Epstein, que nadie puso en duda durante el proceso, y ha desvinculado a Ghislaine de los episodios de abusos sexuales cometidos en las distintas mansiones de Epstein que ella administraba. Un empleado de una de las mansiones declaró en el juicio que Maxwell había ordenado al personal “no ver, ni oír, ni decir” nada de lo que sucedía dentro de esa casa.
Fueron los testimonios de cuatro víctimas —“Carolyne”, “Jane”, “Kate” y Anne, tres de ellas anónimas y con nombres falsos— los que pesaron en el ánimo del jurado, dadas las grandes coincidencias en los testimonios de todas ellas. Describían a una mujer “sofisticada” que se acercó a sus víctimas en momentos de gran desarraigo familiar y personal y les prometió ayuda en sus carreras, antes de convencerlas para que viajaran a las mansiones de Epstein donde, una vez allí, les proponía participar en lo que llamaba “masajes” para el magnate.
“A sus ojos (de Maxwell), ellas no eran más que basura”, exclamó la fiscal Maurene Comey –recientemente despedida por la Administración Trump– en su último alegato ante el jurado. “¿Quién les iba a creer?”, dijo en relación con el aplomo con el que Maxwell siempre negó los hechos. Pero Maxwell no solo engañó, transportó y sedujo a las menores; al menos en tres ocasiones les tocó los pechos y las caderas antes de las sesiones de “masajes”, como si las evaluara, y a una de ellas le llegó a decir que “tenía un bonito cuerpo para el señor Epstein”.
Maxwell, que tras el suicidio de Epstein en 2019 estuvo huida y en paradero desconocido durante un año entero, fue finalmente detenida en una mansión rural de New Hampshire. Poseedora de tres pasaportes, el juez apreció riesgo de fuga y decretó para ella prisión provisional. Ahora está cumpliendo 20 años de cárcel.