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Chile sufre los peores incendios en décadas en plena ola de calor extremo bajo la amenaza del cambio climático

Fotografía del sector de Achupallas, afectado por incendios forestales de Viña del Mar.

Sonia Donoso

Santiago de Chile —

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“Lo que estamos viviendo estos días es la tragedia más grande desde el terremoto del 27 de febrero de 2010”, que dejó 525 muertos. El presidente chileno, Gabriel Boric, se refirió así a la ola de incendios más devastadora en décadas que desde el viernes azota la región de Valparaíso, a unos 120 kilómetros al noroeste de la capital, y que hasta la noche de este domingo ha dejado 122 personas fallecidas, según el último parte oficial. 

“Es Chile entero el que sufre y llora a sus muertos”, expresó el presidente desde la zona afectada el domingo, en un discurso en el que también decretó dos días de duelo nacional a partir del lunes y anunció varias medidas para la reparación.

Hasta ahora, se calcula que hay unas 15.000 viviendas damnificadas (con distintos grados de afectación), más de 11.000 hectáreas calcinadas y más de 300 personas desaparecidas entre los escombros desde el viernes. Los vecinos de las zonas afectadas, concentrados sobre todo en cuatro comunas (Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana y Limache) permanecen bajo toque de queda nocturno y 1.200 de ellos se refugian en albergues, tras haber sido evacuados de sus hogares o haberlos perdido por completo.

Los fuegos han calcinado grandes sectores urbanizados como la zona industrial de la ciudad de Viña del Mar, pero también amplios sectores de viviendas sociales y campamentos irregulares, donde vecinos de escasos recursos se instalaron en la década de los 60.  

Además de disponer de puntos de recogida de artículos de primera necesidad desplegados por todo el país, Boric ordenó que el Palacio Presidencial de Cerro Castillo, en Viña del Mar, se utilice “íntegramente como espacio para realizar actividades para niños, niñas y adolescentes que son víctimas de la tragedia”, con monitores y profesores para cuidarlos.

“Calor intenso, extenso y frecuente”

Los devastadores incendios han coincidido con una ola de calor extrema que elevó las temperaturas hasta casi 38 grados. Un salto de los termómetros que se sumó a vientos fuertes, propios de la región, de entre 30 y hasta 60 kilómetros por hora, que aceleraron la propagación de las llamas. “Estamos viviendo unas olas intensas de calor con récord histórico por el cambio climático”, dice a elDiario.es Miguel Castillo, director del Laboratorio de Ingeniería de Incendios Forestales de la Universidad de Chile.

El escenario se agrava por la sequía de más de 18 años que arrastra el país. Si bien el invierno pasado fue especialmente lluvioso en la zona centro-sur y se apaciguó un poco el déficit histórico, “no fue suficiente para poder contrarrestar la sequía acumulada por casi dos décadas”, explica Castillo. “Hoy tenemos un bosque nativo y plantaciones con mucho estrés hídrico, porque hay muy poca agua, y eso condiciona al encendido y a la propagación”, añade. Coincide con el ingeniero forestal y académico de la Universidad de Aysén Carlos Zamorano, que dice que las olas de calor registradas en Chile “son cada vez más intensas, extensas y frecuentes” y aplacan el impacto beneficioso de un invierno lluvioso.

“Las precipitaciones invernales favorecieron el crecimiento de vegetación que hoy, en la temporada seca, alimenta los fuegos”, dice también a elDiario.es Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Chile.

Tras un duro fin de semana de combate contra las llamas, en las últimas horas se ha producido una mejora de las condiciones climáticas que facilitó las tareas de extinción durante el domingo y el lunes. Sin embargo, el llamado es a no bajar la guardia porque aunque la propagación se ha detenido, se mantienen varios focos activos.

Más allá del clima, los expertos también atribuyen las causas de los fuegos al impacto de un modelo forestal basado en el monocultivo de pino y eucalipto, promovido por el Estado durante la dictadura (1973-1990). Vastas extensiones continuadas de estos árboles, altamente inflamables, aumenta el riesgo de grandes incendios, según los expertos. “Chile también es vulnerable al cambio climático por la continuidad de monocultivos forestales: tenemos una única especie que cubre millones de hectáreas; la homogeneidad es el problema”, dice Zamorano. 

“Falta de prevención”

Las autoridades creen que, por la simultaneidad y el lugar donde se iniciaron, varios de los incendios podrían haber sido intencionados. “No sabemos si esto es una banda organizada o si son pirómanos; será la justicia quien dirima aquello. Se están buscando a los culpables”, dijo el gobernador de la región, Rodrigo Mundaca. 

Hace un año, cuando el país sufrió otra ola de incendios que dejó 27 personas fallecidas en regiones del centro-sur como La Araucanía, Biobío y Ñuble, también se concluyó, a través de una investigación, que casi la mitad de aquellos fuegos fueron provocados.

“La causa de incendio atribuible a la intencionalidad, es decir, al delito de incendio, lejos de bajar, ha ido aumentando”, dice Castillo, que enumera las quemas de basura, el tránsito y transporte de vehículos o la actividad turística como causas de incendios atribuibles a la actividad humana. Para él, “hay un trabajo pendiente en este ámbito” y propone como solución “intensificar la educación y capacitación para prevenir incendios”, especialmente en el currículum escolar y para quienes trabajan con distintas comunidades.

“La prevención tiene que enfocarse en una campaña permanente y en la educación ambiental, una educación cívica que se echa mucho de menos en nuestro país”, dice Zamorano. Según él, en Valparaíso y Viña del Mar se suman problemas sociales de fondo –como la acumulación de basura, los vertederos ilegales, las tomas de terreno, hacinamientos y casas precarias– que complejizan más las tareas preventivas.

El año pasado, el Gobierno de Boric aumentó hasta los 156 millones de dólares la partida para el combate de incendios en el presupuesto de 2024. Se trata de la mayor cifra de la historia del país destinada a estas tareas: un 47% más en comparación a la partida de 2023 y un 97% comparado con el 2022. En septiembre, además, el Ejecutivo presentó el Plan de Incendios Forestales para esta temporada, que consideró más de 3.330 brigadistas repartidos por el país y 70 aeronaves, entre aviones y helicópteros con maquinaria y vehículos especializados. “Estamos preparados, hemos invertido, pero la responsabilidad también es de la ciudadanía”, afirmó entonces.

Cinco meses después, el país vive, conmocionado, uno de los peores incendios de su historia. Las víctimas mortales siguen aumentando y todavía quedan por delante casi dos meses de verano en el hemisferio sur.

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