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Un fallo de diseño en el interior de los tanques rusos hace que sus torretas salten por los aires

Fotografía aérea de una torreta separada tras un ataque de un tanque ruso T-72B3 realizada por una brigada del ejército ucraniano

Vanesa Rodríguez

3 de mayo de 2022 15:50 h

70

Centenares de tanques rusos han sido destruidos en territorio ucraniano desde que comenzó la ofensiva. El número exacto está por determinar: el Kremlin no facilita estos datos, pero, según los últimos informes de la inteligencia británica, Rusia habría perdido hasta 580 blindados en la contienda. El Ejército de Ucrania eleva este número hasta los 1.062. El principal motivo de los estragos causados en los tanques soviéticos se encuentra en su interior: su tripulación se sienta sobre un polvorín.

Expertos militares señalan que los vehículos utilizados por Rusia en la guerra tienen un “defecto” conocido desde hace décadas.

Su punto débil es cómo se almacenan los proyectiles que llevan los tanques. Están diseñados para albergar hasta 40 proyectiles que se cargan de forma automática dentro de sus torretas - la plataforma rotativa que va sobre el tanque y que puede ir armada con ametralladoras o cañones-, lo que los hace muy vulnerables ante cualquier ataque: el mínimo impacto puede generar una reacción en cadena que hace que explote toda su reserva armamentística.

Rusia centra ahora su ofensiva en el este de Ucrania desde que se retiró Kiev y alrededores dejando cientos de muertos y un reguero de tanques destruidos en las carreteras del país. Moscú esperaba una rápida victoria, pero la resistencia ucraniana, reforzada con el armamento occidental, ha hecho que la estrategia militar de Rusia vire desde que comenzó la invasión el 24 de febrero y se centre ahora en intentar capturar más territorios en la región del Donbás, donde se encuentran los territorios separatistas de Donetsk y Luganks.

“Lo que estamos presenciando con los tanques rusos es un fallo de diseño”, explica a la CNN Sam Bendett, asesor del Programa de Estudios de Rusia en la CNA (Centro de Análisis Navales) y miembro del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense.

“Cualquier impacto prende rápidamente la munición causando una explosión masiva y la torreta, literalmente, vuela”, añade.

A diferencia del diseño ruso, la mayoría de los tanques occidentales incluyen entre su tripulación a un cuarto soldado que carga la munición tomando los proyectiles de un compartimento de almacenamiento blindado, separado del resto de la tripulación y la torreta, y cargándolos en el cañón. Rusia decidió automatizar este procedimiento en sus modelos T-72, que comenzaron a fabricarse en la época soviética, y sus series posteriores que han sido enviadas a Ucrania.

David Hambling, experto en tecnología militar, explica en la revista Forbes que esto tiene algunas “ventajas”. Además de reducir el personal y el espacio necesario dentro de la torreta, hace que la carga de munición sea “más rápida” y que el tanque sea “más bajo”. El diseño ruso prioriza la velocidad del disparo. El ahorro de centímetros de altura hace que sean un objetivo más difícil y puedan “ponerse a cubierto con más facilidad”.

El experto señala que la contra del diseño ruso es que sitúa la munición para su carga automática debajo de la misma torreta: “Esto significa que no hay barrera entre la tripulación y la munición almacenada”.

Hambling compara estos modelos con el tanque M1 Abrams, producido en EEUU, donde el compartimiento de la tripulación está aislado con paneles antiexplosión para que, en caso de ataque y detonación de la munición, los paneles repelan hacia fuera la onda expansiva y la tripulación pueda sobrevivir.

Según Bendett, este modelo tiene además una puerta que el miembro de la tripulación abre y cierra a cada disparo del tanque. Si el vehículo es alcanzado, es probable que solo haya expuesto un proyectil en la torreta, minimizando así los daños.

Los tanques rusos carecen de estos paneles y la munición comparte espacio con la tripulación. Nicholas Drummond, analista de la industria de defensa especializado en guerra terrestre y ex oficial del ejército británico, explica a la CNN que este fallo provoca que la tripulación del tanque, generalmente tres soldados, sea un blanco fácil: “Si no sales en el primer segundo, estás frito”.

“Cualquier impacto penetrante en la torreta o el casco puede hacer estallar la munición, con un resultado que a veces se describe como efecto ”caja sorpresa“ (Jack-in-the-box por su expresión en inglés): la fuerza de la explosión de la munición desgarra el tanque por dentro y a menudo separa la torreta con tal fuerza que sale despedida. Tales eventos son fatales para la tripulación”, describe Hambling.

El nombre de este efecto en los tanques, 'Jack-in-the-box', hace alusión a cómo se conocen popularmente en los países anglosajones a las cajas sorpresa de las que sale disparada algún tipo de muñeco propulsado por un muelle cuando las abres, comparando con este mecanismo la altura que puede alcanzar la torreta y cómo sale propulsada por la explosión.

En estas imágenes de los restos de un tanque ruso grabado en Chernígov se aprecia que la torreta voló hasta el segundo piso de una vivienda.

Este fallo de diseño ya fue detectado por los servicios de inteligencia durante la guerra del Golfo en 1991 y la guerra de Irak en 2003, cuando un gran número de tanques T-72 de fabricación rusa usados por el ejército iraquí sufrieron este mismo problema: sus torretas saltaban por los aires con relativa facilidad.

Robert E. Hamilton, profesor en la Escuela de Guerra del Ejército de EEUU, señala al Washington Post que el Ejército estadounidense prioriza que sobrevivan los militares porque “puede hacer otro tanque más rápidamente de lo que se puede entrenar a otra tripulación”. Según Hamilton, para Rusia, “la tripulación es tan prescindible como la máquina. Los rusos conocen esto [la vulnerabilidad] desde hace 31 años, simplemente eligieron no lidiar con ello”.

Según la cadena CNN, a Ucrania se han enviado también modelos posteriores como el BMD-4, T-80 y el T-90, que tienen un blindaje mejorado pero cuentan con un sistema de carga de munición similar.

¿Cuántos tanques tiene Rusia y cuántos han perdido en la batalla?

Los investigadores de Rand Corporation y del IISS (Instituto Internacional para Estudios Estratégicos) cifran en unos 2.800 los tanques que Rusia ha desplegado en el campo de batalla desde que comenzó el conflicto. El IISS estima que Rusia tiene además más de 10.000 tanques y otros miles de vehículos blindados almacenados.

Fuerzas armadas de Ucrania y Rusia en 2021

UCRANIA

RUSIA

2.000.000

43.492

15.857

196.000

900.000

900.000

Marina

Aviación

Mandos y

3.309

logística

4.083

1.391

Tierra

132

Otros

En activo

En la reserva

Vehículos

Aviones

blindados

Tropas

Vehículos de combate

Gasto militar

(millones de

euros)

FUENTE: IISS, MILITARY BALANCE 2022

Fuerzas armadas de Ucrania y Rusia

en 2021

UCRANIA

RUSIA

Tropas

En activo

196.000

900.000

Tierra

Aviación

Otros

Mandos

Marina

y logística

En la reserva

900.000

2.000.000

Vehículos

Vehículos blindados

de combate

3.309

15.857

Aviones

132

1.391

Gasto militar

4.083

(millones de

43.492

euros)

FUENTE: IISS, MILITARY BALANCE 2022

Entre ellos, muchos son antiguos modelos soviéticos de más de 50 años que además tienen problemas de “mantenimiento crónico”, detalla el experto de Forbes.

Aunque Ucrania también tiene estos modelos de tanques -se estima que cuenta en total con unos 2.100-, los analistas señalan que no forman parte esencial de su estrategia de combate, y apenas se han visto en acción sobre el terreno.

El punto fuerte ucraniano está en el uso de armas antitanque, como misiles portátiles que los soldados pueden llevar al hombro (Javeline) o drones con misiles no tripulados, proporcionados por EEUU y otras potencias occidentales, según informa la BBC.

Estos sistemas, además de ser efectivos contra los tanques, tienen un coste mucho menor (un dron de máxima precisión equipado con un misil antitanque puede costar unos 6.000 euros frente a los cerca de 4 millones de euros que puede llegar a costar un tanque ruso del modelo T-90).

Por el momento, no hay un recuento oficial de cuántos tanques ha perdido Rusia en la guerra y cuántos soldados han fallecido en el campo de batalla.

El Kremlin ha decretado las muertes de los militares como secreto de Estado y el ministerio de Defensa no actualiza sus cifras oficiales de bajas desde el 25 de marzo. Ese día, el ministerio cifró en 1.351 los soldados rusos muertos y en 3.825 los heridos desde que comenzara la invasión de Ucrania el 24 de febrero, elevando a 14.000 los soldados ucranianos muertos en combate.

Las cifras del Ejército ucraniano son totalmente diferentes. En su último parte, asegura que Rusia ha perdido a más de 24.200 soldados y cifra en más de 1.000 los tanques destruidos. El gobierno de Zelenski reconoce la muerte de 1.300 de sus soldados.

Defensa de Rusia no ha proporcionado datos de sus pérdidas de tanques, vehículos blindados o aviones. Sí detalla las pérdidas causadas al ejército ucraniano. Según los últimos datos recogidos por la agencia estatal RIA, Rusia dice haber destruido, entre otros objetivos, “286 sistemas de misiles antiaéreos, 2.783 tanques y otros vehículos blindados y 316 lanzacohetes” ucranianos.

El ministro de Defensa británico, Ben Wallace, cifró la pasada semana en 15.000 los soldados rusos muertos en la guerra y en más de 2.000 los vehículos blindados destruidos o capturados, entre los que estarían incluidos 530 tanques.

Oryx, sitio web de código abierto especializado en inteligencia militar, documenta minuciosamente con imágenes las pérdidas de vehículos militares. El último recuento, sitúa en 600 los tanques perdidos por el ejército ruso (312 destruidos, dañados 17, abandonados 49, capturados 222). Ucrania ha perdido, según los datos actualizados de Oryx, 145 tanques (63 destruidos, 1 dañado, 8 abandonados, 73 capturados).

Mientras, continúan aumentando las muertes de civiles en Ucrania. La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), ha informado que, desde que comenzó la invasión han muerto al menos 3.153 personas, entre los que se encuentran cientos de niños. Naciones Unidas considera que la cifra ser podría ser “mucho mayor”.

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