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Miles de personas convocadas por la ultraderecha protestan en Viena contra el confinamiento y la vacunación obligatoria

Manifestación contra las nuevas restricciones por la pandemia de la COVID-19 en Austria, Viena.

Efe

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Decenas de miles de personas -unas 40.000 según la policía-, muchas sin mascarilla y sin mantener la distancia de seguridad, han protestado durante el sábado en Viena contra el confinamiento general que comienza el lunes en Austria y contra la vacunación obligatoria.

La manifestación ha sido convocada por el partido ultraderechista FPÖ -que ha estimado la participación en 100.000 personas-, aunque su líder, Herbert Kickl, no ha asistido al estar en cuarentena tras dar positivo por coronavirus. “Resistencia”, “Corona-Fake”, “Libertad” o “Abajo con la coronadictadura” han sido algunos de los lemas de una multitud que ha confluido desde distintos puntos de la ciudad en el casco histórico de Viena, cerca de la sede del Gobierno.

Los manifestantes han marchado por las calles portando banderas de Austria, mensajes negando la existencia de la enfermedad y contra la vacunación y, en general, calificando las restricciones contra el coronavirus de dictatoriales.

Estrellas amarillas

Aunque la protesta se ha desarrollado de forma pacífica, la policía ha informado a Efe de al menos cinco detenciones en incidentes aislados como arrojar botellas y otros objetos a los agentes. También se han producido denuncias por el uso de simbología nazi, que en Austria es un delito.

Entre los motivos de esas denuncias -según el diario Der Standard- se encuentra el empleo de estrellas de David con la palabra “no vacunado” por parte de algunos manifestantes. La estrella amarilla era el símbolo que los nazis usaron para marcar a los judíos y su uso por parte de ciertos negacionistas de la pandemia supone comparar las medidas contra la COVID con el Holocausto. También han denunciado a una persona por una pancarta en la que se comparaba al actual canciller democristiano, Alexander Schallenberg, con Josef Mengele, el médico nazi que hizo experimentos con internos del campo de exterminio de Auschwitz.

El Gobierno de conservadores y ecologistas que encabeza Schallenberg anunció ayer un confinamiento de 20 días a partir del lunes. Ese paso se da cuando la tasa de contagios en Austria está entre las más altas del continente, con más de mil casos por 100.000 habitantes en siete días. Además, para salir del “círculo vicioso de los confinamientos”, el Ejecutivo quiere que a partir de febrero de 2022 sea obligatoria la vacuna contra la COVID para todos los residentes en el país, donde la tasa de inmunización es del 65,7%.

La Policía ha desplegado un gran dispositivo con unos 1.300 agentes, que han estado vigilando el uso obligatorio de las mascarillas y realizando controles aleatorios del certificado COVID -que demuestra estar vacunado o haber pasado la enfermedad-, ya que en Austria rige desde el pasado lunes un confinamiento para los no inmunizados.

Ibuprofeno contra la COVID

El partido ultraderechista FPÖ impulsó la protesta desde las redes sociales, donde Kickl, un antiguo ministro del Interior que ha defendido que el coronavirus se puede tratar con un desparasitador para animales, ibuprofeno y vitamina C, alentó la protesta para defender la “libertad” y evitar la “dictadura”.

El FPÖ, la tercera formación parlamentaria de Austria con un 20% de intención de voto, se ha mostrado radicalmente en contra de las vacunas y de las restricciones para evitar contagios. Michael Schnedlitz, secretario general de la formación ultra, ha asegurado el sábado ante miles de entregados simpatizantes que ni estaba vacunado ni se dejaría inmunizar a la fuerza. “Os digo que no estoy vacunado y no me dejaré inocular a la fuerza. Es mi cuerpo y es mi decisión”, ha asegurado en una intervención en la que ha criticado al Gobierno por querer, según dijo, acallarlos y tenerlos sometidos como si fueran “súbditos”.

Ayer, el jefe del Gobierno vinculó al FPÖ con el bajo nivel de vacunación del país y calificó su posición de “irresponsable” y de cometer “un atentado contra la sanidad pública”.

Aunque la presencia de figuras de la extrema derecha y de simpatizantes del FPÖ era clara, la manifestación ha atraído a una variedad heterogénea de personas, desde partidarios de las teorías de la conspiración hasta personas que desconfían del poder excesivo del Estado, pasando por grupos de cristianos evangélicos.

“El confinamiento de los no vacunados me parece un error, no creo que los derechos fundamentales se deban aplicar en función de que alguien tenga un fármaco en el cuerpo”, ha explicado a Efe una universitaria que portaba un símbolo de la paz. Otras dos jóvenes llevaban un cártel en el que se leía: “Mejor manifestarse con el FPÖ que callar con la izquierda” y que calificaba las restricciones como un camino a la dictadura.

Llamada a la concordia

La creciente división en la sociedad debido a las medidas contra el coronavirus es tal que el presidente de Austria, Alexander Van der Bellen, apeló anoche a la concordia y a la unidad en un discurso televisado por el nuevo confinamiento. “Las acusaciones recíprocas no resuelven nada ahora. No se soluciona nada con señalar con el dedo al otro y dirigirle nuestra ira”, dijo Van der Bellen a los austríacos y les animó a superar divisiones que han fracturado familias y amistades.

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