Human Rights Watch acusa a Rusia del ataque a la estación llena de civiles de Kramatorsk: “Fue un aparente crimen de guerra”
Human Rights Watch (HRW) ha acusado este martes a Rusia de haber cometido un aparente crimen guerra en el ataque que, según ha documentado la ONG tras una investigación, sus fuerzas perpetraron en abril pasado contra la estación de ferrocarril de Kramatorsk, en el este de Ucrania, y en el que se usaron bombas de racimo que causaron la muerte a al menos 58 civiles.
La organización no gubernamental, que ha elaborado una exhaustiva investigación sobre el suceso, explica que el 8 de abril un misil balístico equipado con una ojiva de municiones de racimo dispersó 50 bombas pequeñas, conocidas como submuniciones, sobre las vías del tren y la abarrotada estación de Kramatorsk, en la región ucraniana de Donetsk.
En el lugar había cientos de personas que “esperaban ansiosamente los trenes de evacuación para llevarlos a una relativa seguridad lejos de los peores combates”, que se estaban librando en Ucrania. “Al menos 58 personas murieron (todas ellas civiles, que sepamos) y más de 100 resultaron heridas”, recuerda HRW.
Después de que las autoridades ucranianas informaran sobre el ataque, el Gobierno ruso negó su responsabilidad y dijo que sus fuerzas no disponían ni desplegaron el misil balístico utilizado. Posteriormente, culpó a las fuerzas ucranianas del ataque que, según HRW, es uno de los incidentes individuales más mortíferos para los civiles desde que comenzó la invasión de Rusia a Ucrania, el 24 de febrero de 2022.
Los investigadores de Human Rights Watch visitaron Kramatorsk entre el 14 y el 24 de mayo de 2022 para investigar el ataque y sus consecuencias.
La ONG asegura que ha analizado más de 200 videos y fotografías y ha realizado un análisis espacial y temporal del ataque. También ha revisado las imágenes satelitales y ha inspeccionado una antigua posición militar rusa cerca del pueblo de Kunie, en la región de Kharkivska, que pudo ser el lugar del lanzamiento del ataque.
“La evidencia indica claramente que el misil que mató e hirió a civiles en la estación de tren de Kramatorsk fue lanzado desde territorio controlado por Rusia en el este de Ucrania. El ataque fue una violación de las leyes de guerra y un aparente crimen de guerra”, dice HRW.
Las armas utilizadas
Human Rights Watch ha analizado fotografías del motor del cohete y de la sección de guiado del arma, que impactó a unos 50 metros al suroeste de la entrada principal de la estación, y ha identificado el arma como un misil balístico Tochka-U de la serie 9M79K-1. La organización también ha examinado restos de submuniciones y fragmentos en 32 lugares de impacto e identificó positivamente la submunición 9N24.
El Tochka-U, indica la ONG, transporta las submuniciones 9N24 en una ojiva de munición de racimo 9N123K. “La ojiva contiene 50 submuniciones de fragmentación. Según el fabricante ruso, cada submunición 9N24 contiene 1,45 kilogramos de explosivos y se fragmenta en aproximadamente 316 fragmentos de tamaño uniforme. Esto significa que se dispersaron aproximadamente 15.800 fragmentos metálicos letales en la estación y sus alrededores”.
HRW recuerda que tanto Rusia como Ucrania almacenan el misil balístico Tochka equipado con una ojiva de munición de racimo. Mosc´´u ha negado haber atacado la estación de tren de Kramatorsk y ha afirmado en repetidas ocasiones que sus fuerzas ya no utilizan el sistema de misiles Tochka-U. Sin embargo, la organización ha encontrado “pruebas de que las fuerzas rusas tenían vehículos de lanzamiento Tochka, su equipo de transporte de misiles asociado, y misiles Tochka en el área alrededor de la aldea de Kunie –al noroeste de Kramatorsk y dentro del rango de disparo de 120 kilómetros de la estación de tren– alrededor del momento del ataque, y que las fuerzas rusas lanzaron regularmente ataques desde posiciones alrededor de Kunie durante este período”.
“Las municiones de racimo están prohibidas por el derecho internacional debido a su efecto indiscriminado generalizado y a su peligro a largo plazo para la población civil”, señala la ONG.Ni Rusia ni Ucrania se encuentran entre los 110 países que forman parte de la Convención sobre Municiones en Racimo, que las prohíbe completamente. HRW y otras ONG han documentado el uso reiterado de municiones en racimo por parte de Rusia en el conflicto. Las fuerzas ucranianas parecen haber utilizado cohetes de municiones en racimo en varias ocasiones, señala HRW.
Ilegal e indiscriminado
En medio de la dura ofensiva rusa en gran parte de Ucrania, la estación de tren de Kramatorsk se había convertido en el principal centro de evacuaciones de civiles, donde personas de todo el Donbás llegaron en autobuses organizados para su evacuación y en vehículos privados para abordar los trenes que les llevarían a un lugar relativamente seguro.
De hecho, decenas de miles de civiles fueron evacuados desde la estación de tren de Kramatorsk en los días previos al ataque.
Human Rights Watch y la empresa SITU Research han revisado más de 100 fotos y videos de los días previos al suceso, publicados en las redes sociales o compartidos en privado, que muestran a miles de personas en la estación.
Múltiples testigos, incluido el director de la estación de tren, el jefe de policía y voluntarios que trabajaban en la estación, describieron grandes multitudes en la estación en la mañana del 8 de abril que, dice la ONG, podía superar el medio millar de civiles.
A la luz de las pruebas analizadas, HRW señala que el ataque militar de Rusia a la atestada estación de tren de Kramatorsk fue ilegal e indiscriminado. “Las violaciones graves de las leyes de la guerra cometidas por individuos con intención delictiva, es decir, de forma deliberada o imprudente, son crímenes de guerra”.
Concluye que “la naturaleza ilegal del ataque de Kramatorsk, la evidencia de una gran presencia civil sin un objetivo militar importante y el uso de un arma intrínsecamente indiscriminada indican que los comandantes y el personal militar ruso que ordenaron y llevaron a cabo el ataque estaban cometiendo un crimen de guerra”.
Con información de EFE.
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