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Alcaldes del Mediterráneo se unen para que sus urbes sigan siendo habitables

Alcaldes del Mediterráneo se unen para que sus urbes sigan siendo habitables
Bruselas —

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Bruselas, 4 nov (EFE).- La desertización, el aumento de las temperaturas, los incendios masivos, la presión turística y la pérdida de biodiversidad marina son factores que, según alertan los alcaldes de muchas ciudades mediterráneas, pueden complicar la vida de los habitantes de esos municipios durante las próximas décadas y frente a los que, consideran, hay que tomar medidas drásticas.

“Si seguimos como ahora, pienso que el Mediterráneo será un lugar muy difícil para vivir, porque habrá mucha escasez de agua, tendremos lluvias torrenciales y viviremos subidas del nivel del mar en el Mediterráneo que afectarán cada vez más a las ciudades costeras”, avisa en una entrevista a EFE el secretario general de la asociación MedCities, Josep Canals, que aglutina a unas 70 ciudades mediterráneas.

Canals subraya que “la región mediterránea es la que más sufre después del Ártico” los efectos de la crisis climática, y afirma que la zona “se está calentando un 20 % más que la media planetaria”.

“Habrá más incendios y más severos. Esto puede provocar éxodos en algunos lugares (del Mediterráneo) donde no hay una estructura urbana y de servicios públicos adecuada. Tenemos graves crisis sociales con migraciones del sur al norte (del Mediterráneo) que ya estamos viendo”, constata el secretario general de MedCities.

Barcelona acoge la sede central de esta entidad que también integra a Valencia, Palma y Málaga, junto a otras ciudades como Roma, Marsella, Alejandría, Túnez o Gaza, y que esta semana han elevado en Bruselas el grito de alarma durante la presentación de un proyecto para conservar la biodiversidad en sus costas.

“Las ciudades son mucho más parecidas entre sí que los Estados en el Mediterráneo, y eso hace que los problemas que los alcaldes sufren o quieren cambiar sean muy parecidos, y los retos y las expectativas también”, destaca Canals, que es biólogo de oficio.

Y añade: “Existe una identidad mediterránea más fuerte que, yo diría, una identidad europea. Porque el clima conforma mucho la forma de ser de la gente, de relacionarse, de convivir con el medio y de vivir en los pueblos y ciudades”.

Un clima que el calentamiento global amenaza con desertizar y, por esta razón, Canals remarca que habrá que cambiar algunas actividades económicas y sociales regulando, por ejemplo, las emisiones contaminantes de los buques, mejorando la planificación urbanística del litoral o reduciendo su presión turística.

“Determinados destinos turísticos en la costa mediterránea deben saber cual es su capacidad de carga ecológica: su capacidad máxima para asumir turistas en el territorio sin perjudicar aquel activo turístico o medioambiental que, justamente, hace que la gente vaya a visitarlo, de modo que podríamos acabar matando a la gallina de los huevos de oro”, advierte el secretario general de MedCities.

En España, concretamente, Canals lamenta que el litoral “ha sido muy urbanizado y muy artificializado”, y constata que esta situación “ha castigado muchísimo” a los humedales, unos ecosistemas que, según dice, son claves en la lucha contra el cambio climático y la protección del litoral.

“Tienen la función de absorber el impacto de los eventos extremos del agua que llega después de una lluvia torrencial y actúa un poco a modo de cojín para adaptarnos a estos fenómenos”, explica, por su parte, Dania Abdul Malak, directora del European Topic Center de la Universidad de Málaga y líder del proyecto MBPC -del cual MedCities es socio-.

“En el Mediterráneo ya tenemos alrededor del 70 % de las costas llenas de infraestructura gris, es decir, ya desarrolladas. Si no cedemos a la naturaleza un margen donde pueda ayudar a adaptarnos a los eventos extremos del cambio climático, esto nos va a perjudicar”, asegura Abdul Malak en una entrevista con EFE.

Tras tres años de trabajos, esta directora de un centro de la Universidad de Málaga presentó esta semana en Bruselas, con la visita de MedCities, los últimos avances de la investigación, que cerrarán a finales de este año, y pretende dar soluciones a las administraciones para mitigar el cambio climático en la Mediterránea.

Así pues, la receta de Abdul Malak para esta región pasa por aplicar “soluciones basadas en la naturaleza” que impliquen, por ejemplo, el final de la erosión de las playas o la conservación de las zonas de posidonia en los mares, que son un buen termómetro del estado del ecosistema acuático y un refugio para peces.

“Es decir, ya no es proteger solo por el tema de la biodiversidad, es proteger también por el bienestar humano, porque esas soluciones basadas en la naturaleza, si se aplican bien, nos pueden ayudar a mitigar mucho más el cambio climático”, sentencia.

Bruno Fortea Miras

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