Alexander Kamyshin, el hombre que dirige el “salvavidas” de Ucrania, los ferrocarriles: “No hemos parado ni un día. Y no vamos a parar”
Cuando el 24 de febrero de hace un año, Rusia lanzó la invasión de Ucrania, a Alexander Kamyshin (Kiev, 1984) le despertó, como a muchos otros ucranianos, el estruendo de los bombardeos. “Estaba en Kiev, en casa con mi familia. Bombardeaban mi ciudad y recibía llamadas de otros lugares que también estaban siendo atacados. Ese momento no podré olvidarlo en la vida, porque fue el más duro, el más complicado. Todo lo demás fue más fácil”, cuenta ahora Kamyshin. Seis meses antes de aquella noche que cambió su vida y la historia de su país, él había asumido el cargo de director ejecutivo de Ukrzaliznytsia, la compañía nacional de ferrocarriles. Entonces no podía saber que los trenes se convertirían en el símbolo de la resistencia ucraniana en estos últimos 12 meses.
“Ni yo ni ningún otro ucraniano pensaba que tendríamos que enfrentarnos a una guerra de tales dimensiones. Sigo sin creer que sea posible en Europa, en el siglo XXI, que nos bombardeen con misiles, bombas... Pero resistiremos, estamos decididos a hacerlo, y aunque esto no lo esperábamos, estamos preparados para resistir”, dice atendiendo a elDiario.es en una videollamada que se produce en días convulsos, o más convulsos de lo que ha sido cada día del último año. Son las jornadas previas a la visita sorpresa de Joe Biden, a Kiev, adonde el presidente de EEUU llegó subido a uno de los trenes de la red ferroviaria que dirige Kamyshin, como antes de él habían hecho mandatarios de países europeos y representantes de la UE. Es la que el director de Ukraliznytsia ha definido la iron diplomacy, la diplomacia de acero que ha permitido a Ucrania sortear el aislamiento.
Al día siguiente de la visita de Biden, Kamyshin se disculpó en Twitter porque las medidas de seguridad del viaje habían causado retrasos. “Ayer solo el 90% de nuestros trenes llegó puntual”, escribió. Es una preocupación por la eficiencia y la puntualidad que se ha hecho más acuciante por el significado, también simbólico, que ha tenido para la población que la red ferroviaria siguiera funcionando. “No hemos cancelado ningún tren de larga distancia. A veces hemos sufrido retrasos durante los bombardeos pero hemos mantenido la circulación. La gente tiene que poder confiar en algo sólido durante la guerra. Cuando bombardeaban de este a oeste, de norte a sur, la gente tenía que saber que en cualquier momento podían abandonar su ciudad por un tiempo, y hacerlo en un día. Esto hizo que la gente se sintiera más segura. Y es importante y muy simbólico”, cuenta Kamyshin, enfundado en una sudadera gris y con la coleta que le ha convertido en un icono recogida en un moño. “No hemos parado ni un solo día. Y no lo vamos a hacer. Por mucho que nos bombardeen, siempre encontraremos la manera de volver a operar”.
Desde el comienzo de la invasión, cuatro millones de personas han sido evacuadas a zonas más seguras a través de la red ferroviaria, que ha sido fundamental para el envío de ayuda humanitaria y para el transporte de mercancías a las zonas que Ucrania recuperó tras la contraofensiva de finales de verano.
Algunos han definido la red de 22.000 kilómetros de vía férreas como la mejor arma secreta de Ucrania en esta guerra, pero a Kamyshin no le gusta esta expresión: “No somos un arma, somos una empresa pacífica. Yo diría que somos un salvavidas. Cuando nuestro ejército retoma un territorio, tenemos la orden del presidente Zelenski de reanudar lo antes posible la conexión ferroviaria. ¿Por qué? Primero, por [recuperar] la libertad de viajar, es importante parta quienes han vivido bajo ocupación. Segundo, para la ayuda humanitaria. Cuando se liberó Chernigóv [en abril, tras un asedio de un mes] en siete días llevamos allí el primer tren, que iba cargado con nueve vagones llenos de ayuda. Recuerdo los ojos del gobernador de esa región porque aquellos vagones estaban realmente salvando la ciudad. Luego está el transporte de mercancías, porque permitimos que en las ciudades puedan volver también los negocios. Y la economía es doblemente importante en una guerra”.
344 empleados muertos en la guerra
Una labor por la que se ha pagado un alto precio. “A día de hoy, 344 trabajadores han perdido sus vidas y 788 han resultado heridos. Es un precio muy alto. Pero yo y mi equipo hemos estado en el primer tren inaugural de todas las ciudades recuperadas. Hemos trabajado junto a los desminadores en Járkov, en Jersón, estamos siempre sobre el terreno porque tenemos la regla de no enviar a nadie a un lugar donde no estamos preparados para ir nosotros mismos. Cuando la gente nos ve cerca, sienten que es seguro, seguro como puede serlo en Ucrania en este momento. Pero, claramente, ven que no estamos en un búnker enviando a gente a lugares peligrosos”.
Al principio de la invasión, Zelenski ofreció a Kamyshin trabajar desde su búnker, pero él rechazó la propuesta: “Para mí es importante estar con mi equipo. La empresa es el mayor empleador de Ucrania. Tenemos 231.000 trabajadores y esto no se puede gestionar sin un equipo a tu lado. Así que no había razón para que yo estuviera solo en el búnker. Tenía que estar con mis gerentes regionales... Desde el comienzo de la guerra me he desplazado 30 veces a Járkov, 30 a Dnipro, 20 a Odesa, 15 a Kramatorsk, y una vez a Uzhgorod, en el profundo oeste. Para mí es mucho más cómodo quedarme en el este donde están pasando las cosas. Y es mucho más razonable quedarme en un tren que en un búnker”.
El precio personal que Kamyshin ha pagado es estar lejos de su familia, que se fue a un lugar seguro tras el comienzo de la invasión: “Es complicado. Echo de menos a mis hijos, que tienen 12 y ocho años. Pero yo estoy viajando todo el tiempo por todo el país. Y paso muchas noches en los trenes”. Cuando se le pregunta si en algún momento ha sentido el peso de esta responsabilidad, el cansancio, responde tajante: “No. ¿Por qué debería? El presidente no está cansado. El ejército no está cansado. ¿Por qué debería estarlo yo?”. Cuando le pregunto a mi hijo mayor '¿cómo estás?' me contesta: 'Mejor que nadie en el mundo'. Lo mismo digo yo. Tiene todo que ver con tus percepciones: encontramos una manera no sólo para sobrevivir sino para seguir adelante, seguir construyendo, sacando nuevos proyectos, incluso durante la guerra. Es nuestra filosofía. Yo no quiero limitarme a sobrevivir. Quiero celebrar la vida. Por eso seguimos inaugurando nuevas conexiones y lanzamos nuevos proyectos“.
En el último año, Ukrzaliznytsia ha restablecido las conexiones con Rumanía y Moldavia, en ambos casos 22 kilómetros de vía férrea, y con Polonia, donde se ha inaugurado un nuevo trayecto también. “Se llama línea 102, son 70 kilómetros y está en la frontera. ¿Por qué es importante para nosotros? Primero, por la seguridad nacional: cuantas más conexiones tengamos con la Unión Europea, más seguros estaremos. Luego está la movilidad de nuestros conciudadanos, ya que muchos viven fuera y necesitan una buena conexión para regresar y volver a la UE. Y luego, las exportaciones”, subraya Kamyshin quien confía en una mayor integración con la red ferroviaria europea y espera un futuro en el que Ucrania esté en la UE y la compañía forme parte de transporte comunitario.
Ahora, sin embargo, no hay más futuro que un presente en el que no hay espacio para imaginar cómo será la vida después de la guerra. “No puedo pensar en eso. Tengo que trabajar para que los ferrocarriles sigan funcionando. Y si me pregunta qué les digo a mis niños, pues, no les cuento nada de lo que ocurre en mi interior. Pero sé que si me pasa algo, ellos siempre sabrán la razón por la que ocurrió. Saben que estoy apoyando a mi país y haciendo que los trenes lleguen. No me gustaría estar en el ejército ruso. ¿Por qué? Porque cuando mueran no podrán nunca explicar a sus niños por qué pasó”.
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