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Las divisiones ahondan la crisis de Syriza tras la salida de Tsipras

El presidente de Syriza, Stefanos Kasselakis, el pasado 24 septiembre en Atenas.

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Menos de dos meses después del resultado de las primarias en la que ganó por sorpresa el empresario Stefanos Kasselakis, las divisiones en Syriza, el principal partido de la oposición en Grecia, se profundizan, con la primera escisión tras el cambio de liderazgo.

La formación izquierdista parece no levantar cabeza desde el pasado 21 de mayo, fecha de las elecciones generales griegas, cuando el partido perdió la mitad de sus diputados. Liderada todavía entonces por Alexis Tsipras, la formación no tuvo mejor suerte en la segunda convocatoria, en junio, cuando la ciudadanía lanzó un mensaje claro de preferencia por la derecha conservadora de Nueva Democracia. Tras la derrota y el shock del momento, unos días más tarde, Tsipras, el presidente del partido y ex primer ministro del país entre 2015 y 2019, asumía toda la responsabilidad, presentaba su su dimisión y dejaba todos sus cargos, precipitando la convocatoria de elecciones primarias para elegir nuevo líder.

Su salida abría todo un mundo de posibilidades de regeneración del partido, pero también dejaba en evidencia las diferencias internas de una formación que, con el paso de los años, había ido incorporando elementos centristas y había dejado de lado sus orígenes de izquierda radical. Y estas divisiones marcaron las primarias que enfrentaron a dos candidatos principales: Effie Achtsioglou, exministra de Trabajo y favorita, y Stefanos Kasselakis, un outsider que apenas llevaba un mes de militancia en el partido.

Achtsioglou y Kasselakis protagonizaron momentos de alta tensión en los medios de comunicación griegos que auguraban que la pugna por el poder provocaría una brecha importante. Sorprendentemente y contra todo pronóstico, las bases eligieron a Kasselakis para liderar la formación. Sin embargo, su personalismo, sus lazos con el capital —es armador y exasesor de Goldman Sachs— y su tendencia política —más orientada al centro y alejada de radicalismos— levantaron ampollas desde el primer minuto en algunos sectores del partido. También la poca concreción de sus medidas y de su programa político y la nula experiencia previa en política griega despertaron la desconfianza de una parte de la militancia.

Desde entonces, los enfrentamientos entre las diferentes facciones han sido constantes. Hace un par de semanas, Kasselakis amenazó con expulsar del partido a Stefanos Tzoumakas, Nikos Filis, Panos Skourletis y Dimitris Vitsas, pesos pesados de la formación que, desde que fue elegido, se habían mostrado muy críticos con él. En ese momento, el eurodiputado Stelios Kouloglou se fue de Syriza en solidaridad con sus compañeros pero también por las diferencias con el nuevo liderazgo. Kouloglou, a pesar de que Kasselakis se lo pidió, no ha renunciado a su escaño en el Parlamento Europeo y ahora sigue como eurodiputado independiente.

Kasselakis volvió hace unos días a pedir las cabezas de Tzoumakas, Filis, Skourletis —que anunció finalmente su marcha el pasado viernes, antes de la reunión del Comité Central— y Vitsas; estos tres últimos exministros del gobierno de Tsipras. Esta vez lo hizo ante el Comité Central, pero sin pasar por el Comité de Ética, como prevé el estatuto del partido. “No es un fenómeno nuevo que un líder político comience su mandato con la eliminación de algunas figuras de la 'oposición', para validar su dominio ante los ojos de los miembros del partido y la opinión pública. Pero la forma en la que Kasselakis metodológicamente ha llevado a cabo sus propias 'eliminaciones' no tiene precedentes”, escribió este lunes el periodista griego Dimitris Psarras en el periódico Efsyn. Los críticos acusan al nuevo líder de haberse saltado las normas internas de la formación y de querer basar su liderazgo en su propia persona, sin respetar los cimientos éticos de Syriza.

'Umbrella' abandona el partido

Tras el órdago de Kasselakis, las reacciones no se hicieron esperar: el pasado domingo, segundo día de reunión del Comité central, 'Umbrella', una de las facciones de izquierda de Syriza, liderada por el exministro de Finanzas Euclides Tsakalotos —actualmente diputado—, anunció su salida del partido, acusó al nuevo líder de haber abandonado la ideología de izquierdas y comparó su comportamiento político al populismo de derechas. En 'Umbrella' se encuentran Tzoumakas, Filis, Skourletis y Vitsas, las cuatro cabezas que había pedido Kasselakis.

Las escisiones en Syriza no son nada nuevo. En 2016, y tras haber dejado el partido en 2015, la que en su momento fuese la presidenta del Consejo de los Helenos, Zoi Konstantopoulou, creó su propia formación: Rumbo a la libertad. No consiguió representación parlamentaria en las elecciones de 2019 pero sí que la ha conseguido ahora. También en 2018, el exministro de Finanzas Yanis Varoufakis, que también había abandonado Syriza en 2015, creó MeRA25. Su partido sí que consiguió entrar en el Parlamento en 2019, pero no ha conseguido los votos necesarios en estas últimas elecciones y ha quedado fuera.

Ahora, Dimitris Vitsas, uno de los ex altos cargos que se ha ido del partido, no cierra la puerta a sentar las bases de una nueva formación, que podría recoger a los desafectos de Syriza, los descontentos con el nuevo liderazgo de Kasselakis y esa parte de la militancia de izquierda más radical que se siente decepcionada con el rumbo que ha tomado el partido. Kasselakis, por su parte, no está dispuesto a ceder ni a dar ningún paso atrás y, en una entrevista concedida a portal Documento este lunes, hizo una llamamiento a una coexistencia interna pacífica y dialogante, pero también dejó clara su postura y habló de la necesidad de redefinir la estrategia del partido, actualizar el programa e intentar promover cambios profundos.

Acusado de crear un clima de persecución a quién se muestra en desacuerdo y de usar técnicas antidemocráticas, Kasselakis se enfrenta al desafío de atajar la grave interna de la formación y reconstruir una izquierda debilitada. Y el primer banco de prueba serán las próximas elecciones europeas de junio, en la que Syriza aspira a quedar en segundo lugar, por detrás de los conservadores de Nueva Democracia. El peor escenario sería que se produjera un sorpaso de los socialdemócratas del Pasok consolidando el declive de la formación.

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