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El presidente de la Comisión Europea reconoce ahora que “durante demasiado tiempo” la UE “ha pisoteado la dignidad del pueblo griego”

Jean-Claude Juncker, el exprimer ministro griego Alexis Tsipras y la canciller alemana Angela Merkel, en una cumbre en noviembre de 2015 en Malta

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

Jean-Claude Juncker dijo en junio de 2015 que si los griegos votaban no en el referéndum sobre los programas de austeridad de la troika, lo que estarían haciendo era despedirse de Europa. “Un no querría decir, independientemente de la pregunta, que Grecia dice no a Europa”, dijo entonces.

Ahora cuatro años después, cuando está ya de salida y de despedida, ha entonado un nuevo mea culpa sobre Grecia. El tercero en los últimos tiempos –ya en febrero de 2015 dijo que habían “pecado contra la dignidad de los pueblos, especialmente en Grecia y Portugal y muy a menudo en Irlanda”–. ¿Y qué ha dicho Juncker este martes en su discurso de despedida del Parlamento Europeo? “A Grecia le hemos devuelto la dignidad a Grecia, porque durante demasiado tiempo hemos pisoteado la dignidad del pueblo griego. Yo he querido que las cosas se ordenaran devolviendo a este pueblo la dignidad que merece”.

Este julio, cuatro años después de aquel referéndum griego que no evitó la derrota de Alexis Tsipras ante la troika y la intervención del país con programas de recortes, ha vuelto la derecha al poder político en Grecia de la mano de Kyriakos Mitsotakis y, con él, las élites familiares y las biblias.

La primera vez que Juncker mostró arrepentimiento con Grecia fue en enero pasado. “La insultamos, la injuriamos”. Así resumía entonces el presidente de la Comisión Europea la actuación de la Troika ante la crisis griega, una crisis que fue abordada con unas recetas de recortes sociales de las cuales está saliendo el país en estos momentos.

“Siempre he lamentado la falta de solidaridad con la crisis griega”, dijo Juncker en Estrasburgo durante su discurso sobre el 20 aniversario del euro: “No fuimos solidarios con Grecia, la insultamos, la injuriamos, y nunca me he alegrado de que Grecia, Portugal y otros países se encontraran así. Siempre he querido que remontaran su lugar entre las democracias de la UE”.

Precisamente las políticas de recortes aplicadas por la Troika en Grecia fueron el detonante de la irrupción de Alexis Tsipras y Syriza en 2015, que convocaron un referéndum en ese verano para rechazar los memorandos, los planes de austeridad impuestos desde Bruselas.

Tsipras ganó aquel referéndum, pero terminó aceptando la intervención de la UE y los paquetes de recortes. Y, con ello, acabó con la expectativa que había despertado en Europa como alternativa a la salida de la crisis más allá de las recetas de la Troika.

La segunda vez que Juncker mostraba arrepentimiento con Grecia fue en mayo pasado. Entonces, en vísperas de celebrar el Día de Europa –9 de mayo–, se mostró especialmente orgulloso de haberse sacudido las presiones de “numerosos gobiernos” de la Unión Europea para dejar que Grecia saliera de la eurozona durante la crisis: “Conseguimos que se asegurara la permanencia de Grecia en la zona euro. Suena algo natural hoy, pero como presidente jefe del Eurogrupo y de la Comisión puedo decir que su permanencia estaba muy amenazada. Cuando lees lo que dicen que pasó... Tengo unos recuerdos muy distintos: bastantes gobiernos no querían ni siquiera que en la Comisión nos ocupáramos del problema de Grecia, y no cedí a las presiones para lograr que Grecia siga en el euro. Grecia es un país orgulloso que ha hecho grandes esfuerzos y merece la solidaridad europea”.

La hemeroteca sobre lo que se dijo de Grecia en verano de 2015 es infinita: los líderes europeos no sólo se negaron a renegociar la deuda griega, a pesar de que lo recomendara algún informe del Fondo Monetario Internacional. Aplicaron un chantaje a su Gobierno, al que obligaron a aceptar unos recortes sociales sin precedentes que pagó la mayoría de su población en pensiones, subsidios de desempleo y servicios sociales durante años. Pero, ¿qué dijeron? He aquí algunas perlas:

“Grecia deberá introducir una nueva moneda si triunfa el no [en el referéndum de 2015”. Martin Schulz, entonces presidente del Parlamento Europeo, 5 de julio de 2015.

“Un no querría decir, independientemente de la pregunta, que Grecia dice no a Europa”, Jean Claude-Juncker, presidente de la Comisión Europea. 29 de junio de 2015.

“Europa no puede abandonar sus 'principios' con Grecia”, Angela Merkel, canciller alemana, 29 de junio de 2015.

“Si gana el 'no', Grecia no tendrá más alternativa que salirse del euro”, Mariano Rajoy, entonces presidente del Gobierno de España, 30 de junio de 2015.

Y este martes Juncker ha vuelto a mirar atrás: “Recuerdo las noches con los gobiernos de Samaras y Tsipras para resolver los problemas de Grecia, y fueron muchos los gobiernos que no querían que la Comisión Europea se implicara. Recuerdo las llamadas: 'Tú, a lo tuyo', me decían. Mientras que yo pensaba que nosotros queríamos que se respetaran los tratados, que establecen que la Comisión Europea debe velar por el interés general de Europa, y eso pasaba por evitar que cayera la zona euro”.

En la negociación de los tres rescates que pidió Atenas, países como Alemania, Holanda y los nórdicos fueron de los más duros con Grecia.

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