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Netanyahu aprovecha sus visitas a la Casa Blanca para lavar la ropa sucia (literalmente)

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, durante la presentación del acuerdo de paz de Estados Unidos para Oriente Medio, el pasado 28 de enero

elDiario.es / EFE

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El diario The Washington Post ha acusado al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de llevar maletas de ropa sucia para lavar en sus viajes oficiales a la Casa Blanca, hechos que las autoridades israelíes han negado. Anteriormente, medios israelíes ya habían difundido que Netanyahu y su esposa llevaban maletas llenas de ropa sucia a los viajes oficiales porque les gusta el olor de los suavizantes de las lavanderías de los lujosos hoteles en los que se hospedaban.

“La mayoría de políticos va muy lejos para esconder su ropa sucia. Y luego está el primer ministro Benjamín Netanyahu”, comienza su artículo el periodista John Hudson. A lo largo de los años, asegura, Netanyahu “ha desarrollado una reputación entre el personal de la residencia de invitados del presidente (de EEUU) por llevar un cargamento especial en sus viajes a Washington: bolsas y maletas llenas de ropa sucia”, dice la nota, que cita a altos cargos del complejo presidencial. “Después de varios viajes, quedó claro que se hacía de forma intencionada”, dice al Washington Post un empleado de la residencia que prefiere no revelar su nombre

El diario también ha recogido el rechazo a estas declaraciones por parte de la embajada de Israel en Estados Unidos, que ha calificado las acusaciones de “infundadas y absurdas” y ha asegurado que en su última visita –para firmar los acuerdos de normalización con Emiratos Árabes Unidos y Baréin– Netanyahu solo entregó para lavar “dos camisas y un pijama” y para planchar, “su traje y el vestido de su esposa”.

Fuentes de la residencia han confirmado que, efectivamente, en ese viaje no se hizo un uso excesivo de la lavandería, pero que sí se había hecho en viajes pasados. Varios medios israelíes han recogido este jueves estas informaciones, que no llaman excesivamente la atención al ciudadano israelí, acostumbrado a este tipo de escándalos de baja intensidad por parte de la familia Netanyahu. En 2016, por ejemplo, el primer ministro había denunciado a su propia oficina y al fiscal general del Estado para impedir que se hicieran públicos sus gastos en tintorería y lavandería, y lo consiguió.

Dos años más tarde, el telediario de Hadashot difundió la transcripción de unas conversaciones de Nir Hefetz –exconsejero de Netanyahu que luego se convirtió en testigo de la Fiscalía en varios casos de corrupción contra él– con la asesora legal de su oficina, Shlomit Barnea-Farago, en las que esta se quejaba de las numerosas demandas de la esposa del primer ministro, Sara Netanyahu, para que el Estado se hiciera cargo de gastos personales. Hefetz aseguró entonces que Sara “hace todo tipo de maniobras para ocultar todo tipo de gastos.”

En esas conversaciones se ha acusado a la pareja de gastos excesivos en los viajes oficiales, por motivos tan extravagantes como llevarse cuatro, cinco y hasta ocho “maletas llenas de ropa sucia”, a pesar de que la residencia oficial cubre todos los gastos de tintorería sin límites. Según recoge The Washington Post, en diciembre había llevado 11 maletas de ropa sucia en su visita de un día a Portugal. La oficina de Netanyahu ha negado la especulación, asegurando que contenían objetos necesarios para trabajar.

Este nuevo golpe a la imagen del primer ministro le ha llegado en un mal momento, enjuiciado por corrupción en tres casos distintos, con el país en confinamiento por la segunda ola del coronavirus -que se endurecerá mañana tras convertirse en uno de los países de más alta morbilidad del mundo- y con protestas en la calle pidiendo su dimisión cada sábado. 

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