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Boris Johnson estrena negociadora del Brexit con la misma amenaza de saltarse el acuerdo que él mismo firmó

El primer ministro británico, Boris Johnson, prepara su discurso de apertura en su habitación de hotel en Manchester antes de dirigirse a la Conferencia del Partido Conservador, 5 de octubre de 2021, en Manchester.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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Nuevas caras, viejos argumentos. La primera conversación entre el Gobierno de Boris Johnson y la Unión Europea ha incluido los mismos argumentos británicos de los últimos seis meses, cuando comenzó a amenazar con suspender el acuerdo del Brexit firmado por el propio primer ministro en octubre de 2019 si la UE no acepta reescribirlo en asuntos centrales, como el papel del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en la gobernanza del protocolo de Irlanda del Norte.

La llamada entre la ministra de Asuntos Exteriores, Liz Truss, y el vicepresidente de la Comisión Europea Maroš Šefčovič llega después de la dimisión del ministro del Brexit británico, David Frost, el pasado sábado.

En la conversación, Truss, dijo, según fuentes de Downing Street: “Queremos una relación constructiva con la UE, sustentada por el comercio y nuestros principios compartidos de libertad y democracia. Resolver los problemas actuales es fundamental para encauzar ese potencial. La posición del Reino Unido no ha cambiado. Necesitamos que los bienes fluyan libremente entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte, poner fin al papel del Tribunal de Justicia como árbitro final de las disputas, además de resolver otros problemas”.

En efecto, desde que el pasado verano Reino Unido publicó el llamado Command Paper en el que reescribía el protocolo de Irlanda del Norte firmado por el propio Boris Johnson con la Unión Europea y afloraba un problema nunca antes manifestado, como era el de la gobernanza del TJUE, no ha pasado semana de negociaciones en las que Reino Unido haya impugnado el papel del tribunal con sede en Luxemburgo y amenazado con suspender el protocolo.

Pero, ¿cuál es el problema? Que para cumplir los acuerdos de paz de Viernes Santo y que haya una frontera invisible entre Irlanda del Norte, que ha salido de la UE como parte de Reino Unido, y la república de Irlanda, que se ha quedado en la UE, lo que pactaron Londres y Bruselas es dejar a Irlanda del Norte dentro del mercado único, mientras el resto de Reino Unido, en concreto Gran Bretaña, se quedaba fuera.

Pero eso, ¿qué supone? Controles para todo lo que pase de un país fuera de la UE y el mercado único, como Gran Bretaña, al mercado único, en el que se encuentra Irlanda del Norte. ¿Y qué ocurre? Que las reglas del mercado único de la UE están sujetas a la gobernanza del TJUE. Y eso, ahora, no lo quiere Reino Unido, argumenta que el TJUE, como tribunal de la UE, actuará de parte de la UE, como si no hubiera fallado numerosas veces contra la Comisión Europea.

“Debemos acelerar el ritmo de las conversaciones en el Año Nuevo”, ha dicho Truss, en la línea de lo pactado entre Sefcovic y Frost en el último día de trabajo de éste antes de su dimisión.

“Nuestra preferencia sigue siendo llegar a una solución acordada”, prosigue Truss antes de lanzar la amenaza recurrente: “”Si esto no sucede, seguimos preparados para activar las salvaguardas del Artículo 16 [la suspensión unilateral del protocolo de Irlanda del Norte] para hacer frente a los problemas reales que afronta Irlanda del Norte y proteger el Acuerdo de Belfast (Viernes Santo) en todas sus dimensiones“.

Mientras, Sefcovic ha sido mucho más parco: “He hablado con Liz Truss sobre las relaciones de la UE con Reino Unido, en particular el Protocolo de Irlanda del Norte. Estoy comprometido a continuar trabajando para lograr un acuerdo definitivo con el Reino Unido sobre soluciones concretas para todas las partes de Irlanda del Norte. La posición de la UE es conocida. Nuestro objetivo: estabilidad y previsibilidad”.

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