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Jair Bolsonaro se da su primer baño de masas desde el intento de golpe de Estado de 2023

El expresidente brasileño Jair Bolsonaro (2019-2022) participa en una movilización donde reunió a miles de seguidores. EFE/ Sebastiao Moreira

Bernardo Gutiérrez

Río de Janeiro —

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Banderas brasileñas, cánticos religiosos y muchos guiños a Israel. El bolsonarismo volvió a las calles por primera vez desde los actos antidemocráticos del 8 de enero de 2023 que depredaron la sede de los tres poderes en Brasilia. La manifestación, convocada por el mismísimo Jair Bolsonaro y por el influyente pastor evangélico Silas Mafalafia, tiñó el domingo de verde y amarillo la emblemática avenida Paulista de São Paulo, con una versión light del formato de protesta bolsonarista.

Sin pancartas ni gritos contra las instituciones democráticas, 750.000 personas, según la Secretaria de Seguridad Pública del Estado de São Paulo, acudieron a arropar a Jair Bolsonaro, inhabilitado políticamente por ocho años y acorralado por varias investigaciones que le vinculan a un intento de golpe de Estado. Dada la proximidad política con Bolsonaro del gobierno de São Paulo y los muchos huecos vacíos observados en la avenida Paulista, la cifra puede ser menor. 

La convocatoria de la protesta estuvo repleta de tensión. Diversos especialistas y ministros del Supremo Tribunal Federal (STF) advirtieron que Jair Bolsonaro podría ser preso en flagrante si realizaba cualquier declaración contra la justicia brasileña. Por su parte, los principales partidos de izquierda, sindicatos y movimientos sociales lanzaron un manifiesto titulado Brasil eligió la democracia. Con una pirueta defensiva, el propio Jair Bolsonaro lanzo un vídeo el pasado viernes animando a acudir a un acto “por nuestro estado democrático de derecho”. 

La convocatoria, idea del pastor Malafaia, encajó como anillo al dedo en la estrategia victimista usada por Jair Bolsonaro desde que fuera inhabilitado políticamente en junio de 2023. “Pasé cuatro años siendo perseguido mientras era presidente de la República, y esa persecución aumentó cuando dejé la presidencia”, aseguró Bolsonaro ayer, desde lo alto de un trio (camión típico del carnaval, equipado con altavoces gigantes). 

Evangelismo radical

La manifestación siguió a rajatabla el guión diseñado por los asesores de Jair Bolsonaro. Antes de los discursos,“presidenciables” como los gobernadores Tarcísio de Freitas (São Paulo) o Roméu Zema (Minas Gerais) se dejaron ver en el trío eléctrico. La masa verde amarela de la avenida Paulista vibró cuando, poco después de las tres de la tarde, Jair Bolsonaro desplegó la bandera de Israel. Michelle Bolsonaro, ex primera dama, lloró al pronunciar un discurso repleto de menciones religiosas. “Damos la bendición a Israel en el nombre de Jesús”, afirmó Michelle al final de su intervención. 

Con la canción Proibidão de Bolsonaro de hilo musical de fondo, todo un himno anti izquierdista, los teloneros del ex presidente fueron apareciendo en escena. El joven diputado Níkolas Ferreira, niño mimado del bolsonarismo, animó a la derecha a tener más persistencia que el “enemigo” (la izquierda). Tarcísio de Freitas, único gobernador que discursó, elogió el legado del “siempre presidente Bolsonaro”.  Por otro lado, Flávio Bolsonaro, hijo del ex presidente, arremetió contra la justicia y calificó de “puro teatro” las investigaciones sobre un golpe de Estado, en declaraciones en directo a una reportara de Veja.  

El pastor Silas Malafaia pronunció un durísimo discurso, rozando el golpismo. Lanzó críticas directas contra Alexandre de Moraes (ministro del STF), contra el sistema electoral y contra el presidente Lula. El pastor llegó a insinuar que Lula estaba al tanto de los actos anti democráticos del 8 de enero de 2023. Denunció, además, una “ingeniería del mal” para meter a Bolsonaro en prisión.  

Jair Bolsonaro se dirigió a la multitud usando una camiseta de la selección brasileña de fútbol sobre un chaleco antibalas, afirmando que “el mal no es eterno”. Tras hacer una defensa de su legado, el ex presidente pronunció un discurso similar a los de la campaña electoral de 2018: “No queremos el socialismo para nuestro país, no queremos ideología de género para nuestros hijos, queremos derecho a la vida, no queremos la liberación de las drogas”. En la parte final de su intervención, Bolsonaro negó haber participado en un intento de golpe de Estado. “¿Qué es un golpe? Son tanques en las calles, son armas. Nada de eso ocurrió en Brasil”, afirmó. Además, el expresidente pidió amnistía para los presos del 8 de enero, “para pasar una goma de borrar en el pasado”.

Recomposición de la extrema derecha

A pesar de que la manifestación no ocupaba toda la avenida Paulista, como esperaban sus convocantes, Jair Bolsonaro consiguió su principal objetivo: una fotografía rodeado de personas vestidas de verde y amarillo. Sin pancartas y sin proclamas golpistas, Bolsonaro amenizó su imagen, apelando a sus 58 millones de votantes. Por su parte, Waldemar Costa Neto, presidente del Partido Liberal (PL) de Bolsonaro, intentó recomponer su estatus en la avenida Paulista, tras la vejación de haber sido preso por poseer una arma sin licencia y una pepita de oro ilegal de 39 gramos. Costa Neto, dio las gracias al público presente por haber transformado al PL en el mayor partido político de Brasil. La manifestación bolsonarista mandó un recado a la justicia brasileña, toda una demostración de fuerza para intentar evitar la prisión del ex presidente. “Si te meten preso, saldrás de la prisión alabado”, afirmó un enfurecido pastor Malafaia. 

Por otro lado, el acto de ayer consiguió visibilizar la unión de la extrema derecha, dispersa y desorientada por las alianzas de Lula con el centrão (bloque político de centro derecha) y algunos partidos conservadores como União Brasil. La participación del gobernador Tarcício de Freitas selló la alianza del partido Republicanos con el PL de cara a las elecciones municipales de octubre. Para el analista político Ricardo Kotscho, el acto en la avenida Paulista fue el primer mitin electoral del año.   

A pesar de la ausencia de pancartas y lemas golpistas en la manifestación, el rumor de fondo del bolsonarismo ha aumentado el tono en las últimas semanas. Un estudio de Palver, que monitorea miles de grupos de Whatsapp, reveló que el proceso policial contra Jair Bolsonaro viralizó el término “guerra civil”.  Un mensaje del estudio afirma que “están inventando una prisión a cualquier coste para Bolsonaro” y que “va a a haber una guerra civil”. “Guerra civil a la vista”, argumenta uno de los mensajes más compartidos. 

Sionismo à brasileira

La crisis diplomática entre Brasil e Israel, tras la comparación de Lula entre el Holocausto y la ofensiva en Gaza, sirvió de munición al bolsonarismo durante la semana pasada.  Días después de la declaración de Lula, diputados conservadores dieron entrada en el congreso a una petición de impeachment. Las banderas de Israel, habituales hace años en los comicios bolsonaristas, tuvieron especial visibiliad en la jornada de ayer. Nuevos modelos unían las banderas de Brasil e Israel en una única y muchas pancartas contenían la frase “el pueblo brasileño apoya a Israel”. Los vendedores ambulantes ofrecían incluso banderas de Israel con frases de Bolsonaro.  Daniel Zonshine, embajador de Israel en Brasil, no acudió al evento, como esperaba el núcleo duro del bolsonarismo. Tras ser amenazado por el gobierno Lula de ser expulsado del país, Zonshine adoptó un tono de moderación y aseguró en una entrevista que no iría a la manifestación.  

La relación del bolsonarismo con el gobierno de Benjamim Netanyahu viene del lejos. Netanyahu fue el primer ministro de la historia de Israel en visitar Brasil, unos días antes incluso de la pose presidencial de Jair Bolsonaro el 1 de enero de 2019. En abril de ese mismo año, Bolsonaro realizó su primera polémica visita a Israel, en la que visitó el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, toda una provocación al mundo árabe. Poco después, Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente, visitó Psagot, un asentamiento judío ilegal en Cisjordania. En el segundo turno de las elecciones de 2022, Michelle Bolsonaro fue a votar con una camiseta de Israel. Jair Bolsonaro, bautizado en el río Jordán en 2016 el día que el Senado tramitaba el pedido de impeachment contra Dilma Rousseff, usa Israel para conseguir el apoyo del electorado evangélico, que considera a dicho país un actor fundamental en la lucha del bien contra el mal. 

El discurso de Silas Malafia, que rescató el apellido Messias que Jair Bolsonaro ganó en su bautizo en el río Jordán, sintetizó como ningún otro el objetivo político de la manifestación del domingo: consolidar la narrativa de la persecución política: “Jair Messias Bolsonaro es el mayor perseguido político de la historia”. Jair Bolsonaro canalizó el mensaje al recordar a sus fieles que se “concentren en los votos de concejales y alcaldes”.

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